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¿Cuánto tiempo es suficiente para estar preparados para mirar atrás y revisar el trágico atentado que el 17 de agosto de 2017 acabó con la vida de 16 personas en las emblemáticas Ramblas de Barcelona? Elías León Siminiani dirige 800 metros, una serie que ha escrito junto a Ramón Campos para intentar entender por qué unos jóvenes supuestamente integrados deciden morir matando en los atentados del 17-A en Barcelona y Cambrils.

A través de tres episodios de 50 minutos, el autor de las miniseries de El Caso Asunta y El Caso Alcásser construye un relato audiovisual basado en una investigación exhaustiva en la que también han participado Anna Teixidor, Nacho Carretero y Jesús García. Antes de su estreno en Netflix este 25 de marzo, Siminiani y Carretero han pasado por el Festival de Málaga para estrenar la reveladora miniserie documental. 

80 entrevistas realizadas y más de 400 personas contactadas. 150 horas de visionado del juicio. 60 fuentes biográficas revisadas. El libro de Anna Teixidor Los silencios del17-A como principal base teórica de la docuserie. Más de 150 personas trabajando un proyecto que ha contado con casi 200 horas de grabación. Esas son algunas de las cifras de una producción que analizamos de la mano de dos de sus responsables

Avance de '800 metros', la serie de Netflix sobre los atentados de Barcelona del 17A.

Los dos ya habíais trabajado antes con la productora Bambú, pero nunca juntos. ¿Cómo surge esta asociación?

Nacho Carretero: Creo que ahí hay una combinación entre la intención de Elías de volver a hacer un proyecto con Bambú en la línea de Alcàsser y de Asunta y la propuesta un poco más periodística por mi parte del tema. Elías y Ramón Campos, el productor ejecutivo, hablan conmigo y me dicen: Oye, Nacho, estamos pensando en que a lo mejor estaría bien hacer un documental sobre algún tema potente que tengas ahí. A mí se me ocurre que el 17-A era un relato que estaba por contar todavía. Efectivamente, había tenido un foco mediático grande y se había contado mucho, pero faltaba un ejercicio más reposado, analítico y en profundidad que combinase además lo que siempre decimos Elías y yo: la narrativa y la visión cinematográfica de un director como Elías y el rigor periodístico que podemos aportar un equipo de periodistas como Ana Teixidó, Jesús García o yo. Yo creo que en esa combinación salió el proyecto. 

Han pasado cinco años del atentado, pero entremedias hemos vivido esta crisis más clarísima y como que en cierto modo ha quedado atrás. ¿Sentíais que se había quedado olvidado de cierta manera lo que pasó en Barcelona? 

Elías: Cataluña en general y Barcelona en particular han pasado tres procesos bestiales en dos años: los atentados, el 1-O y todas sus consecuencias y el COVID. De alguna manera esta comunidad se ha visto sacudida por unos focos mediáticos descomunales y por algo que también nos ha afectado a todos. En ese sentido, creo que sí que había un cierto proceso de eclipsamiento. No hay que olvidar que el proceso 1-O es prácticamente dos meses después de los atentados. En la vida que llevamos ahora, en la que los focos informativos son exponenciales y como súbitos, una cosa tapa la otra. Es verdad que tal vez no había habido un relato con una cierta distancia y que nosotros nos insertamos en la línea temporal justo antes de que salga la sentencia judicial. De alguna manera hay un relato pormenorizado y completo judicial, que es la sentencia, al que nosotros hacemos un aporte desde lo civil. 

Creo que ahora mismo con la sentencia y con la serie, sí que hay dos visiones completas a día de hoy. No hay que olvidar que unos hechos como estos suelen suscitar relatos que vienen a actualizarse con el caso en el tiempo. En el 11-M, por ejemplo, ha habido libros seminales que dan a entender, por ejemplo, la conexión internacional de la célula del 11-M con Al Qaeda en su caso. Todo eso ha surgido diez años después de los atentados. En este sentido, el propio libro de Ana Teixidor, Los eventos del 17-A, alude a unos silencios que probablemente encontrarán su respuesta con el paso del tiempo. 

