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Berlanga, de la A a la Z: el diccionario para entender al director que mejor radiografió a España

Este sábado se cumplen 100 años del nacimiento de uno de los mejores directores de la historia del cine español. Lo celebramos con este diccionario.

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El 12 de agosto de 1921 nació Luis García Berlanga. El gran cronista de nuestro país que este sábado hubiera cumplido 100 años. Para celebrar este centenario, el propio director dejó escrito que se descubriera el contenido de la caja del Instituto Cervantes donde dejó depositado un legado que por fin se ha descubierto.

El guion de la cuarta parte de la trilogía Nacional era la sorpresa que Berlanga nos tenía a todos preparados. Un nuevo capítulo en una vida, y en una filmografía, que construyó algo tan complicado como eso que llaman un universo personal. Un universo que en este diccionario para celebrar su centenario intentamos resumir y explicar.

A: Austrohúngaro

La palabra mágica, el guiño que Berlanga dejó en todas y cada una de sus películas. Nadie sabe a ciencia cierta por qué -aunque casi todos aseguran que era por superstición-, pero en todas las obras que dirigió hay una mención al imperio austrohúngaro. Dicen que a lo mejor nació porque el padre de un amigo suyo fue el último cónsul austrohúngaro en Valencia, pero realmente parece más una broma recurrente, una pincelada de su universo personal, aunque todos sabemos que el último austrohúngaro, era el propio Luis García Berlanga.

B: Berlanguiano

Pocos directores se convierten en adjetivos. Berlanga lo logró. Cuando algo rozaba el esperpento, lo absurdo, se le ponía la etiqueta de Berlanguiano. Tanto la hemos usado, que hasta la RAE la ha incluido en el diccionario, pero para explicarnos qué significa que algo es berlanguiano, nadie mejor que Manuel Hidalgo, amigo, coguionista del guion inédito ¡Viva Rusia! Y escritor de El último austrohúngaro, conversaciones con Berlanga:

“La intención de la RAE es que ante una situación digamos que esto es ‘berlanguiano’, y esa situación creo que apelaría a lo que Berlanga reconoce, eso que viene de una tradición española que distorsiona el realismo y que viene del sainete, del astracán o del esperpento”.

C: Ciudad de la Luz

Uno de los proyectos que obsesionaron al director, y que no era una película, sino más bien la forma de convertir a su tierra en el mayor plató del mundo. Un sueño que persiguió “durante 25 años ha sido para mí una auténtica obsesión". Antes de que la Generalitat de Valencia y la corrupción lo convirtieran en una pesadilla, Ciudad de la Luz se convirtió en los mayores estudios de Europa con 800.000 metros cuadrados, diez platós, 8.000 metros de talleres y almacenes auxiliares, una zona acuática donde se rodó Lo imposible y un área de rodaje de exteriores de 220.000 metros, además de una escuela de formación.

D: División Azul

Luis García-Berlanga, en el frente ruso con la División Azul.

Luis García-Berlanga, en el frente ruso con la División Azul. Colección García-Berlanga

Uno de los momentos de su biografía que más líneas de papel ha llenado es su pertenencia a la División Azul, con la que incluso fue a Rusia, del lazo de los nazis, en la II Guerra Mundial. ¿Qué fue lo que empujó a un voluntario del Ejército republicano a convertirse en uno de los 50.000 españoles que lucharon por los intereses de Hitler en el frente oriental? Pues ahí entran dos teorías, las que opinan que fue para salvar a su padre, José García-Berlanga Pardo, un político liberal que fue detenido y cuya única forma que tenía de salvarse consistía en el alistamiento de algún familiar en la División Azul. Pero el propio Berlanga, en una entrevista en 2005 en El País, contó que había sido por una chica, Rosario Mendoza.

E: España

Pocos directores han retratado tan bien a su país como lo hizo Berlanga. Desde sus primeras películas, junto a Bardem, a la última, siempre retrató la esencia de un país y de sus miserias. Lo hizo durante el franquismo, con obras cumbres como Plácido o El verdugo; en la transición y en la Democracia, con esa trilogía nacional que no dejaba títere con cabeza. Berlanga atacaba a todos, y sacaba a golpe de sarcasmo, el espíritu de un país.

F: Fetichismo

Fotograma de 'Tamaño Natural'

Fotograma de 'Tamaño Natural' Berlanga Film Museum

Berlanga nunca tuvo ningún problema en manifestar sus fetiches, tanto en sus películas como en sus declaraciones. Le gustaba el erotismo -poseía una biblioteca erótica secreta-, y le gustaban las ligas, las medias, pero si algo le gustaba era un buen zapato de tacón. Algunos hasta bromearon con que hubiera dejado uno en la caja de su legado en el Instituto Cervantes. De hecho, se creó el premio Berlanga a la Mujer mejor calzada de España en Elda, donde se encuentra el Museo del Calzado.

