El secreto de Marrowbone.

El secreto de Marrowbone.

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Hay vida después de ‘El orfanato’: ‘El secreto de Marrowbone’

El guionista de ‘El orfanato’ (2007) y ‘Lo imposible’ (2012) debuta en la dirección con un personal cuento gótico de fantasmas. 

Desirée de Fez
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El secreto de Marrowbone no parece una película de J.A. Bayona, aunque es evidente que su director y el de Un monstruo viene a verme (2016) comparten referentes, temas y rasgos estilísticos. El secreto de Marrowbone parece y es una película de Sergio G. Sánchez. Es inevitable verla y no pensar en El orfanato (2007), una de las mejores y más influyentes películas de terror de la pasada década.

Pero es que la importancia de aquella película no solo se debió a la magnífica dirección de Bayona, sino también a su guión, un texto de aliento literario que revivía un subgénero del terror, el cuento gótico de fantasmas, por aquel entonces en desuso. Y aquel guión era de Sergio G. Sánchez. Como también era suyo el magnífico corto 7337 (2000), donde ya estaban todos los temas que iban a marcar el cine español de terror de la primera mitad de 2000: es fascinante comprobar cómo esa miniatura fantasmagórica se adelanta en el tiempo a El espinazo del diablo (2001), Los otros (2001) y El orfanato.

Es desacertado considerar El secreto de Marrowbone un sucedáneo tardío de El orfanato y de todas las películas que le fueron a la zaga (que fueron muchas, y de muchos países)

Por todo eso, es desacertado considerar El secreto de Marrowbone un sucedáneo tardío de El orfanato y de todas las películas que le fueron a la zaga (que fueron muchas, y de muchos países). El debut en la dirección de Sergio G. Sánchez no es el derivado fuera de tiempo de nada, sino un paso adelante en la filmografía de un cineasta con una identidad muy clara, de un autor con un ideario, una sensibilidad y un estilo personales aun siendo también profundamente referencial, algo que nunca ha ocultado. En su debut en el largo, Sergio G. Sánchez se aleja de las corrientes dominantes del fantástico actual para contar la historia que quiere, absolutamente conectada con sus trabajos más conocidos y personales (entre ellos, los guiones de El orfanato y de Lo imposible).

¿Demodé? Puede ser, pero bella

¿Es El secreto de Marrowbone una película demodé? Pues puede ser. Es evidente que ni su puesta en escena, ni su corpus emocional, ni su sentido del misterio, ni su diseño de sustos se ajustan a las constantes del terror contemporáneo. Pero también es posible ver su intemporalidad como algo bello y, hasta cierto punto, osado.

Inspirada por dos obras milagrosas, A las nueve, cada noche (Jack Clayton, 1967) y El otro (Robert Mulligan, 1972), con las que El secreto de Marrowbone comparte la expresión irreal y casi alucinada de una situación terrible, el debut de Sergio G. Sánchez ensambla con serenidad y elegancia melodrama familiar y filme clásico de fantasmas. Ambientada en 1969 en la América rural, la triste historia de Jack, Billy, Jane y Sam, cuatro hermanos que se ven obligados a crecer sin la presencia de un adulto y a cuidar los unos de los otros, dispara los temas clave de la filmografía como guionista de su autor.

Un cuento doloroso (y terrorífico)

Muy cuidada en su escritura de personajes, atenta en su dibujo de los procesos internos de cada uno de los chicos y de su relación con la tragedia, El secreto de Marrowbone encierra en un hermoso cuento gótico un doloroso melodrama sobre los vínculos (y fantasmas) familiares, sobre la pérdida, el duelo y la búsqueda de consuelo, sobre la  terrible cercanía de la muerte, sobre el miedo y la locura. Y una de las cosas más interesantes es que su conexión con el terror no es liviana, va más allá de una puesta en escena que remite al cine clásico de fantasmas y de la atmósfera de duermevela.

Película de factura impecable, apoyada en un magnífico diseño de producción y planificada y rodada con clase, El secreto de Marrowbone tiene un evidente corazón emocional. Pero es también una pesadilla frontal, llena de sobresaltos y siniestros espejismos y aterradora por imprevisible. El relato de la historia de los cuatro hermanos (y de esa especie de ángel de la guarda encarnado por la inmensa Anya Taylor-Joy) se rompe varias veces al final y toma giros inesperados que pueden enojar al espectador. En cierto modo es comprensible. Pero también hay algo muy bonito en esos virajes porque tienen que ver con nuestro deseo de sorprender y emocionar cuando contamos un cuento, y El secreto de Marrowbone es exactamente eso, un cuento a la vez hermoso y doloroso.