Bambú celebró el pasado año su quinto aniversario de vida. Y de un día para otro se convirtió en una de las productoras mejor valoradas en ficción en España. Y eso tiene sus contras: cada estreno convierte a los espectadores en Sherlocks que miran las nuevas series con lupa. Y Bajo sospecha no iba a ser menos. La serie supone la vuelta de la productora a sus orígenes. Al thriller.

Nos alejamos mucho de Velvet y de sus romanticismos calmados para volver al plano/secuencia/suceso al que la productora nos tenía acostumbrados con series como Gran reserva o Gran hotel. Quedan fuera el entretenimiento para dejar espacio a la acción.

En esta última década se ha vivido una revisión del género de las desapariciones en Europa

La desaparición de adolescentes es un género machacado en televisión desde Twin Peaks y recuperado con el paso de los años en numerosas ficciones. En esta última década se ha vivido una revisión del género en Europa con grandes producciones como Broadchurch, la danesa Forbrydelsen, embrión del The Killing americano, la sueca Broen o incluso la saga cinematográfica Millennium. Y es de ese frío nórdico del que ha bebido Bambú para crear Bajo sospecha. Planos alejados, escenas de silencio, tensión constante y tristeza generalizada. Oscuridad nocturna que en España se transforma en diurna por la forma de consumo televisivo que hay en nuestro país.

Bambú es una secta en el mejor sentido de la palabra. Sus actores saben lo que supone entrar en esta productora: una droga de la que es difícil desengancharse. Por eso es muy común ver a actores que van pasando de un proyecto a otro sin pausa. Por Bambú se han forjado actores como Paula Echevarría, Llorenç González, Ángela Molina, Ricard Sales o Eloy Azorín.

Y Bajo sospecha es la clara demostración de ello. Yon González (Gran reserva, Gran hotel), Lluís Homar (Hispania, Gran hotel), Armando del Río (Gran reserva), Pedro Alonso (Gran hotel) o Gloria Muñoz (Gran reserva) ya son clásicos de la factoría Bambú.

La serie tiene como punto de partida la desaparición de la joven de la familia, Alicia Vega. La ficción se juega todo su futuro en esta primera escena pre títulos de crédito. Y es aquí donde Bambú saca toda su maestría detrás de la cámara para hacer disfrutar al espectador de una realización perfecta en forma y contenido. Sin respiración, la te metes en el quién es quién de este particular caso de Cluedo.

Se trata de la oportunidad de oro de Alicia Borrachero para pasearse llamando a los focos de las alfombras rojas. Siempre eterna secundaria, estrujó todo su potencial en Crematorio, una serie que la puso en el ojito derecho de la crítica pero que no llegó a tanto público como debería. Por eso Bajo sospecha es la oportunidad perfecta para una actriz dramática que no tiene tantos premios en la estantería como debería.

Yon González y Blanca Romero son el contrapunto de esta ficción. González ha aprendido a pasos agigantados tras su paso por El internado y se ha colocado entre las grandes joyas juveniles del momento. Romero, sin embargo, parece más una imposición. La actriz deambula por cada escena y suelta el texto a golpe de guión. Un rostro impasible al que devora el conjunto.