G: Guerra Civil

Berlanga se alistó de forma voluntaria en el Ejército republicano a los dieciséis años y medio. Al principio, la Guerra Civil fue para él "las vacaciones más maravillosas del mundo": gamberradas, bromas y primeras incursiones en los prostíbulos de su Valencia natal con su cuadrilla de amigos. "Como cualquier joven no comprometido de quince años viví la guerra como la salvajada que es, pero sobre todo como una juerga permanente, una juerga acompañada de ese afán por conocer y de leer todo lo que podía", reconocería en sus memorias. Pronto descubrió el lado real de la guerra y calificó la ofensiva republicana sobre Teruel, que se saldó con casi 40.000 bajas de ambos bandos, como "una puta carnicería y un auténtico desastre".

H: Hijo de puta

Alfredo Landa contaba medio en risa medio enfadado, que Berlanga le hizo subir 41 veces una ladera para rodar una escena de La vaquilla. Berlanga siempre se acordaría del actor para decir que fue él quien había hecho su mejor definición: “Berlanga es un hijo de puta con ventanas a la calle, pero si me llama, siempre me tendrá a su lado”.

I: Iglesia

Si había una institución a quien Berlanga atizara más en sus películas, esa era la Iglesia. El director siempre lanzaba sus dardos a las clases altas, a la aristocracia, y sobre todo a los curas y a la Iglesia que conformaban una élite egoísta y ausente de valores.

J: Juan Antonio Bardem

Amigo, compañero, y codirector de sus primeras películas. La relación con Bardem fue de amor y odio. Se querían por encima de todo, pero discutían como una pareja de novios. Por ideas políticas, por compromiso, por idealismo… la visión del mundo de Bardem -que le llamaba “fanfarrón inverso”- pasaba por su creencia en “la concienciación colectiva, en la silidaridad”. “Yo creo poco, aunque me gustaría creer. En las películas con gente ideológicamente más próxima a mí, como Azcona, no se aprecia ninguna confianza en la solidaridad, ni en las tomas de conciencia, ni en las soluciones”, le decía Berlanga a Manuel Hidalgo en una de sus charlas recogidas en el libro.

K: Kamikaze

Berlanga iba contra todos. No había nada que se pusiera en su camino. En sus películas ridiculizó a la derecha, la izquierda, la iglesia, el poder, al franquismo, la aristocracia… todos y cada uno de ellos recibía su merecido, y todos en algún momento se enfadaro. “Era un anarcoide y tenía esa pasión por la libertad y por todo lo que tenga que ver con su libertad en el sexo, en vivir, en comer lo que quiera… eso es su ideario. Y va contra el que se oponga, contra quienes quieran domesticar su libertad e imponer una visión totalitaria de las reglas”, dice de él Manuel Hidalgo.

L: Leguineche

Apellido de la familia más importante de la obra berlanguiana, la saga que protagonizó su trilogía Nacional, formada por La escopeta nacional, Patrimonio Nacional y Nacional III. A través de las andanzas del Marqués de Leguineche (Luis Escobar) y su familia, Berlanga radiografío a la España del tardofranquismo, de la Transición y del golpe de estado y la victoria socialista.

M: Marshall

Fotograma de la película '¡Bienvenido, Míster Marshall!'.

Fotograma de la película '¡Bienvenido, Míster Marshall!'. Berlanga Film Museum

Apellido que dio nombre al plan por el que EEUU dio ayudas a los países europeos que habían sufrido las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, y apellido que dio nombre a su primera película como director en 1953. Escrita junto a su amigo Juan Antonio Bardem, y en la que ya se intuía su estilo del humor y sus inquietudes que captaban la esencia de un país sumido en la dictadura.

N: Nacional IV ('¡Viva Rusia!')

La película que nunca se hizo y cuyo guion se encontraba en la caja 1034 del Instituto Cervantes que se abrió con motivo de su centenario. Una película coescrita junto a su hijo Jorge, Rafael Azcona y Manuel Hidalgo. El amigo y escritor de Berlanga escribió junto a él una nueva versión con una misión: “suprimir y suprimir, reducir las 163 páginas a una duración estándar, 1:45 horas; y al mismo tiempo, inventar nexos y pequeñas cosas". Hidalgo, además, fue el artífice del título de ¡Viva Rusia!, que se explica por dos razones.

"Entre las enormes locuras que contiene esta historia, la principal es que unos supuestos descendientes de los zares rusos, los Romanov, exiliados en Centroamérica —todo es un disparate— pasan por España porque los Leguineche son parientes suyos y porque tienen clarísimo que el comunismo cae. Los marqueses, que otra vez están sin un duro, les reciben y agasajan para liarles y hacer negocios en la nueva Rusia zarista", explica el escritor. "Al comprobar este ingrediente, se me ocurrió este título también como un guiño de humor —no sé si decir negro— a la participación de Berlanga en la División Azul contra Stalin. A Luis le pareció excelente la broma, le divirtió muchísimo".

