Sí, Bajo sospecha ha aprendido de los errores de su primera temporada y ha mejorado su actitud frente al nuevo caso. Al menos, esto es lo que nos enseñó en su primer capítulo. Según avanza la trama, sin embargo, la serie continúa seduciendo al espectador con capítulos que apenas aportan nada a la trama principal y que engañan al espectador con tramas secundarias y cerradas solucionadas al final del mismo.
Bajo sospecha, como cualquier serie americana, podría permitirse este tipo de capítulos con temporadas de 22 capítulos. Ninguna trama aguanta una linea temporal tan larga. Sin embargo, las series españolas apenas tienen 13 capítulos.
'Bajo sospecha' se ha convertido en un 'Gran Hermano' ficcionado
La serie de Antena 3 se ha convertido en un Gran Hermano ficcionado. Cada semana, un nuevo sospechoso en el hospital. Cada semana, una nueva pista que nos hace señalar a uno de los protagonistas. Una evidencia casi incuestionable que se derrumba al final de cada episodio para empezar de cero en el próximo capítulo. Así, poco a poco se van cayendo de la lista de nominados a asesino hasta el final de la temporada.
Y todos tenemos en nuestro recuerdo cómo terminó la pasada temporada, en la que el pequeño de la casa fue el culpable. Algunos se lo tomaron como un timo después de haber sospechado hasta del repartidor del gas. Aquí nos encontramos ante una temporada más claustrofobia donde (casi) todo ocurre en un hospital con interminables persecuciones entre puerta y puerta.
Se trata de un modo de hacer ficción de incuestionable éxito. Bajo sospecha acumula en su segunda temporada más de 3 millones de espectadores. Un método infalible que funciona a corto plazo pero que a la vez no juega a hacer un thriller fuerte y potente.
La serie no permite jugar al espectador. Todo está marcado por el guión. Un guión que deja una prueba en cada capítulo para que la policía arranque una investigación. Pero nunca hay una prueba para que el espectador comience a sospechar y a divagar con sus propias teorías introduciéndole mucho más en la trama.
Si de algo no se puede quejar Bajo sospecha es de su reparto. La serie puede sacar mucho jugo hasta de su actor más secundario. Un casting de lujo del que, sin embargo, conocemos más bien poco. El modo de contar la historia, cada capítulo protagonizado en mayor medida por uno de los actores, permite conocer muy poco a los personajes. Por ejemplo, el celador (Marcial Álvarez) no apareció apenas en el primer episodio pero en el segundo se lleva el protagonismo. Apenas conocemos a la psicóloga (María Botto) cuando ya quieren que conectemos con el personaje.
Y es que la conexión con los personajes es otro tema donde Bajo sospecha no ha querido indagar. Si en la primera temporada lo que más enganchó al espectador es el sufrimiento del personaje de Alicia Borrachero ante la pérdida de una hija, en esta segunda temporada no hay ningún vínculo emocional con los protagonistas que nos hagan sentir la muerte o la desaparición de alguno de los personajes.
“Todo el mundo es sospechoso hasta que se demuestre lo contrario”, dice el propio Lluís Homar en el avance del tercer episodio. Efectivamente, este es el claim de la serie y que parece ejecutar a rajatabla. Lo demuestra incluso en los avances de capítulos. ¿Quién es el siguiente sospechoso?