'Las ilusiones perdidas': cuando Balzac se cruza con 'El lobo de Wall Street' en el París del siglo XIX
Durante su última visita al Festival de San Sebastián, SERIES & MÁS habló con Benjamin Voisin y Cécile De France, los protagonistas de la película con más candidaturas (15) a los premios César, los Oscar del cine francés.
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Ni Titane, la segunda Palma de Oro en la historia del Festival de Cannes para una mujer, ni El acontecimiento, la impactante película sobre el aborto que se llevó el León de Oro del Festival de Venecia. Este año nuestros vecinos franceses han decidido que la película más nominada en los Premios César que se fallan mañana en la ciudad de París sea la adaptación de un célebre relato de auge y caída de Honoré de Balzac. Los actores Benjamin Voisin y Cécile de France estuvieron el pasado mes de septiembre en el Festival de San Sebastián para hablar de Las ilusiones perdidas, la ejemplar actualización que ha hecho Xavier Ginnoli de un clásico que sigue siendo tan relevante como el primer día.
París, siglo XIX. Un joven provinciano llamado Lucien sueña con forjar su destino como poeta. París es el lugar ideal para encontrar la gloria de la literatura, pero sus esperanzas se ven frustradas rápidamente al descubrir las miserias del mundo editorial y las dificultades para conseguir una oportunidad. Los despiadados medios de comunicación de la época se convierten en un caldo de cultivo para el orgullo y la debilidad por el lujo para una mente como la suya. En su nueva vida, Lucien deja de lado el arte que le hacía especial para convertirse en una más de esas ilusiones perdidas que poblaban la cruel París.
Benjamin Voisin, una de las grandes revelaciones del nuevo cine francés desde François Ozon lo fichara para Verano del 85, se sorprende cuando SERIES & MÁS le pregunta si ve paralelismos entre el viaje de su personaje y la salvaje epopeya de Jordan Belfort, el personaje que interpreta Leonardo DiCaprio en El lobo de Wall Street. “Es curioso porque eso es lo que me dijo Xavier la primera vez que me encontré con él. Me dijo que quería hacer una película francesa de época con ecos de El lobo de Wall Street”, recuerda una mañana de otoño en el hotel María Cristina de la ciudad donostiarra. “Volví a ver la película, aunque no me gusta mucho ver a otros actores porque prefiero tener una aproximación instintiva al trabajo. “Esperaba ser capaz de capturar esa clase de viaje para Lucien, retratar cómo la ingenuidad puede ser totalmente corrompida con el dinero”.
Han pasado ya veinte años desde que la belga Cécile de France entrara de forma arrolladora en el cine francés con la popular Una casa de locos, el primero de sus dos César. Curiosamente, la actriz recibió un jarro de agua fría cuando llegó a la ciudad del Sena. “Para mí, como le pasa a Lucien en la historia, París supuso una decepción”, reconoce risueña. “Tenía idealizado el concepto de París. Y la verdad es que no me gustó de primeras. Me imaginaba que todo París era como Montmartre, pero no es así. A pesar de esa primera impresión brutal, me he dado cuenta de que me quieren más en París que en Bélgica. Me daban más trabajo y me abrieron las puertas de par en par”.
Al ver Las ilusiones perdidas sorprende ver los paralelismos evidentes entre el París de entonces y el mundo de hoy. Corrupción, obsesión por la reputación, fake news… El vestuario es el único elemento que rompe la magia de una fantasía que resulta inquietantemente contemporánea. Para de France, “es muy interesante como Balzac en todas sus obras tiene la capacidad de hacer reflexionar. Tiene ese deseo de describir su sociedad sin caer en lo moralista. Hay muchas diferencias con la adaptación de Xavier, pero los dos tienen esa voluntad de hacer reflexionar a la juventud sobre su época. De todas formas, la película concede al espectador el placer de que él mismo encuentre lo que la película le hace resonar”.
Su compañero de reparto no había cumplido 24 años cuando el director de Madame Marguerite le ofreció convertirse en Lucien. “No leí el libro hasta después de que me eligieran para la película”, confiesa antes de contar cómo se pasó los meses anteriores al rodaje devorando el libro en cafés parisinos, algo que podría haber hecho su mismo personaje. El joven admite que se sintió más identificado con el poeta de lo que esperaba. Como él, el actor acaba de llegar a una industria complicada. Por suerte para él, el cine francés ha sido menos hostil con él. Voisin ya ha terminado de rodar con el veterano André Téchiné. A pesar de ver paralelismos entre los dos, Benjamin se ve como alguien menos ambicioso y presuntuoso que su personaje. “No sé qué voy a hacer en mi carrera como actor. En realidad no soy tan cinéfilo. No hay un director con el que me gustaría trabajar en particular. Simplemente quiero que me dejen encontrarme en las historias que haga y ser tan feliz como soy ahora”.
