Velvet cerró su tercera temporada el pasado jueves con otra boda, la de Mateo y Clara. Los de Porrillos ya pueden estar tranquilos que han casado a sus dos hijas. El nuevo vestido era una de las incertidumbres. ¿Podría Clara elegir uno a su gusto o tendría que dejar que su suegra y las tías de Mateíto eligieran modelito nupcial por ella?
Por lo que vimos, fueron ellas las responsables de que la pobre Clara, antaño modelo de excepción para Raúl de la Riva, se vistiera como un merengue gigante, lleno de capas y lazos.
¿Así quién querría casarse? Le entraron las dudas, obviamente, y lo hizo saber. Hasta Mateo se reía del look de su futura esposa, nada que ver con el estilo sexy al que nos tiene acostumbrados desde el primer episodio. Por eso, cuando a solas decidieron casarse, la secretaria se arrancó (con mucha suerte, eso sí) varias partes de ese diseño monjil para acabar con un vestido de novia mucho más de su gusto. Con mangas de encaje y corte sirena. Esta sí que es Clara sin experiencia.
Con esta ya van seis novias Velvet en solo tres temporadas. Ana Rivera, que no llegó a casarse con Alberto; después fue el turno de Cristina, que sí lo consiguió; más tarde pudimos ver a Pedro y Rosamari, que tampoco se dieron el "sí, quiero" porque la elegida era Rita; también casamos a la rebelde y femme fatale Patricia, que solo buscaba el dinero de su marido; y para terminar con buen gusto, un boda por amor, la de Mateo y Clara.
Comparemos sus vestidos.
La más sencilla y adelantada a las modas de su tiempo fue Ana. Su vestido para dejar a Alberto plantado en el altar era brocado, con una larga cola de encaje y escote en la espalda, tirantes anchos y marcando figura. Pero... ¿se sentía ella? Lo habia elegido él...
El vestido de novia de Cristina fue un modelo diferente al que vimos probarse durante varios episodios porque Rita hizo que se perdiera… Aquel era un vestido de manga francesa, con detalles color crema en escote, puños y cintura con una falda con volumen.
El problema fue que tuvieron que confeccionar otro en solo una noche y que Ana tuvo que ser la modelo del nuevo diseño inspirado en Grace de Mónaco, falda con volumen y cola redondeada y cuerpo de chantilly. A Raúl de la Riva, responsable de ambos diseños, acabó gustándole mucho más el resultado del vestido precipitado.
Rosamari es la novia menos glamurosa de lo que llevamos de serie. La madre del hijo de Pedro eligió un vestido camisero color champán y guantes para el enlace íntimo que nunca llegó a realizarse.
Poco tardaron en volver a sonar las campanas de boda en Velvet. Esta vez era una de las chicas más queridas del taller, Rita, la que conseguía casarse con el amor de su vida. Las chicas quisieron regalarle también el vestido de su vida para librarla del horrible vestido que su madre le tenía guardado en el pueblo. El vestido de novia con el soñaba Rita era un diseño que el propio Raúl de la Riva tuvo que pedir a uno de sus compañeros de profesión más odiados. Un vestido clásico, palabra de honor con mangas semitransparentes con lunares bordados que también salpicaban su velo. Una boda perfecta al fin en Velvet.
Patricia es una de las bombas sexuales de Velvet. Sus escarceos amorosos y su estilo con el que marca curvas que los vuelven locos nos hacían imaginar un traje de novia explosivo. Sin embargo, eligió un modelo (De la Riva, claro) muy elegante, la falda con volumen dejaba ver los tacones y se alargaba por detrás con cola, muy de su época y con el corte New Look. Mangas de tul y cuerpo con pliegues, grandes perlas como pendientes y velo durante toda la ceremonia. No pudo aguantar las lágrimas, no soporta a su marido por muchas minas que tenga.