Abril de 1968 fue para los españoles nuestro particular mayo del 68. Aquí, a diferencia de los vecinos del otro lado de los Pirineos en los que grupos estudiantiles de izquierda contrarios a la sociedad de consumo buscaban el mar debajo de los empedrados de las calles de París, nuestra revolución giraba en torno al triunfo de Massiel en el Festival de Eurovisión.
La victoria tuvo lugar en territorio "hóstil", en Inglaterra, en un año en el que aún resonaban los ecos de José Luis y su guitarra gritando a los cuatro vientos "ésta es la verdad. No tienen razón. Bien lo sabe Dios: Gibraltar español". Allí, en el londinense Royal Albert Hall, cuando todas las apuestas daban ganador seguro a Clift Richard con su Congratulations, una española con su minifalda de pequeñas florecillas (aquí en España lo vimos en riguroso blanco y negro) firmado por Courreges dejó al británico y al respetable más arrugado que las chorreras que éste lucía en su camisa.
Fue nuestra particular venganza, aunque comentan que hubo un poquito de ayuda en forma de llamada telefónica del embajador de España en Gran Bretaña... Pero a los que nos gusta Eurovisión esas cosas de política nos importa un rábano.
La victoria de Massiel, casi una cuestión de Estado
Pese a quien pese, España y su La la la se llevó el gato al agua. O mejor dicho, lo sacó de las frías aguas del Támesis y se lo trajo aquí a beber las mieles del éxito a orillas del Manzanares. Que ganara España fue todo un logro y fue casi una cuestión de Estado. Incluso Franco mandó a la cantante un telegrama de felicitación que fue leído en el informativo de aquella noche en la que Massiel consiguió, como decían los periódicos de la época, "dejar boquiabierta a Europa".
Una prueba de la repercusión de este acontecimiento es la elección de Miguel Ángel Bernardeau y el equipo de guionistas para arrancar Cuéntame cómo pasó. La serie de TVE comenzaba con los Alcántara disfrutando de esa noche inolvidable.
Cuando todo esto pasó, la que suscribe apenas tenía diez años y he de reconocer que era una cita que no me perdía. Los días antes era el primer plato de todas las conversaciones en el patio del recreo, ni que decir el día después. Recuerdo que a mi madre, que era modista, la estuve mareando con que quería un vestido como el de Massiel. ¡Lo que me costó!
Pero al final obró el milagro y aquel verano de 1968 no hubo guateque o salidas al cine en que no fuera con el vestidito de marras. Incluso recuerdo que una noche en San Javier hicimos nuestro particular Festival de Eurovisión y yo me atreví a emular a la gran Massiel, teniendo como micro un colador y fue... un fracaso absoluto ya que Dios no me ha dado voz y desafine con gallardía.
Joan Manuel Serrat rechazó cantar el tema en castellano
La llegada de Massiel a este momento de gloria no fue un camino de rosas. Su participación y su triunfo es un ejemplo más del gran poder de improvisación que tenemos los españoles. El tema fue compuesto por Ramón Arcusa y Manuel de la Calva, el famoso Dúo Dinámico, y en el foso de la orquesta del Royal Albert Hall de Londres no estaba otro que el inigualable maestro Rafael Ibarbia.
Massiel preparó en tres semanas su participación en Eurovisión
Cierro los ojos y recuerdo aquella noche como si hubiera sido la pasada: que emoción con toda la familia frente al televisor. A mis escasos diez años yo, como Carlitos Alcántara, había oído campanillas sobre la polémica negativa de Joan Manuel Serrat a participar en el festival porque no le dejaban cantar la canción en catalán. En aquellos años sólo había una cadena (dividida en dos) y yo era muy chica para escuchar Radio España Independiente (en muchos hogares era conocida como "la Pirenaica").
Unos días antes -parecía casi cuestión de Estado- en los Telediarios hablaban del plante del noi del Poble-sec y su negativa a interpretar el tema de marras en castellano. Se barajaban dos temas: el La la la y Tintiritero, esta última del propio Serrat. Al final se decidieron por la primera ya que la consideraban más festivalera. Un mes antes de la cita en Londres, TVE realizó un especial con el título de "Así es, así canta, así compone Joan Manuel Serrat". Este programa -en el que se interpretaron algunos temas en catalán- sirvió para promocionar a nuestro "joven representante".
Tras esta presentación Serrat grabó la canción en varios idiomas. El 25 de marzo todo el mundo se rasgaba las vestiduras cuando llegó la noticia de que Serrat, mediante una carta al director general de RTVE, pedía que aceptara su renuncia a participar si no cantaba La la la en catalán. Con esta decisión se lio una buena. Fue de tal magnitud que incluso Serrat dio una rueda de prensa para explicar los motivos.
Esto no hizo más que caldear más el ambiente, y fue el pistoletazo de salida de una campaña brutal de todos los medios -salvo los catalanes- contra el cantante, que desde ese momento sus canciones dejaron de escucharse. Él siguió con sus conciertos y en algunos de estos, al salir al escenario, no recibía aplausos sino insultos. Con los años, gracias a Dios, las cosas se fueron calmando (todavía hay viejas glorias que se lo restriegan) y tenemos en Joan Manuel Serrat a uno de los grandes cantoautores de nuestro país.
Serrat solo quería cantar un verso en catalán para llamar la atención de la situación marginal en que se encontraba esta lengua
Han pasado más de cuarenta años y todo aquello se ha quedado en una anécdota más de aquellos “locos” años; pero parece la intención de Serrat era interpretar solo un verso del tema en catalán para llamar la atención a través del festival de la situación marginal en que se encontraba esta lengua en los años de la dictadura.
Massiel tuvo que regresar -era de la misma discográfica que Serrat- de México a toda prisa y en tres semanas estuvo lista para dar el campanazo. Aunque su triunfo propició otro quebradero de cabeza al régimen. ¿El motivo? Tras la victoria, María de los Ángeles Santamaría Espinosa -conocida también por su impetú como "La tanqueta de Leganitos"- se negó a ir al Pardo y recoger el lazo de Isabel la Católica de manos de Franco. Esto le valió estar un año vetada en TVE. Ella tenía a sus 21 años, y aún hoy 46 años después, la misma fuerza y empuje.