Hace un día de perros, así que por esa parte, la ciudad no defrauda, los foráneos en estas tierras se llevan su porción de agua. Llegamos al Hotel Dorchester cuatro horas antes que la estrella invitada. Es uno de esos hoteles de cinco estrellas, tan elegantes que tienen botones en la puerta, y que hoy están empleando su jornada laboral en limpiar constantemente el agua que queda en los escaloncitos de la entrada.
Nada más llegar uno de los miembros del equipo de El Hormiguero, nos cuentan que el programa va con retraso porque Nicole Kidman, que viene de la premiere de su nueva película, llega una hora tarde.
Entramos en el salón que han reservado para montar este programa, todo está patas arriba, andamos entre cables y cámaras con miedo de no ensuciar demasiado la moqueta con las botas embarradas. Ni Pablo Motos ni ninguno de los colaboradores están aún vestidos para el programa. Ninguno excepto Pablo Ibáñez, El Hombre de Negro, que con su habitual atuendo se dispone a ensayar una vez más uno de sus trucos para la sección ciencia. Su ir y venir mantiene alerta a Jorge Salvador, que está sentado observando atentamente cada paso que dan en el escenario, por las consecuencias que el truco de hoy pueda causar al público.
Las hormigas ya están en plató, descansando encima de la mesa. Nosotros nos sentamos para ver cómo ultiman los detalles. Están nerviosos porque van mal de tiempo y la instalación da constantes problemas a causa de la lluvia. La luz se va. Motos aprovecha para pedir que le preparen una cerveza fría para la comida "así, a modo excentricidad de estrella".
La luz se va. Motos aprovecha para perdirse una cerveza fría
Vemos desfilar a un miembro del equipo con dos rollos de “blue paper”, ese inconfundible rulo gigante de papel azul que cualquiera que haya trabajado en hosteleria en Londres conoce perfectamente. Intentan arreglar los problemillas que mantienen a todo el equipo en tensión.
Juan Ibáñez se ha sentado y fuma un cigarrillo electrónico. Damián da cabezadas en el asiento de atrás. Hace frío y por sus caras, el equipo parece cansado. Se va la señal de los monitores y un pronter deja de funcionar. Paran para comer.
El tiempo no mejora, pero la puerta del Dorchester se va llenando de gente española, es el público del programa. Habrá unos 250 invitados en la sala. Todos están expectantes por ver a Nicole Kidman.
Empieza el espectáculo
El público ensaya varias veces la entrada del presentador y la invitada con el regidor. La actriz hawaiana se presta encantada a las bromas del programa, se ríe y parece estar relajada. Su hija de seis años la observa desde cerca. Kidman colabora con Jandro en un juego con cartas. El mago del programa, sin recurrir a ninguno de sus trucos, aprovechó para abrazar a la invitada al recibirla y al despedirse.
Inmediatamente después, entra Marron que deja sorprendida a la actriz con el segundo de sus experimentos, aunque no la ha reibido con su su particular baile. Sin apenas descanso el Hombre de Negro aparece en el plató, y saca el lado más frágil de Kidman, que parece asustarse con el último descubrimiento del Hombre de Negro. El programa pasa répidamente y antes de darnos cuenta la oscarizada actriz se está despidiendo.
Jorge Salvador está encantado, ya no hay ni rastro de los nervios de esta mañana, comenta sobre Kidman que "es una mujer super dulce, ha colaborado...no se puede pedir más".
Hablamos con Pablo Motos, que al igual que Salvador solo tiene buenas palabras para la actriz, “es absolutamente maravillosa, me ha enamorado”. Mientras, tan sólo unos 15 minutos después de que el público se haya marchado, el equipo de El hormiguero ha recogido la mitad del salón. Motos nos cuenta que "ya consiguen montar un plató en cualquier sitio en menos de doce horas”.
El presentador reconoce que "el programa de hoy ha sido duro porque esta mañana han tenido complicaciones técnicas de primer nivel. Ha habido un momento en que no podíamos hacerlo porque no funcionaba la unidad móvil y ha habido bastante tensión”. Finalmente todo ha salido bien, nosotros nos despedimos y el equipo ya se prepara para el próximo programa, esta vez sí, en casa, con todo el equipo necesario y sin el agua londinense acechando en cada esquina.