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En 1983 un joven Pedro Almodóvar llegaba a Venecia con una película radical, irreverente y que revolucionó el Lido. Era Entre Tinieblas, la historia de unas monjas peculiares entre las que corría la heroína y hasta un tigre como animal de compañía. Un filme que muchos quisieron vetar, entre ellos el director Gian Luigi Rondi, director y miembro de democracia cristiana que presidía el jurado que no quería que estuviera en el festival.

Almodóvar volvería cinco años después con Mujeres al borde de un ataque de nervios, filme que ganó el premio al Mejor guion, pero que se le resistió el León de Oro, un premio que el director no tenía en su vitrina, algo que se ha solucionado ahora con el premio honorífico que le ha entregado el festival y que para él es casi un acto de “justicia poética” por aquella película cuya presencia recuerda como una fiesta. “Recuerdo a las actrices, venían maravillosas, y era una imagen de España de la que me sentía hiper orgulloso, era una imagen ultramoderna”, ha recordado hoy el director español.

Este año ha llegado su película número 21, Dolor y Gloria, y ahora recoge, precisamente, toda la gloria de una carrera única que le han convertido en uno de los autores fundamentales de la historia del cine español. “Intento no ser demasiado ostentoso con la gloria, pero este premio es importante y me da una emoción especial, creo que el tiempo me ha dado la razón”, ha dicho con retranca. Un cine lleno de diversidad, que era simplemente un reflejo de “la vida, que era muy moderna, sobre todo en aquel momento que vivía España”. “España despertaba de una dictadura tremenda de 40 años y había una sensación de libertad. Lo más importante que ocurrió con la movida era haber perdido el miedo y la libertad tan extraordinaria que gozábamos cada uno de los ciudadanos”.

Pedro Almodóvar y Eusebio Poncela.

El poder que le concedió el cine, como escritor y director, lo aprovechó para retratar la diversidad sexual que encontraba, y siempre incluyó todo tipo de orientaciones a las que siempre dotaba de “autonomía moral”, la que se encontraba en la que él considera su escuela: la noche. “Yo me rodeaba de gente muy joven y la noche, la noche madrileña, era interminable, no sólo divertida, era una gran universidad y yo me formé en esa universidad y en ese momento, y el resultado son mis películas. Mis películas demuestran que nuestra democracia era una democracia real, y yo soy la imagen de ella”.

¿Y es moderna la España de ahora tanto como lo era la de Mujeres al borde de un ataque de nervios? Almodóvar no lo tiene claro. Cree “que existe una España moderna, contemporánea y que, en efecto, como casi todos los países, tiene ahora algo a lo que se había resistido, que es un partido del que no tenemos que exagerar su representación, un partido de ultraderecha, y eso es algo que ocurre este año cuando en otros países ocurrió mucho antes. Así que no se si es moderno la palabra para esta situación que es la que es. Seguro que Madrid, sigue siendo una ciudad muy moderna. Yo salgo mucho menos y no voy a todos esos lugares donde vive esa España moderna, pero a veces me la encuentro, sigue existiendo”.

España despertaba de una dictadura tremenda de 40 años y había una sensación de libertad. Lo más importante que ocurrió con la movida era haber perdido el miedo

El manchego ha rememorado sus inicios, cuando “no tenía ni idea de lenguaje cinematográfico y no pensaba en el estilo porque mi única preocupación es que la historia se entendiera”. “Desde la tercera película, que fue Entre tinieblas, tuve más medios, y ahí empecé a ser consciente del lenguaje y a enamorarme de él, pero nunca me ha preocupado tener un estilo propio, eso es algo que ha sido una circunstancia que llega por sí misma”, igual que ha explicado que le pasa con el color tan peculiar de sus obras, que ha atribuido al tecnicolor de las películas que le fascinaban y una reacción a la tierra gris donde nació y donde el color rojo no existía y sólo recuerda el negro de las viudas.

Esas señoras que han nutrido su cine y sus historias y que han ayudado a crear obras maestras como Todo sobre mi madre y Volver, títulos fundamentales de nuestro cine por los que hoy ha recogido uno de los galardones más importantes que existen en el séptimo arte.

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