Manuel de Lorenzo
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Ni siquiera lo vi. Estoy seguro de que en algún momento pasó por delante de mis ojos, pero ni siquiera lo vi. Imagino que, de alguna forma, fue como cualquiera de esos instantes en los que, de repente, después un rato conduciendo, vuelves en ti. Has cruzado un puente, tomado varias curvas y adelantado a un camión sin apenas haberte fijado. Sabes que has recorrido ese tramo de carretera, pero no eres consciente de haber estado allí. Con el torrente de información que encaramos a diario ocurre algo similar. Hay contenidos que jamás ves. Por mucho que los mires.

Internet es un goteo constante que, por momentos, después del tiempo suficiente, dejamos de escuchar

Se trataba de un vídeo publicado en una red social. En cierta ocasión escuché que la cantidad de información que en un solo día consume una persona en el siglo XXI es superior a la que el hombre medio del siglo XVI tenía acceso en toda su vida. Internet es un goteo constante que, por momentos, después del tiempo suficiente, dejamos de escuchar. Como el silencio que se forma en un bar lleno de gente durante el minuto en que haces memoria para asegurarte de que has cerrado bien el gas. No podemos prestar atención a todas y cada una de las gotas.

“Los usuarios suelen recurrir a cuatro o cinco medios predilectos, sean digitales o tradicionales”, me comenta Eduardo Arcos, fundador y director general de Hipertextual. “Algunas otras noticias les llegan por algún newsfeed, sea lo compartido por contactos en Facebook, el discover de Snapchat o el timeline de Twitter. Muchos otros reciben lo compartido en aplicaciones de chat, como WhatsApp, Telegram o el Messenger de Facebook. Sospecho que la gran mayoría de las personas simplemente no tiene conciencia de la inmensa cantidad de información que se produce diariamente. Tal vez quienes nos dedicamos a medios lo tenemos mucho más claro”.

Recibí un mensaje de Peio H. Riaño. “Manu, aquí hay un artículo”. A veces ocurre que las cosas más interesantes se ocultan en otras que, en apariencia, no lo son. En cosas que ni siquiera llaman tu atención. El mensaje de Peio me remitía a una noticia sobre un vídeo colgado en Facebook que se había convertido en el más visto de la historia de la red social. En él se veía a una mujer de Texas llamada Candace Payne que se desternillaba mientras se probaba la máscara electrónica de Chewbacca que le había comprado a su hijo. Lo habían reproducido ya más de 140 millones de personas. Aproximadamente, la población entera del Reino Unido, Canadá, Australia y los Países Bajos. ¿Cómo era posible que yo ni siquiera tuviese conocimiento de su existencia?

Eduardo Arcos apunta una interesante posibilidad, directamente relacionada con la gestión que las redes sociales hacen de ese flujo de información de acuerdo con los hábitos e intereses del usuario: “En el caso de Facebook, quienes ahora mismo tienen el mayor número de usuarios activos y por lo tanto tienen más poder para influenciar lo que se ve y lo que no se ve, actúan de dos maneras particulares: mediante el algoritmo del newsfeed. Si no entras al perfil de alguno de tus contactos, ves en promedio un 10% de lo que publican en la sección principal de Facebook. La forma de actuar del algoritmo no es público, pero en teoría debería mostrarte lo que supuestamente más interés te causa, observando tus hábitos durante el tiempo. De esa forma, sólo ves cosas que realmente te invitan a interactuar o que realmente captan tu atención”.

Candace Payne, en su coche y con su máscara.

En segundo lugar, aclara, y según exempleados de Facebook, “la red social cura manualmente por medio de un equipo de personas los Trending Topics de la red social, lo cual ha generado cierta controversia, ya que supuestamente se ordenó que se evitaran tendencias de política conservadora”. Eduardo explica que Twitter está intentándolo con un algoritmo que muestra al inicio del Timeline lo que en teoría es más importante para el usuario.

Nuevos prescriptores

Las redes sociales -asumiendo que no somos capaces de asimilar semejante cantidad diaria de información- nos prescriben un régimen intelectual, en función de nuestros apetitos más evidentes. Todo lo que caiga fuera de la dieta ni siquiera forma parte del menú. Como si no existiese. Como si entrásemos en un supermercado y lo único que hubiese en los estantes fuesen nuestras cinco o seis comidas preferidas.