Ñ: Coño (Pelos de)

Sorpresa que se encontraba en uno de los frasquitos de la colección del marqués de Leguineche en una de las escenas más míticas de La escopeta nacional. Canivell, al que daba vida de forma desternillante, descubre el contenido: “Mari Carmen, 15 años, tres veces. Aurora, 23 años, 12 veces... Pero si son pelos de coño”.

O: Oscar

Premio al que optó por su película Plácido en la categoría de Mejor película de habla no inglesa. Fue en 1962 y no lo logró. Perdió frente a Bergman y su Como un espejo. Para Mónica Randall, Berlanga nunca tuvo la repercusión internacional que merecía, o incluso el Oscar, por el franquismo.

P: Plano Secuencia

Seña de identidad estilística del director. Grandes tomas sin cortes donde pasa de todo, los personajes entran, salen se mueven, y todo con una aparente sencillez que en el fondo respondía a una planificación milimétrica. José Sacristán califica los ensayos de los planos secuencias como “ensayar el lago de los cisnes”.

Q: 'Les Quatre Vérités'

Rareza en su filmografía. Berlanga estrenó en 1962 este encargo que consistía en rodar uno de los cuatro episodios que forman el filme, basados en las fábulas de La Fontaine, junto a directores como René Clair o Alessandro Blasetti. Su fragmento se titula La muerte y el leñador, lo coescribe con Azcona, y su estreno enfurece a los franquistas, que ven una crítica brutal al régimen por la mirada que da del país.

R: Randall, Mónica

Actriz y amiga de Berlanga, al que dio la oportunidad de romper con su imagen de actriz seria y hacer comedia gracias a La escopeta nacional. La propia Randall recordaba con motivo de este centenario cómo le ofreció el papel en un viaje por el Caribe porque le dijo que era “muy graciosa”. Algo que ayudó a romper la imagen de “Sra. Danvers”, que el cine español le había colocado.

S: Sacristán, José

José Sacristán en La Vaquilla.

José Sacristán en La Vaquilla.

Actor y colaborador del cineasta en La vaquilla y Todos a la cárcel. Sacristán decía hace poco en un acto en la Academia de Cine que “Luis es uno de los mejores cineastas del cine universal”, y recordaba divertidas anécdotas sobre los rodajes, como que Berlanga quiso usar una vaca brava para rodar La Vaquilla, y él se quedaba paralizado por el miedo hasta que a los dos días cambiaron por una vaca mansa.

T: Tombuctú

Ciudad situada a siete kilómetros del río Níger, capital de la región homónima, en la República de Malí, y que da nombre a la última película dirigida por Berlanga: París, Tombuctú.

U: Umbral, Francisco

Escritor, amigo y admirador de Berlanga. Él escribe la presentación del libro de Manuel Hidalgo sobre el cineasta y establece la “teoría del cachondeo”, que establece que en la dictadura -cuando el cachondeo era una “forma de resistencia pasiva”) había tres grandes cachondos nacionales: “Cela en la novela, Fernán Gómez en el teatro y Berlanga en el cine”.

V: Verdugo, El

Su obra maestra. Un alegato contra la pena la muerte con guion de Rafael Azcona que sigue siendo tan actual, demoledora, divertida y a la vez trágica, que el primer día. En la caja de su legado se encontraba una revista francesa con un ensayo sobre la película, lo que demuestra la gran dimensión internacional del cineasta.

W: Wajda, Andrzej

Director ruso que ganó la Palma de Oro en Cannes el 1981, año en el que Berlanga compitió con Patrimonio Nacional, que se va de vacío. Ese mismo año, otro director español, Carlos Saura, presenta fuera de concurso Bodas de sangre.

Contiene la X: Sexo

El sexo era muy importante para Berlanga, tanto en su vida, como en su cine, donde hacía acto de presencia de alguna forma. También en la literatura que leía, ya que poseía una gran biblioteca erótica y fue jurado del premio Sonrisa Vertical a la mejor novela erótica durante muchos años.

Contiene la Y: Goya

Pintor español que da nombre a los premios más importantes del cine español, fundados en el año 1987 por la misma Academia en cuyo nacimiento esta Berlanga. Hasta 1994 no consiguió Berlanga su premio. Lo hizo como director de Todos a la cárcel.

Contiene la Z: Azcona, Rafael

El compinche de Berlanga en sus obras maestras. Uno de los mejores guionistas que ha dado nuestro cine, y el artífice de algunas de las grandes películas de nuestra cinematografía. Su unión con el cineasta fue vital para que disfrutáramos de filmes como Plácido o El Verdugo.