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Hay dos tipos de personas. Las que cuando escuchan el nombre de Rebeca piensan en la cantante de Duro de pelar, y las que lo que hacen es viajar a la obra maestra de Alfred Hitchcock. A Manderley. A aquella mansión lúgubre y a aquella Señora Danvers que siempre se incluye en la lista de las villanas más imponentes de la historia del cine. Una adaptación de la novela de Daphne du Maurier que convirtió en una historia de fantasmas sin fantasma, en una mezcla de géneros perfecta y en el único Oscar a la Mejor película que lograría en toda su carrera.

En una época de remakes, Hitchcock era uno de esos autores que parecía que vivían protegidos de la moda. Puede que el estrepitoso fracaso de Gus Van Sant copiando plano a plano Psicosis fuera una alarma para el resto. Había que tener un punto de locura para hacerlo, y quizás eso es lo que le sobra a Ben Wheatley, cineasta que no se pliega a la industria como había demostrado en títulos como Turistas, o High-Rise, la adaptación de la novela de Ballard. Lo ha hecho para Netflix, y ha dado color y puesto al día una historia que, como siempre aclara, no es un remake de la película, sino una nueva versión de la novela que cuenta la historia de un viudo que contra matrimonio por sorpresa en unas vacaciones. Todo parece idílico hasta que llegan a la mansión de él, donde su criada parece que conspira contra la nueva señora

“Decidí hacer la película cuando leí el guion. Por supuesto que había visto la película y me había leído la novela, pero me gustaba el giro que daba el guion, porque cuando leí la obra, me di cuenta de que no me acordaba de la película. Todos dicen que es una historia romántica, y según la leía me decía, ‘¿cómo?, no, eso es raro...’. Me di cuenta de que la recordaban mal. Puede que fuera porque es como una gran sombra, como la piedra Rosetta de los thrillers, pero cuando releí la obra me di cuenta de que era muy moderna y que el giro principal y la moralidad del libro eran muy valientes, más que lo que suele serlo el cine actual, porque es un asesinato casi celebrado por el público porque libera a los protagonistas, y creo que eso se perdía en la adaptación de Hitchcock”, cuenta el director a EL ESPAÑOL.

Armie Hammer y Lilly James en Rebeca.

Es cierto que su versión es más oscura en el sentido de la doble moral de los protagonistas, que en la original eran Laurence Olivier y Joan Fontaine, a los que aquí sustituyen Armie Hammer y Lilly James, que valoraron “las agallas” de Wheatley para hacer una versión de una novela que ya había adaptado Hitchcock. “Ben tiene una mente brillante, y un punto de vista maravilloso, y encima su puesta en escena es excelente, así que cuando te llama un gran director sólo puedes decir que sí”, explica Hammer a este periódico. A James le fascinó el tono “oscuro y perverso” y “la ambivalencia moral del personaje”, y también reconoce que vio la película y leyó la novela justo antes de empezar el rodaje "para alejarme lo más posible”.

Un remake o nueva adaptación en la que destaca Kristin Scott Thomas como la siniestra Señora Danvers, en una visión más humanizada que aquella visión casi fantasmal y gótica de Hitchcock, aunque la actriz lo niegue, su personaje es “la villana” y además defiende que para hablar con propiedad, esta película “debe ser comparada con la novela, y no con otra película”. Nadie tose a Kristin Scott Thomas. “Claro que es la villana, es una fuerza negativa, como lo era en la novela. Es como una bruja misteriosa, tiene como una cualidad mágica, y creo que eso esta muy presente en la versión de Ben, y de alguna forma se parece más a la atmósfera de la novela. Creo que sí que es la villana, aunque es verdad que cuando llega el giro vemos que quien ha hecho el mayor mal no es ella”, zanja.

Desde que hago cine siempre he estado preocupado por el estado del cine. Si lees la historia de la distribución te das cuenta de que siempre hemos estado en un bucle de caos

Aunque en la película no se cuenta de dónde viene esta ama de llaves que defiende el espectro ausente de su antigua ama, ella le ha creado un pasado, y ve en ella a muchas “mujeres de aquella generación que enviudaron o perdieron a su pareja por culpa de la Primera Guerra Mundial”. Su personaje encontró sentido a su vida siendo la criada de “Rebeca, y dio todo su amor de mujer joven en esta chica, en cuidarla y en verla convertirse en una mujer, tanto que se ciega por ese amor”, tanto que no ve su maldad, “como esas abuelas que no pueden ver que sus nietos hacen cosas mal porque están cegadas”.

“Cuando Rebeca muere ahogada, ella está superada por el dolor, y cree que la única forma de mantenerla viva de alguna forma es dejando todo como está. La casa, el cuarto… y cuando el señor viene casado surge toda su ira, su tristeza y esos sentimientos que la convierten en un monstruo”, zanja la actriz sobre un personaje que en esta versión tiene un destino diferente.

Aunque Rebeca se ha estrenado en Netflix y en unas pocas salas en un momento en el que muchos cines agonizan, pero Ben Wheatley tiene claro que los cines “sobrevivirán”. “Siempre lo han hecho. Desde que hago cine siempre he estado preocupado por el estado del cine y cada estreno ha sido diferente. Cada año que pasa cambia la situación, y si lees la historia de la distribución te das cuenta de que siempre hemos estado en un bucle de caos. Siempre ha sido un desastre, pero si miras, ahora hay más espectadores que nunca, así que creo que los cines volverán, aunque sea de una forma diferente. El cine debe sobrevivir, y también la televisión, el formato doméstico… lo harán de forma diferente, y eso no tiene porque ser malo”.

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