Es probable, en definitiva, que Facebook hubiese decidido que el vídeo de la mujer con la máscara de Chewbacca era algo que a mí no me iba a interesar. Sin embargo, al revisar los muros de mis amigos, me di cuenta de que eran muchos los que lo habían compartido. Los suficientes como para llamar la atención del algoritmo mediante un buen codazo. Tal vez Facebook se comporte como la madre de un niño mimado, de acuerdo, pero también es muy posible que, a pesar de todo, el dichoso vídeo se hubiese paseado dos o tres veces por mi Timeline.

El día en que Mark Zuckerberg invitó a 'Mamá Chewbacca' a Facebook.

De todas formas, no haber reparado en él es algo natural. Llega un momento en el que terminas por desconectar. Entre Twitter, Facebook, Snapchat, WhatsApp o Instagram acabas eligiendo titulares, opiniones, vídeos y fotos de un modo automático. Casi inconsciente. Similar a la forma en que, supongo yo, realiza su trabajo un sexador de pollos. Lo hagas tú o lo haga la red social por ti, se trata de seleccionar a ciegas los contenidos que te podrían interesar. Algo en lo que es muy sencillo fallar.

En opinión de Arcos, la única forma de evitarlo y asegurarnos de que nos vamos a enterar de todo lo que nos interesa es dejar de recibir noticias de forma pasiva -es decir, leyendo lo que nos llega desde las redes sociales o apps de mensajería- y comenzar a acceder a ellas de forma activa, mediante herramientas que nos permiten buscar información determinada basándose en preferencias particulares, como Flipboard, o en los contenidos supuestamente más relevantes, como Nuzzel.

“También se pueden usar herramientas que permiten seleccionar y curar manualmente una lista de fuente de noticias confiable”, añade el experto en tecnología, internet y medios de comunicación. “Twitter permite hacerlo por medio de listas, una función que aún existe pero que la red social prácticamente esconde. O se puede recurrir a servicios como Feedly, que te permite leer en un solo lugar todas las fuentes de información de tu preferencia”.

Que no pare el show

Alguien podría pensar que, en el caso del vídeo de Candace Payne, todo es mucho más sencillo. Que si no lo vi es sencillamente porque no llamó mi atención. Porque no me interesaba. Pero como decía en un principio, a veces ocurre que las cosas más interesantes se ocultan en otras que, en apariencia, no lo son.

A la mujer de Texas que se parte de risa tras una careta de Chewbacca la han visto más de 140 millones de personas en todo el mundo sólo a través de Facebook Live. Kohl’s, la cadena de jugueterías donde la adquirió, la ha obsequiado con máscaras para toda su familia, un lote de juguetes de Star Wars y una tarjeta regalo de 2.500 dólares. James Corden la invitó a su programa, The Late Show, donde conoció a J.J. Abrams y protagonizó con él un sketch.

La máscara pronto se agotó en los establecimientos de Kohl’s y comenzó a venderse en Walmart, Toys ‘R’ Us y Amazo

Visitó las instalaciones de Facebook de la mano del propio Mark Zuckerberg, siendo recibida por un enorme Chewbacca de carne y pelo. La máscara pronto se agotó en los establecimientos de Kohl’s y comenzó a venderse en Walmart, Toys ‘R’ Us y Amazon, donde se ha convertido al instante en uno de sus productos más vendidos. Su precio oficial de venta ha pasado de los veintipico a los cuarenta y pico dólares, y en la reventa ya alcanza casi los trescientos.

Es difícil que algo así no resulte llamativo, independientemente de si Facebook o mi cerebro decidieron que seguramente no lo era. Hasta tal punto es un asunto interesante que incluso recibí un mensaje del jefe de la sección de cultura comentándome que en todo esto había un artículo. Y vaya si lo había. El cribado inconsciente de información, la selección a ciegas de qué puede ser de interés y qué no, la supresión mecánica y casi providencial de contenidos en las redes sociales, el crecimiento pandémico del propio fenómeno, la gratuidad de la campaña publicitaria resultante, etc.

Esta semana yo iba a escribir sobre discos y finalmente lo he hecho sobre el vídeo de Candace Payne y su máscara de Chewbacca. Puede que según el algoritmo de Facebook no sea un tema interesante para mí. Puede que yo mismo lo desechase automáticamente. O, sencillamente, puede que haya pocas cosas tan interesantes como aquellas que no nos despiertan ningún interés. Por una mera cuestión de contraste.

Tal vez retome este asunto la próxima semana. Al fin y al cabo, a quién le importa el aniversario de unos discos... Yo calculo que, más o menos, la cosa estará entre todo el mundo y casi nadie. Facebook mediante.

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