TCM recuerda a Peter Selles 35 años después de su muerte

TCM recuerda a Peter Selles 35 años después de su muerte

Televisión

TCM recuerda a Peter Selles 35 años después de su muerte

1 julio, 2015 15:22

El 21 de julio de 1980 Peter Sellers se desplomó en su habitación del lujoso hotel Dorchester de Londres. Su delicado corazón había vuelto a fallar. Un corazón que era, como él mismo solía decir con sorna, “su único enemigo conocido”.

Cuando tenía 38 años, le diagnosticaron una cardiopatía severa. En 1964 llegó a sufrir hasta trece infartos y en 1977 se le implantó un marcapasos. Pero en esta ocasión el ataque fue definitivo. Entró en coma y falleció en el hospital tres días después. Tenía tan solo 54 años y había dejado para el cine interpretaciones memorables como la del torpe y despistado inspector Clouseau.

Cuando se cumplen 35 años de la muerte de este gran actor británico, TCM quiere recordarle emitiendo, todos los viernes del mes de julio, algunas de sus mejores intervenciones cinematográficas. Lo podremos ver, por ejemplo, en El quinteto de la muerte o en El guateque, uno de sus papeles más divertidos y recordados, o en Bienvenido Mr. Chance, trabajo por el que consiguió una candidatura al Oscar como mejor actor.

Richard Henry Sellers nació en la localidad inglesa de Hampshire el 8 de septiembre de 1925. Era hijo de actores de vodevil y después de la II Guerra Mundial comenzó a trabajar en diversos programas de radio de la BBC con el grupo cómico The goon show.

De ahí dio el salto al cine y muy pronto se convirtió en uno de los actores más queridos del Reino Unido. “La mayoría de los actores quieren interpretar a Otelo”, dijo en una ocasión. “A mí, en cambio, lo que realmente me gusta es hacer personajes como el jardinero de Bienvenido Mr. Chance. Es el triunfo de un hombre sencillo, un analfabeto”.

Peter Sellers era capaz de imitar cualquier acento, desde el inglés más refinado a la más extravagante variedad regional o internacional y tenía una facilidad pasmosa para meterse en la piel de cualquier personaje. Él describía con estas palabras el delicado proceso en el que se convertía en otro: “Me pongo ante el espejo cada mañana esperando a que el hombre que voy a interpretar salga y me mire. Permanezco atento a que ese extraño entre en mi vida. Y cuando sucede, tengo un arrebato de felicidad”.

Su inspector Clouseau en La pantera rosa le hizo inmensamente popular en todo el mundo y lo convirtió en uno de los intérpretes más solicitados por los directores a un lado y otro del Atlántico. Stanley Kubrick, por ejemplo, lo eligió para dos de sus películas más conocidas: Lolita Teléfono rojo volamos hacia Moscú, en la que interpretó, nada menos, que tres personajes distintos y por la que fue candidato a un premio de la Academia de Hollywood.

Fuera de las pantallas tenía un carácter introvertido y a menudo excéntrico. Era muy inseguro y consultaba sus decisiones con un astrólogo que ejercía una gran influencia sobre él. También pasaba épocas de profundo abatimiento e incluso de depresión, consumiendo habitualmente drogas y estupefacientes.

“Si me pidieran que me interpretara a mí mismo no lo podría hacer. No sé quién o qué soy. Cuando me miro, veo a una persona a la que le faltan los ingredientes necesarios para una personalidad”, decía.

Pero tres décadas y media después de su fallecimiento, millones de espectadores de todo el mundo lo recuerdan en papeles como el de ese extra de origen indio que es invitado por error a una fiesta en una lujosa mansión de Hollywood. Un guateque que acabó con un elefante bañándose en una piscina llena de espuma. El responsable de todos los desastres y de todas las risas fue, cómo no, Peter Sellers.