Recuerdo cuando era adolescente y venía a Madrid cómo allá donde fueras, Telemadrid siempre estaba sintonizada. En el 7 en el mando a distancia en su mayoría. Era el orgullo de los madrileños. Y yo no podía de dejar de sentir envidia por una comunidad con una televisión autonómica que mostraba una información tan cercana para sus ciudadanos.

Más tarde supe que tras aquella televisión estuvieron los mismos directivos que pusieron en marcha Cuatro, un canal del que muchos nos enamoramos. Cuánto te debemos Elena Sánchez. Cuánto.

Sin embargo, tras la llegada de Esperanza Aguirre al poder, aquella bella Telemadrid terminó convirtiéndose en una televisión asquerosamente manipulada y al servicio de sus políticos. Poco a poco, la cadena se fue alejando de sus ciudadanos y sus ciudadanos de ella.

La gran Telemadrid que un día peleó codo con codo con las generalistas pasó a ser un reducto y, aquellos ciudadanos que un día la amaron, ahora la repudiaban hasta el punto de que muchos dejaron de sintonizarla. El 7 ya pertenecía a otras cadenas.

Hace unos días me topé por casualidad con un programa que atrajo mi interés. El punto sobre la historia, se llamaba. En él, sus dos presentadores recorren en bici las calles de Madrid para conocer la historia de la ciudad desde otra perspectiva. Y yo, un friki de la historia y amante de pasear por la ciudad en bici, caí atrapado.

Aquello era el Telemadrid que me llamaba la atención de adolescente. Aquello era lo que necesita la cadena autonómica para recuperar el prestigio perdido. Un formato entretenido, divulgativo, cercano. ¿Qué puertas se inspiraron en la Puerta de Alcalá? ¿Sobre qué edificio se construyó el Palacio Real?

Después me enteré que el formato es un proyecto 360 que incluye un programa de radio en Onda Madrid, una revista digital y una aplicación para móviles para tener las rutas en bici que realizan sus presentadores David y Lorenzo por las calles de la capital.

Hace unos meses, Borja Terán escribía en La Información que “las cadenas autonómicas sí pueden ser un gran instrumento como motor cultural, divulgativo y formativo de una sociedad tan rica y diversa a nivel regional. Y para ellos, sus responsables deben apostar por estructuras empresariales muy reducidas”.

Y eso es precisamente El punto sobre historia: un motor divulgativo con un presupuesto económico. Un formato para que tanto los madrileños como los que vienen de fuera aprendan la historia y curiosidades de su capital. Un formato para que ayude a profesores a enseñar lo que esconden las calles de Madrid. Servicio público en mayúsculas.