Fotograma de '800 metros'.

En el documental vemos como durante una entrevista con Ana le proponéis que forme parte del proyecto. ¿Qué veis en ella y en su relato para decidir tienes que estar con vosotros? 

Elías: Ana ya tenía un libro previo sobre entornos familiares de terroristas y es un tema que lleva investigando cinco años. Nacho contacta con ella como una de las personas que más o la que más sabe sobre este tema en España. También contacta con Jesús García, corresponsal judicial de El País en Barcelona, que había hecho un seguimiento de todo este proceso desde lo judicial desde el principio. Ana fue una de las primeras entrevistas que hicimos y entonces nos dimos cuenta que realmente si queríamos tener una opción para aterrizar e integrarnos en la comunidad de Ripoll, que es una comunidad muy herida por lo que había pasado, iba a hacer falta un pasaporte de alguien que tuviera un trabajo previo, largo, hecho y que hubiera generado los vínculos de confianza suficientes para poder llegar a determinados lugares. Y eso fue Ana. Se lo propusimos y ella se sumó al barco. 

Hay unas decisiones de puesta en escena muy concretas, como cuando habláis con el entorno de los terroristas. Impresiona mucho esa habitación del converso. ¿Cómo fue el diseño de esos espacios? 

Elías: Creo que uno de los retos como cineasta que termina esta serie es trabajar con la invisibilidad. Ya sabía de antemano que gran parte de los testimonios no se iban a poder ver. En la ficción también, pero en un documental es esencial el rostro. Sabiendo que no vas a poder contar con eso, a partir de ahí trato de planteármelo cómo hacer esto. Quería recrear una estética de lo invisible o de lo que se muestra velado. A partir de ahí se pueden generar ciertos mecanismos de interés que tienen que ver también con la puesta en escena, con la iluminación, con la colocación en el espacio de determinadas personas. 

En el caso del converso, tuve claro que un piso vacío de alguna manera también era un espacio que podía generar confianza en esta persona. Así puedes materializar literalmente la idea de que esa conversación no se vincula a nada. Sucede en un espacio vacío en el que solo está la voz de Ana, que es alguien en quien él confía, y la mía. Manejamos desde eso hasta poner a alguien con un pasamontañas en una montaña con un fondo pirenaico, que es como el opuesto. Al final lo que haces es buscar entornos o lugares que de alguna manera, primero, jueguen con la invisibilidad y le den una cierta vuelta visual y, segundo, supongan un espacio en el que esa persona pueda estar con relativamente relajado. 

Fotograma de '800 metros'.

¿Cuáles fueron las entrevistas más difíciles de conseguir o más difíciles de realizar? 

Nacho: Las más difíciles de realizar tienen que ver con las víctimas, porque estás pidiéndoles que compartan contigo lo más íntimo y traumático y doloroso de su vida. Es muy difícil hacer ese tipo de entrevistas y escuchar relatos tan duros de gente que pasó por experiencias tan brutales. Con las víctimas nos echó una mano fundamental la UAVAT y las asociaciones de víctimas del terrorismo a través de Manrique. El acceso periodístico se facilitó gracias a esa labor. A la hora de llevarlas a cabo, fue muy duro.

Las más difíciles de conseguir son las del entorno de los terroristas. Fue un desafío periodístico mayúsculo, porque yo no recuerdo ningún documental en el que se dé voz al entorno cercano de los terroristas. Esto es un valor añadido que tiene de este trabajo. El espectador puede aproximarse a la figura del terrorismo, no desde la distancia que dibuja el terrorista como el malo y punto, sino desde la complejidad muchas veces aterradora de ver que el terrorista era un chaval normal, con todos los matices que implica esta palabra, pero normal con sus amigos, con su deporte, con sus estudios, con su trabajo. A través de este entorno se construye la figura del terrorista y al final el resultado como espectador es un impacto multiplicado. Joder, el mismo chaval que estoy viendo como jugar al hockey, como se iba de escalada, como pudo coger una furgoneta y hacer algo así.

