Twitter, el ágora del siglo XXI donde se forjan los predicadores y los gurús sociales de nuevo cuño, tiene un campo de batalla abonado de constante munición para estos prohombres cada vez que una "personalidad relevante" osa acudir a un plató de televisión para dar una entrevista en exclusiva. El fantasma del dinero embolsado por dar la primicia a quien el sujeto considera oportuno es objeto de debate y controversia. Como si fuera un escándalo. Una provocación. Un insulto. Y lo cierto es que, salvo puntuales excepciones, este debate lo que es es una solemente tontería. Ha cobrado. Pues sí. ¿Y?
¿Por qué no puede cobrar Teresa Romero por contar en un plató de televisión la historia de cómo ha sobrevivido al ébola y sí puede hacerlo Isabel Preysler por salir en una revista del corazón? ¿Por qué no puede pagar un programa de televisión por tener unas declaraciones en exclusiva que todo el mundo busca?
El debate siempre ha estado ahí, pero en los últimos días se ha reavivado con las visitas del pequeño Nicolás y Teresa Romero a Un tiempo nuevo. ¿Es lícito que cobren, si lo hubieran hecho? Depende de cada caso. En el caso del presunto estafador, la respuesta es clara: NO (y así aseguran que ha sido). Pero igual de clara es la respuesta en el caso de la auxiliar de enfermería en sentido contrario.
Una línea poco marcada que plantea muchas dudas
La línea de a quién se puede pagar y a quién no es muy difusa. Tan difusa que incluso la máxima de no pagar a delincuentes no queda clara al 100%. Si han cumplido su condena, ¿se les puede pagar? Si el personaje es de interés público y ha pasado por la cárcel, ¿puede sentarse en un plató de televisión atraído por un cheque?
Me adelanto así a un debate que llegará en los próximos meses. Mi ética profesional y personal me dice que Isabel Pantoja no debería cobrar por sentarse en un plató de televisión una vez abandone su reclusión en Alcalá de Guadaíra, al menos si es para hablar de su delito. Pero el interés informativo para la prensa del corazón, y para mí como espectador, de conocer de primera mano cómo ha vivido la cantante estos meses en prisión me hace dudar de la afirmación de no pagar a condenados.
También hay diferentes tipos de crímenes que pueden ayudar a dibujar con mayor precisión esta línea. No es lo mismo robar que asesinar, y dentro de los hurtos también se podrían hacer distintas clasificaciones. No todo es blanco y negro. En ningún caso aceptaría que un terrorista se sentara en un plató de televisión, y mucho menos cobrando. Como tampoco acepté que la madre del Cuco, imputado en aquel momento por el asesinado de Marta del Castillo, cobrara por ir a La noria.
Fue ahí precisamente cuando este debate sobre si pagar o no pagar a los entrevistados se hizo más candente. Y se ha llegado a exagerar en muchas ocasiones, ya que muchos opinan que los imputados o condenados no pueden siquiera ser entrevistados, aunque sea gratis. Esta afirmación también suena injusta, ya que si hacemos juicios mediáticos, debemos al menos escuchar a las distintas partes.
El caso La noria puso sobre la mesa el debate sobre si se podía pagar o no a imputados o condenados
El claro ejemplo ocurrió este verano cuando una chica de Málaga acusó a unos jóvenes de haberla violado durante la feria de la ciudad andaluza. Todo el mundo hablaba de este tema y se acusó a estos chicos infundadamente, como dictaminó la justicia a los pocos días. Espejo Público habló con ellos antes de que la juez hiciera pública la orden de absolución, y algunas voces fueron críticas también con este caso. Pero, ¿cuál era el problema de que hablaran estando acusados si no se les estaba pagando? ¿No tenían derecho a defenderse de cara al público que les condenaba, más sabiendo a posteriori que eran inocentes?
Exijamos a las televisiones una responsabilidad. Pero no impidamos que ejerzan su derecho a la información o que no puedan usar la billetera en algunos casos en los que debería estar permitido, tal como ocurre en otros medios de comunicación con los que no se levanta la voz. Todo es relativo, y cada caso habrá que analizarlo con la lupa correspondiente.