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La ultraderecha disparada, la izquierda dividida y masacrándose entre ella y los recortes y las políticas de austeridad ahogando al ciudadano de a pie. Europa se hunde y casi nadie hace nada por evitarlo. Uno de los pocos que todavía confían en el poder de la clase obrera y de la gente humilde es Ken Loach, el director británico que este año volvía a su cine más social y comprometido con Yo, Daniel Blake, la película con la que ganó la Palma de Oro de Cannes (la segunda que lograba) y por la que opta por primera vez al Goya a la Mejor película europea.

Un filme sobre las heridas de la crisis y de los recortes. Las que sufren dos ciudadanos a los que el sistema expulsa y que viven mendigando una ayuda social mientras buscan un trabajo que no llega. Los mimbres perfectos para que Loach ofrezca un retrato despiadado sobre las políticas neoliberales. El director ha acudido a la Academia de Cine de España y ha tenido un encuentro con los medios antes de la gala de los Goya que tendrá mañana. Escuchar sus palabras, sus ganas de lucha a pesar de sus 80 años hacen que uno piense que otro mundo es diferente. “Queremos a Ken Loach como presidente del mundo, o al menos de España”, han clamado las moderadoras de la charla, Pepa Blanes y María Guerra, y el público no ha tenido más remedio que aplaudir ante lo evidente.

Ken Loach ha atendido a la prensa en la sede de la Academia. EFE

Loach no ha perdido ni un ápice de su capacidad crítica que lo convirtieron en el azote de la derecha británica y europea, pero tampoco la esperanza. “La historia no ha acabado y es dinámica, siempre hay fuerzas nuevas que emergen”, ha expresado antes de confesar cuál es el centro de su cine y el principal problema de los países europeos. “Lo que intento reflejar, es que hay un conflicto inevitable en el corazón de la sociedad entre los empresarios y la clase trabajadora, siempre lo ha habido y lo habrá, y eso no va a parar hasta que ganemos. Lo que los empresarios hacen es explotar cada vez más a la gente y buscar ese enfrentamiento. Si este año se privatizan las líneas férreas, el año que viene habrá que privatizar otra cosa para seguir creciendo. El obstáculo para nosotros es que los líderes no lo reconocen. Ellos dicen, mira, hay unas miguitas que sobran en la mesa, vamos a dividirlas con la gente, pero nuestra lucha es decir que nosotros queremos esa mesa”, ha expresado Loach visiblemente emocionado y que recibía cada sentencia con una ovación.

Lo que intento reflejar, es que hay un conflicto inevitable en el corazón de la sociedad entre los empresarios y la clase trabajadora, siempre lo ha habido y eso no va a parar hasta que ganemos

A pesar de su ideología y su compromiso político, Loach siempre se ha caracterizado por ser muy crítico con los propios partidos de izquierdas, y esta vez no ha sido una excepción. “Ahh, la izquierda: ¿farsa o tragedia?”, ha manifestado con ironía antes de analizar la situación del socialismo en la actualidad. "El problema está en que los líderes no han tenido confianza en la fuerza de la clase trabajadora, no creen que la clase obrera pueda ganar. Los que han liderado la lucha obrera no han entendido suficientemente las teorías políticas, entonces siempre se les ha podido comprar. Al principio fueron los socialdemócratas haciendo pactos con los empresarios, y llevando a la izquierda a una derrota, a un callejón sin salida y haciendo que la gente pierda la confianza”, ha explicado.

Su visión de lo que va a ocurrir en Reino Unido ahora es preocupante, y cree que la izquierda se encuentra en un momento de fragmentación que les debe llevar a una reconfiguración. Tampoco ha ayudado el auge de los partidos populistas de derechas y el brexit que cree que van a abocar al país al desastre. “Creo que los efectos del Brexit van a ser nefastos para la gente trabajadora por este motivo, porque los grandes inversores quieren estar en la Unión Europea, que es donde está el mercado, y para hacer que inviertan aquí sólo lo harán si la mano de obra es barata, si se puede contratar y despedir a la gente fácilmente, si los impuestos a las empresas y los ricos son bajos, si no hay restricciones para proteger el medio ambiente... y todo eso es malo para los trabajadores, pero esa es la dirección a laque Theresa May quiere llevar al país”, dijo esta vez con pesimismo.

El obstáculo para nosotros es que los líderes dicen, mira, hay unas miguitas que sobran en la mesa, vamos a dividirlas, pero nuestra lucha es decir que nosotros queremos esa mesa

El fallido proyecto europeo también recibió los dardos del director, que ha bromeado con las reacciones de la crítica de la derecha a sus películas más comprometidas como El viento que agita la cebada, cuando le compararon con Leni Riefenstahl. “La Unión Europea no es una organización en favor de los trabajadores. Si se lee el documento de origen dice que hay un compromiso por el mercado libre y por la privatización, y eso ha seguido así año tras año. Mira lo que han hecho con Grecia, han tenido que venderse y les han destrozado. Siempre se da prioridad a las grandes corporaciones en vez de a los derechos de los trabajadores, ¿cómo puede la izquierda defender eso?. La Unión Europea tiene que reinscribirse desde cero y trabajar todo lo que podamos para crear un movimiento así en toda Europa, pero es un mensaje complicado, porque la derecha les dirá que la culpa es del extranjero”, ha agregado.

Loach ha pedido lucha y unión de los trabajadores para corregir una situación que va a peor y que en Reino Unido ha llegado a convertirse en una “limpieza social”. “Sólo los ricos viven en el centro de Londres. Cuando hicimos la investigación para la película nos llamó la atención que el Gobierno está empeorando la sanidad de sus ciudadanos a sabiendas, y están empujando a la gente al hambre a sabiendas”, ha zanjado.

El director ha presentado este año Yo, Daniel Blake. EFE

También ha tenido palabras duras contra Donald Trump, cuyas ideas ha considerad “aberrantes”, y ha encontrado el origen del auge de los populismos de derecha en EEUU y Reino Unido en la relación de Ronald Reagan y Margaret Thatcher y su forma de entender el capitalismo y el buscar los “beneficios de la forma más implacable posible”. “Se quitaron las regulaciones, se debilitó a los sindicatos y el capitalismo ha campado a sus anchas”, ha añadido.

Rosa de Luxemburo dijo: 'socialismo o barbarie', yo digo 'socialismo o supervivencia

Para luchar contra ello pide que el cine esté más comprometido políticamente. Él nunca pensó que podía “cambiar el mundo”, pero sí “ser una voz dentro de un coro enorme, y cuantos más seamos mayor será el papel que desempeñemos dentro del coro y así podría surgir un movimiento y redefinir programas e ideas, pero tenemos que creer en ello, porque lo opuesto es creer que somos impotentes y que no podemos hacer nada”. Genio y figura del director más político y más necesario del cine que se ha despedido con una frase para el recuerdo: “Rosa de Luxemburo dijo: 'socialismo o barbarie', yo digo 'socialismo o supervivencia'”.

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