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El cine ha encontrado un nuevo superhéroe. No tiene capa, ni poderes, ni siquiera está vivo. Por si esto no fuera extraño, resulta que ese nuevo salvador es un político, y uno que originalmente no resultó especialmente simpático a la sociedad. Desde el año pasado la ficción ha encontrado en Winston Churchill un emblema, un símbolo ante unos tiempos en los que la extrema derecha sube como la espuma, Reino Unido se marcha de Europa, y un demente gana como presidente de EEUU.

Los discursos del que fuera presidente de Gran Bretaña resuenan ahora más fuerte y actuales que nunca, y los creadores no lo han obviado. La primera en llegar fue The crown, la serie de Netflix creada por Peter Morgan -especialista en la corona británica como demostró en The Queen, de Stephen Frears-, que centraba su primera temporada en los primeros años de reinado de Isabel, que coincidieron con los últimos de gobierno de Winston Churchill. En aquella ocasión fue un John Litgow perfecto el que dio cuerpo y voz a aquel señor orondo que ganaba a todos con su elocuencia y sus malas pulgas. Churchill era un secundario robaescenas que hizo que el actor se llevara todos los premios el año pasado.

Darkest Hour: Kristin Scott Thomas

En verano del año pasado llegó Dunkerque, la epopeya bélica sobre la supervivencia de Christopher Nolan. El ejercicio virtuoso del director terminaba en un momento muy concreto, el discurso de un Churchill que nunca aparece en escena, pero cuya esencia resuena en todo el filme y se hace explícita en esas palabras que el propio director reconoció que era un mensaje por una Europa unida en tiempos de Bréxit. Churchill se aupaba otra vez como icono de la unión de los pueblos en tiempos difíciles. Lo hizo cuando prefirió luchar contra los nazis en vez de negociar una rendición, y lo hace casi 80 años después.

Poco después llegaba a los cines el primer biopic sobre el político británico. Tenía como nombre Churchill, y Brian Cox le daba vida, mientras que Miranda Richardson interpretaba a su inseparable Clementine. Un título que pasó desapercibido porque la industria ya había decidido cuál sería la película importante sobre la figura de Winston Churchill. Se trata de El instante más oscuro, y desde que comenzara a rodarse todo el mundo tenía una cosa clara: Gary Oldman iba camino a su primer Oscar. Tras kilos de maquillaje, el actor se convierte en su personaje en los momentos en los que tuvo que decidir si llevaba a su país a una guerra o pactaba una retirada con el menor daño posible. Muchos de los suyos intentaron hundirle, pero el poder de sus palabras hizo que se ganara al pueblo, que se unió más que nunca.

No sé si nuestros líderes son así ahora, no siento que sean mi voz, ni que representen cómo me siento. Creo que hay un conflicto ahí

En El instante más oscuro, es Kristin Scott Thomas la que da vida a su mujer, y para ella es ese el poder del personaje: sus palabras. “Churchill nos enseña ahora una lección sobre la importancia del lenguaje, de la palabra, sobre el poder de las palabras, y cómo de importantes son las elecciones correctas, y cómo reconsiderar la forma en la que hacemos declaraciones y cómo creamos daños innecesarios”, contaba la actriz a EL ESPAÑOL en la presentación de la película en Londres. Hacía referencia clara, sin mencionarles, a todos esos políticos que cargan con sus insultos, como Donald Trump o Marine Lepen.

Darkest Hour: Joe Wright y Gary Oldman

Para la actriz la vigencia de Churchill, y por lo que está tan de moda en el audiovisual, “es que es un personaje apasionado, que hizo mucho durante la guerra, y creo que ahora necesitamos gente así, necesitamos gente entregada, apasionada y con integridad”. Por ello tiene claro que hay una falta de políticos así: “No, ya no tenemos líderes como él”. Un pensamiento que también tiene la joven Lily James, que da vida a su secretaria Elizabeth Layton y que cree que su gran valor era que “tenía la voluntad de la nación con él, era la voz de la gente y tenía la gran convicción de levantarse contra la tiranía”. “No sé si nuestros líderes son así ahora, no siento que sean mi voz, ni que representen cómo me siento. Creo que hay un conflicto ahí”, apunta.

Joe Wright -el director de la película- y Gary Oldman intentan disimular el halo de hagiografía que hay en torno a la figura de Churchill, prefieren que sea el espectador el que tome sus propias conclusiones sobre por qué está tan de moda, pero el director de El instante más oscuro asegura que “nuestro trabajo ha sido bajarlo del pedestal, conocer cómo era cara a cara y tratar de entender al hombre detrás del mito”. Él no era muy fan de sus políticas, “digamos que no está en mi lista de héroes favoritos”, explica a este periódico con flema británica y consciente de que el próximo que se acerque al político, pensará en Gary Oldman y en su película.

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