La Voz Kids ha regresado y lo ha hecho tan fresco como se fue hace un año. El programa apenas ha arriesgado en esta segunda edición, con un pequeño cambio entre los coaches quitando a Malú y poniendo en su lugar a Manuel Carrasco.
No necesitaba más. Cualquier novedad entre los artistas que eligen a los pequeños siempre es bienvenida, pero el resto de detalles están intactos y así deben seguir mientras la flor no se marchite como ha demostrado haber ocurrido.
La versión infantil de La Voz supera con creces a la de adultos
La versión infantil de La Voz supera con creces a la de adultos. Implica mucho más al espectador, que sufre ante la fragilidad de unos niños que pueden ser rechazados como no lo hace con los mayores. La emoción traspasa la pantalla más la pantalla cuanto más pequeños son los protagonistas.
La sencilla mecánica de las audiciones a ciegas la hemos visto ya hasta en cuatro ocasiones previas, pero no cansa si los concursantes están a la altura. Esa es la base de un formato de estas características y es en lo que La Voz Kids vuelve a superar el listón.
Da igual que Manuel Carrasco no sea una gran aportación al juego de plató. David Bisbal y Rosario consiguen llevarle y hacerle partícipe de la complicidad con los niños que ponen todas sus ilusiones en esos 2 minutos.
La Voz Kids ha vuelto como se fue. No ha sufrido el desgaste que sí ha vivido La Voz. El descanso de un año y medio ha sido clave para que la gente lo reciba de nuevo con los brazos abiertos y esté ansioso de volver a implicarse y ver reflejados a sus hijos, sobrinos, nietos o hermanos en los pequeños cantores que concursan.