¿Se imaginan a Federico Fellini llegando en tren a Roma desde su Rímini natal a los 19 años dispuesto a abrirse camino como humorista gráfico? ¿Les gustaría conocer cómo fueron sus primeros pasos en el cine escribiendo guiones para maestros del neorrealismo como Roberto Rossellini? ¿Saber cómo se inició su carrera como director y conocer algunas de sus peculiares reflexiones sobre la vida y la sociedad que le tocó vivir?
En 2013, cuando se cumplían veinte años de la muerte de Federico Fellini, uno de sus mejores amigos, el también realizador Ettore Scola, filmó ¡Qué extraño llamarse Federico!, un docudrama en el que, mezclando imágenes reales, algunas ellas inéditas, con la recreación de distintos episodios de la vida del director, reconstruye la carrera y la filmografía del gran maestro italiano.
Un largometraje queTCM ofrece en exclusiva a sus espectadores los días 20 y 31 de enero acompañado de dos de las obras maestras de Fellini: 8 ½ y Amarcord.
Los actores Tommaso Lazotti y Maurizio De Santis son los encargados de meterse en la piel de Federico Fellini en los episodios dramatizados de este film que se rodó en los míticos estudios de Cinecittá, el lugar donde el realizador italiano creó todo un universo de sueños y obsesiones.
A lo largo de la película, Scola recupera imágenes de Fellini rodando alguno de sus más famoso títulos, como La Dolce Vita, pero también le retrata paseando en coche por las noches de Roma, escapando de su insomnio crónico y encontrando en las calles y avenidas romanas a los personajes más dispares, muchos de los cuales luego trasladaría a las pantallas.
Ettore Scola define ¡Qué extraño llamarse Federico! como un “retrato cubista”: “Para mí, Federico era como un Pinocho que no se trasformó en un niño de verdad, sino que vivió libre de toda atadura, venciendo incluso a la muerte”.
Pero ¡Qué extraño llamarse Federico! es algo más que un film sobre la vida y la carrera de Federico Fellini. Ettore Scola consigue, gracias a sus recuerdos personales, transmitir al espectador una mirada nostálgica de una época, la que va desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la última década del siglo XX, unos años en los que el cine italiano, con Fellini a la cabeza, fue un referente en todo el mundo.
Y así ¡Qué extraño llamarse Federico! se convierte no solo en una especie de carta de despedida a un gran amigo y a un colega de profesión. También en el adiós a un tiempo ya irremediablemente perdido.