En el reparto de la película de Giannoli destaca un nombre que podría sorprender de primeras: Xavier Dolan. La gran esperanza del cine canadiense interpreta a Nathan d'Anastazio, uno de los rivales de Lucien en el salvaje mercado literario del París del siglo XIX. “Me gustaría mucho trabajar con él. Ya he disfrutado haciendo juntos esta película como actores. Es una persona muy agradable y le quiero mucho. Me encanta ver sus películas”, reconoce la actriz belga.
Su compañero puede que cumpla ese objetivo antes que ella. “Quizás no debería hablar de esto porque no sé si lo ha anunciado o no, pero se supone que voy a participar en el siguiente proyecto de Dolan”, explica Voisin en referencia a la miniserie a La nuit où Laurier Gaudreault s'est réveillé, un proyecto del que apenas se sabe nada meses después de nuestra conversación con el actor, ni siquiera si Voisin estará involucrado finalmente. “Todavía no se han puesto de acuerdo en las fechas porque las cuarentenas en Canadá, pero creo que tendremos la ocasión de trabajar juntos. Me ha encantado encontrarme con él como actor y no como director, porque tenía miedo de que hubiera una relación extraña. Es alguien que es más director que actor, y aún así fue un encuentro entre dos actores. Fue un regalo”.
De France interpreta en la ficción a la baronesa Louise de Bargeton, una mujer que tontea con el escándalo cuando inicia una apasionada relación con un hombre más joven y con menos recursos que ella. “Desgraciadamente, es verdad que no hay tantas historias de mujeres de mi edad con hombres más jóvenes. En la situación contraria hay muchas historias así, pero creo que los tiempos están cambiando y estas cosas llegarán. Precisamente la última película que he hecho habla de eso”, dice en referencia a Les jeunes amants, un drama romántico en el que su marido en la ficción se reencuentra con un viejo amor que le saca más de 20 años, un personaje interpretado por Fanny Ardant.
En la ficción Louise se aleja de su amante por el miedo al qué dirán. “En la historia es él más bien el que queda decepcionado. Ella no tiene elección”, aclara de France. La reputación desempeñaba un papel clave en la sociedad de entonces. En 2021 la situación no ha cambiado demasiado, aunque los escándalos ahora sean distintos en la era de internet y las redes sociales. “Por supuesto que veo paralelismos con el presente. Mira la alfombra roja. Nos prestan atención a nosotros cuando el espectáculo debería estar dentro de la sala. Xavier cuenta lo que él conoce y sabe que un simple detalle puede hacer caer una carrera. Por ejemplo si se enseña un pecho. Eso es algo que ha pasado”, insiste la actriz. Janet Jackson estaría de acuerdo con ello.
La crítica cultural es una de las instituciones que salen mal paradas de las palabras de Balzac y la rabiosamente actual adaptación de Giannoli. En el mundo que retrata Las ilusiones perdidas, una mala crítica puede levantar o hundir una obra. Incluso cuando detrás de ella no hay más que intereses y chantajes. “Hay algunos periodistas, periódicos o directores a los que yo no les gusto. Nunca he entendido por qué y me cabrea porque no creo que esté justificado. Creo que esta película lo explica todo”, se lamenta resignada la actriz. “Hace mucho que no leo las críticas. Cuando comprendí que en realidad no era más que una persona dando su opinión asumí que no me importaba en absoluto lo que pensara esa persona. Prefiero tener la opinión del público, a no ser que me escriban de forma anónima desde las redes sociales. Intento ser hermética e impermeable y solo permito que me lleguen las buenas cosas”.
Voisin todavía está encontrado su sitio en la industria del espectáculo y es hora cuando ha adoptado, según él, la filosofía que le gustaría seguir a lo largo de su carrera. “Para mí está muy claro que la crítica, la prensa y los premios no importan. Lo que me importa es que la gente vaya al cine a ver las películas. Mi objetivo como actor es entregarme a ellos: emocionarles, entretenerles y divertirles”.
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