Fotograma de Men in Black.

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'Men in Black International', la secuela sin Will Smith que nadie había pedido

Llega la cuarta entrega de la saga, pero sin ninguno de sus actores principales y con Chris Hermsworth como protagonista.

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Hollywood ha puesto el piloto automático. Si algo funciona, ¿para qué innovar? Eso es lo que deben pensar los productores de los grandes estudios viendo el plantel de películas que llegan en los últimos meses, especialmente los de verano, cuando la taquilla de EEUU está que echa humo. Ahora todo son universos extendidos, secuelas, reboots, remakes, spin-off y otros términos que hace años ni siquiera habíamos escuchado.

Apartando los prejuicios, no hay nada de malo en reboots si se hacen como El caballero oscuro de Nolan (que reiniciaba la saga de Batman y era a la vez secuela de la gran Batman Begins), o incluso terceras partes como Toy Story 3, inmejorable cierre y la más madura de toda la trilogía. El problema llega cuando no hay nada que contar, y sólo se quiere explotar la gallina de los huevos de oro sin meter nada de talento en ella.

La semana pasada veíamos una buena muestra de ello. X-Men revitalizó su saga con un notable filme como Primera Generación, y cada secuela que ha llegado desde entonces ha ido bajando el nivel hasta llegar a Fénix Oscura, una despedida por la puerta de atrás que además se ha estrellado en taquilla. Porque aunque la fórmula suela funcionar, hay un momento en el que el público dice que basta, que necesitan algo de sangre fresca para engancharse.

La recomendación de la semana: Men in Black international Carmen Suárez

Con la saga Men in Black puede que pase algo parecido. Nadie había pedido una secuela después de tres filmes, pero mucho menos habían pedido una en la que no saliera su gran baza comercial: Will Smith. El actor era el alma de la saga de acción y comedia alienígena que comenzó Barry Sonnenfield. Su espíritu canalla y su carisma hicieron que las dos continuaciones, cada una peor que la anterior, cumplieran en taquilla. MIB 3, la última hasta ahora, logró 180 millones en EEUU y más de 600 en todo el mundo. Números que justificaban una nueva entrega, que llega ahora bajo el nombre de Men in Black International.

El título le viene al pelo, porque ahora los hombres de negro, esa división super secreta para mantener el orden del universo y mantener a la gente alejada de contactos extraterrestres, viaja por todo el mundo como si fuera la saga de Misión Imposible. Veremos las sedes de Men in Black de Londres o París, en una aventura por proteger un artefacto que puede acabar con toda la galaxia. No es muy original. Los guionistas no se han rascado el coco para continuar la franquicia, y lo que es peor, ni siquiera han convencido a Will Smith para protagonizarla.

Hermsworth y Thompson en la película.

Hermsworth y Thompson en la película.

Sin su estrella en el reparto han convencido a Chris Hermsworth como cabeza de cartel. Hermsworth no es un seguro de vida en la taquilla, pero es lo mejor de la función. Al actor (que en lo dramático todavía tiene mucho que demostrar) se le ha dado bien explotar su vena cómica, jugando ese papel de guaperas medio tonto que borda. Aquí disfruta parodiándose a sí mismo, y la cámara parece enamorada de él. Hay innumerables bromas sobre lo atractivo que es, y aunque también han puesto a una heroína Mujer de Negro, en su primer encuentro ella cae rendida a sus pies. Feminismo 2.0 suspenso, a pesar de que metan con calzador unas cuantas pullas contra el machismo de su organización.

La chica es Tessa Thompson, que ya acompañó a Hermsworth en la tercera entrega de Thor, y que no puede hacer nada con su papel unidimensional. Intenta ser graciosa y poner gestos divertidos, pero nada sale natural. Todo es una excusa para lucir una producción de primera, un diseño de producción de infarto por el que mataría Luc Besson y cientos de razas alienígenas, alguna diseñada para vender peluches y merchandising. Un filme que se olvida según uno se levanta de la butaca y que es la muestra de que las secuelas necesitan alma para justificarse por sí solas y no por la taquilla.