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“Prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida”. Los votos en las bodas se repiten una y otra vez. Juran dedicar su vida al otro. No hay ni una palabra sobre uno mismo. Sobre poner la felicidad personal por encima del sacrificio, sobre no ser sumisos, sobre la libertad individual. No. Una mujer que se casa parece que debe aceptar de forma implícita que ahora está en un segundo plano.

Pero, ¿y si los votos se hicieran para uno mismo? Prometer que te vas a cuidar, amar y respetar por encima del resto para que nadie te pise. Eso es lo que proponen las casementeras que por todo el mundo realizan las bodas individuales. Ceremonias en las que una persona contrae matrimonio consigo misma como símbolo para decir a los demás que lo primero es lo primero, y que sin estar uno a gusto consigo mismo no va a ningún sitio. Eso es lo que propone también Icíar Bollaín en su nueva película, La boda de rosa, una deliciosa comedia -que se estrena este mismo viernes- que emociona por su honestidad, su tono y su mensaje positivo y de libertad.

Uno entiende a Rosa, esa mujer anulada a la que da vida una Candela Peña sublime. Ella es la pareja perfecta, la vecina que cuida las plantas, la hija que se ocupa del padre y la hermana que cuida a los sobrinos. Hasta que rompe. Un día decide que no puede más, que tiene que reconducir su vida, y se va a reabrir la tienda de su madre y a casarse… consigo misma. Tierna, emotiva, actual… Bollaín consigue una película en apariencia sencilla pero que emociona y que además tiene un plantel de secundarios que piden premios desde ya. Sergi López como el hermano controlador pero de buen corazón y una Nathalie Poza que demuestra ser un torrente cómico.

Tráiler de La boda de Rosa

La directora vuelve a colaborar con la guionista de Te doy mis ojos, Alicia Luna, para ficcionar una noticia que vio hace años y donde claramente vio una historia para escribir juntos. Una agencia de Japón que hacía ‘solo weddings’. “Te vestían de princesa, con ramo, te hacían un álbum espectacular. El reportaje se llamaba ‘Todo menos el novio’, y así se llamaba la película al principio. Empezamos a investigar y vimos que lo hacía mucha gente, también hombres, y que en España también se hacia, está May Serrano, que hace de casamentera y hace bodas colectivas hasta con cursillo prematrimonial. Pero lo que vimos es que había un temazo sobre la autoestima, sobre escucharse uno mismo, pararse a pensar lo que haces con tu vida y esos familiares que se han decidido. Queríamos que fuera en un tono de comedia, porque no de gag, sino que tuviera humor aunque fuera un tema muy serio”, cuenta la directora a EL ESPAÑOL.

Bollaín no sabe si ella se casaría consigo misma, porque no es una cuestión de decir esos votos, sino que luego “hay que hacerlo”. “Yo ya me he casado un poco conmigo misma, pero me queda todavía. Nos han educado en lo contrario. La gente entiende como egoísta que te hagas caso a ti misma, y a las mujeres se nos ha educado en la cultura de dar a los demás, de cuidar, es algo que va en tu disco duro, cuando eso creo que lo podemos hacer todos. No es una cuestión de ir a la contra, pero es que parece que el último en el que piensas es en ti mismo”, opina la realizadora.

La gente entiende como egoísta que te hagas caso a ti misma, y a las mujeres se nos ha educado en la cultura de dar a los demás, de cuidar

Candela Peña no lo haría, “pero porque no lo necesito, porque tengo ese compromiso hecho conmigo misma, y lo he hecho porque si no no hubiera podido hacer este papel. Ese era el agobio que tenía yo, porque yo quería ser leal a Rosa, y tenía que comprometerme conmigo misma, no podía contar a una mujer que hace algo que yo no había sido capaz de hacer”, dice la actriz que se ha comprometido a ver la película este mismo viernes, con su estreno en salas: “Es parte de mi reivindicación con este mundo covid, que nos ha tenido los cines y los teatros cerrados. Yo me hice actriz de cine porque soy la hija de los dueños bar de al lado del cine de mi pueblo. Soy actriz de cine para verme en pantalla grande”.

Cree que no vale sólo con hacer unos votos, sino que tenemos que asumir “que somos los absolutos responsables de nuestra vida. Hay gente que hace terapia para darse cuenta y otros se casan consigo mismos, pero la cosa es tomar las riendas de tu vida, es fácil decir que no me gusta la vida que llevo y no mover ficha, pero yo soy de las que quiero mover ficha porque quiero cada vez ser mejor persona, por mí y por los que me rodean”.

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Su personaje aprende en este viaje a decir que no, y ella reconoce que “como mujer he pasado del sí al no”, pero que como actriz ha hecho el trayecto contrario. “Ha sido una evolución a la contra. Cuando era más jovencita decía que no a todo, porque yo me creía Isabelle Huppert, hasta que un día Isabel Coixet me dijo que si era tonta perdida, que tenía que decir que sí, y que mejor hacer una mala película que no hacer películas. Y otra amiga, Carmen Maura, me dijo: ‘Candela, de las malas películas no se acuerda nadie, así que ahora hago, hago y hago”, explica.

La ganadora de dos premios Goya aprovecha para subrayar que “la prensa os inventáis muchos rollos sobre mí”. “No entiendo cuando alguien dice de una persona que tiene un carácter fuerte, o que es indómita... no lo entiendo, si mi trabajo es ser una herramienta para contar la historia de otro. Yo soy obediente, estoy al servicio de lo que el director quiere. Si no, yo no trabajaría, yo soy absolutamente plastilina, no se por qué la gente fantasea con eso”, zanja.

Donde podrá tomar las decisiones que ella considera será en la serie que lleva años preparando y que ahora parece que se materializa. Se llama Puerto y Camino, y es una serie de mujeres de verdad que “va a producir Isabel Coixet, en la que estará Sergi López y que estamos esperando a que una plataforma nos conteste, porque es la mejor serie que vais a ver en vuestra vida”. Continúa así una temporada donde no ha parado de encadenar trabajos, aunque ella sabe que este trabajo son “casualidades, es como cuando la marea esta alta o baja, yo soy como un playa y a veces tengo el mar cerca o más lejos. He pasado a veces hasta tres años sin trabajar y ahora sé que puedo ser una actriz más golosona para la profesión por Hierro o por salir en La resistencia, pero yo ahora mismo, por ejemplo, soy una actriz en paro”. Seguro que por poco tiempo, porque con La boda de Rosa confirma que está en un momento dulce y que puede hacer lo que quiera.

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