Desde un punto de vista periodístico, fue muy complicado. Primero, porque lógicamente la mayoría del entorno no quería prestarse a esto por miedo, por dolor. Y segundo, porque durante el rodaje además se celebró el juicio de los atentados y esto reabrió las heridas y brotó otra vez el trauma y el dolor. Nos lo complicó todo, todo mucho más, con lo cual fue un desafío multiplicado conseguir estos testimonios. 

Elías: Hay que poner en valor la importancia de los canales de confianza con los supervivientes. Es esencial la labor que ha hecho la UAVAT, porque ellos ya tienen establecidos esos vínculos de confianza desde el día 1 de los atentados y nosotros nos apoyamos sobre ese trabajo previo. También hay que destacar los canales de confianza que ha hecho una persona como Ana. Si no existen esos dos pilares, es muy difícil en el tiempo de un año, que es más o menos lo que dura esta producción, poder llegar a contar con sus testimonios. 

Los investigadores de '800 metros'.

También impactan los testimonios de las víctimas del atentado con las Ramblas de fondo. 

Elías: Eso es una cosa intencional y tengo que decir que aquí hay mucha generosidad por parte de los supervivientes y por parte de Robert Manrique, que es la persona que ha mediado. Desde el principio yo le dije que me gustaría hacer las entrevistas en La Rambla o cerca de La Rambla. Él me explicó que para muchas de estas personas igual es la primera vez que van a volver a La Rambla, literalmente. Para subir a esa casa en la que hacemos la entrevista tienen que pisar la rambla y no la han pisado en tres años. Entonces fuimos caso a caso. A partir de ahí se llega a mediaciones o no, y en algunos casos puede tener hasta un potencial terapéutico.

Los espacios contienen memoria. Yo he trabajado mucho eso en las series. Siempre busco un epicentro espacial para ellas. En el caso Alcàsser era la fosa donde aparecen las niñas. En el caso de Asunta era la pista donde aparece la niña muerta y aquí La Rambla, de la que habla el propio título 800 metros, y el paseo marítimo de Cambrils. Para mí el espacio es algo que me hace anclarme mucho para luego remontarme a contar procesos que acaban incluyendo un contexto internacional. El hecho de poder contar con los supervivientes, con la rambla de fondo, es algo que solo puedo agradecer como cineasta a la UAVAT por haber hecho ese proceso. Son ellos los que deciden si podemos empujar o si es mejor no hacerlo porque todavía no están listos. 

Una de las partes más interesantes del documental es como cuando habláis del reconocimiento de otro tipo de víctimas del terrorismo que España había ignorado durante años. ¿Esto lo sabíais de antemano del proyecto o es algo que descubristeis durante el documental? 

Elías: Lo descubrimos sobre la marcha. Nos da la pista Jesús García. Para nosotros fue una sorpresa y nos encontramos que hay todo un motivo de lucha por parte de la UAVAT y las asociaciones de víctimas del terrorismo que tienen que ver con la relación entre las víctimas, los supervivientes y el Estado. Buscaban el reconocimiento de sus derechos y de los traumas psicológicos para ser reconocidos legalmente como víctimas de terrorismo por las ayudas que esto supone. Estoy muy contento de que la serie haya podido cerrar su montaje después de que se abriera la sentencia porque la sentencia es histórica al ampliar el auto de instrucción de 108 a 345 las víctimas reconocidas al incluir precisamente las víctimas psicológicas. Esto es un trabajo que se hace gracias a la labor de rastreo, de uno a uno, para encontrar a personas que muchas veces no quieren ni volver a oír hablar de esto. 

