Una noche más, First Dates volvió a acoger a solteros que buscaban darse una oportunidad en el amor. Era el caso de Cristóbal, un IT manager 58 años procedente de Badalona (Barcelona). El hombre iba en busca del amor. Sin embargo, se encontró convertido en fotógrafo de su cita, quien pasó olímpicamente de él y solamente lo utilizó para hacerse instantáneas con las chicas del programa que presenta Carlos Sobera.
El IT manager llegaba al restaurante del dating show con dos amigos y compañeros de trabajo, Manolo y Aixa, quienes le animaron a apuntarse al programa. “Me dejé medio engañar y cuando me di cuenta estaba aquí”, confesaba el de Badalona al equipo del espacio. Ambos le han definido como un hombre agradable, que casi siempre está de buen humor, pero al que le faltaba encontrar una nueva ilusión en el amor. Cristóbal acudía al formato para conocer a una mujer alta, que se cuide de forma similar a la que él se cuida y que tenga intereses culturales.
Entraba así Rosa, una administrativa de 59 años, procedente de Tarrasa. Cinéfila y amante de la fotografía, ella misma confesaba que le encanta subir imágenes suyas a redes sociales. “Estoy todo el día subiendo fotos y editando”, decía en su presentación, en la que comentaba sus aficiones y que buscaba un hombre “que sea nudista o que no sea vergonzoso”. La cita, inicialmente, parecía fluir. Al menos, Cristóbal se mostró interesado en ella. “Es una mujer elegante, del tipo que me gusta”, señalaba.
Sin embargo, en el momento de la cena, se vio la falta de química entre los dos. Entre ambos, no fluía la conversación y había momentos en los que se les notaba incómodos. Poco a poco, los dos se daban cuenta de que no congeniaban. Para comenzar, Rosa reprobó las barbas que tenía su cita. “A mí me gustan afeitados, no soporto las barbas. Son unos perezosos, no se afeitan por pereza”, justificaba. Unas palabras que no gustaron a Cristóbal, quien se defendió. “Mi perilla no me la va a quitar nadie”, advertía.
La de Tarrasa no notaba que el de Badalona estuviera especialmente interesado en ella, dado que sólo le preguntó por su vida profesional y poco por la personal. A ello se sumaba en que sus aficiones, como el baile, eran completamente opuesta Mientras que a él le gustaba bailar salsa, ella prefería bailes regionales como la sardana. De hecho, al IT manager compartía que consideraba a los bailes regionales, especialmente la sardana, como algo “aburrido”.
El programa intentó que surgiese la chispa, convirtiendo el restaurante en un salón de baile. Sin embargo, esto evidenció más las diferencias entre los dos. Es más, llegó un momento en el que Rosa decidió pasar completamente de su cita y convertirlo en su fotógrafo, al pedirle que le tomase imágenes con chicas del equipo del programa. Una situación que provocó cierta molestia en el IT manager. “Hay que mantener cierta compostura y modales. Eso no me ha gustado. Si no me encaja, puerta”, confesaba. Era evidente que la decisión final de ambos era no repetir la experiencia.