Nacho: Roberto Manrique va llamando por teléfono agente que durante años no tienen papeles y que ni siquiera es consciente de que es víctima de terrorismo a pesar de sufrir problemas de insomnio, problemas de ansiedad, problemas de postraumáticos, han pedido bajas familiares, bajas de trabajo… porque eso ha quedado ahí dentro. 

El trabajo de documentación ha sido brutal, pero el montaje es muy concreto. ¿Hay alguna historia que os haya dado rabia dejar fuera? 

Elías: Los tres episodios que hemos hecho nos permiten hacer un relato muy compacto y muy extensivo respecto a todos los actuantes o todos los frentes que unos hechos así pueden tener. Que podían haber tenido más, sin duda, porque es un relato en el que nosotros nos insertamos en el tiempo tres años después. Estoy seguro de que dentro de cinco o seis años se podrá hacer una relectura de este caso con todas sus implicaciones, particularmente con las conexiones que la célula pudo tener con Estado Islámico, cosa que a día de hoy no se puede probar a pesar de que hay muchos indicios que apuntan en esa dirección. En este sentido, yo creo que es un relato pertinente y adecuado al tiempo en el que se inserta, pero que podría tener una revisión en el futuro. 

Ada Colau está presente en el documental. No es raro que políticos participen en documentales, aunque es menos habitual que lo hagan cuando siguen en su cargo. 

Nacho: Era importante que hubiera voces representativas de las distintas instituciones: política, policial, institucional. Yo creo que el documental recoge voces muy importantes y casi inéditas. Conseguir hablar con el Josep Lluís Trapero, que prácticamente no había concedido entrevistas. Es algo muy positivo para el documental, lo mismo que con la alcaldesa de Barcelona. En todo caso nos da un poco de pena que no aparezcan más los investigadores de los Mossos d'Esquadra, que se portaron increíblemente bien y colaboraron y este documental existe también gracias a ellos. Evidentemente, no puedes poner todo y da un poco de pena, pero para nosotros lo importante era que todas las voces, aunque fueran a pinceladas, estuvieran presentes. 

Elias: Particularmente sobre Ada, a mí me parece muy importante que esté porque Barcelona es una ciudad que es un icono en el mundo y ha estado muy golpeada por el atentado y por el COVID como la ciudad con un tejido turístico bestial que es. Uno de los objetivos también era poner en valor la propia ciudad y que esté su máxima responsable, la alcaldesa, era importante para nosotros. 

En los primeros años de la última década hubo varios atentados yihadistas en Europa. Sin caer en el alarmismo, ¿pensáis que es algo que está ya inactivo o puede volver a aparecer a corto o medio plazo? 

Nacho: Si con inactivo te refieres a que no hay atentados, no han pasado.

Elías: La propaganda sigue siendo consumida masivamente cada día y la latencia existe. El llamamiento por parte del Estado Islámico para la Yihad Internacional sigue vigente. 

Nacho: Hay una cantidad enorme de yihadistas. Yo acabo de volver de Irak para hacer un reportaje y ahí hay campos de prisioneros yihadistas que no saben qué hacer con ellos. Hay campos que son auténticas ciudades de 60 mil, 70 mil yihadistas que llevan ahí años y que no se sabe que van a hacer. Muchos de ellos son europeos. Los gobiernos europeos no los quieren ver ni en pintura. Aquí nadie los va a traer, pero está ahí, latente. Si hablas con cualquier investigador o policía de cualquier cuerpo de información de antiterrorismo, te dicen que esto es algo que sigue y que el nivel de alerta es altísimo. Esto es un desafío que Europa lleva a cuestas desde hace décadas, pero que por delante tenemos todavía toda una pelea. 

Elías: Yo añadiría que a nivel social lo que es importante es que el ciudadano medio pueda adquirir mayor conciencia y conocimiento de que hay detrás de todo esto. Y en ese sentido, nosotros creemos que la serie aporta una ventana para tener un poco más de conciencia de qué sucede detrás de un proceso de radicalización y de un contexto internacional que ampara todo esto y que esto no viene de la nada.

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