Gran Hermano abrió las puertas a un nuevo tipo de televisión en España. Aterrizaba el mundo de la telerrealidad, un universo hasta ese momento desconocido en nuestro país y que cambiaría nuestra televisión para siempre. El formato neerlandés estrenaba en se estrenaba en abril del año 2000 arrasando y alcanzando unas audiencias poco conocidas hasta la fecha para una televisión privada. Era, sin embargo, un público bastante diferente al que hoy ve Gran Hermano.
La primera gala se estrenó con un 36,5% de cuota de pantalla y 5,2 millones de espectadores. Fue su gala menos vista. A partir de ese momento, todo fue hacia arriba. El programa llegó a rozar los 10 millones de espectadores y su final alcanzó un 70,8% de cuota de pantalla. Una cifra inimaginable hoy en día.
Analizando de forma más exhaustiva aquel resultado, la primera edición de Gran Hermano consiguió mantener una media de un 51,2% de cuota de pantalla durante las 16 galas de su primer año. Era un programa de televisión que gustaba más a jóvenes que a mayores. Según datos de Dos30, su mejor resultado lo conseguí entre los espectadores de 13 a 24 años, con un 64,3% de cuota de pantalla media.
Aquella primera edición presentada por Mercedes Milá no era muy seguida por los mayores de 65 años, donde bajaba a un 33,6% de cuota de pantalla. Este rango de edad era el que bajaba la media del programa.
Eran las mujeres las que más seguían el reality de Telecinco. El programa conseguía entre ellas su mejor resultado, con un 56,6% de cuota de pantalla media durante toda la edición. Los hombres, con un resultado bastante más bajo, marcaron un 44,7% de cuota de pantalla.
El público con mayor aceptación era el de clase media. Un 55,3% de la audiencia de esta clase siguieron el primer reality en España. Sorprendentemente, el programa tuvo su peor resultado en el público de clase baja, donde el programa bajaba hasta un 47,3% de cuota de pantalla media. El formato, vendido al principio como un experimento sociológico, interesó a un 49,7% de los espectadores de clase alta.
De la clase alta a la clase baja
Dieciséis años después de aquella primera edición y después de 17 ediciones, el público de Gran Hermano ha cambiado. El público se ha ido adaptando con el paso del tiempo, al igual que el perfil de los concursantes que han entrado en la casa más famosa de la televisión. ¿Fue antes el huevo o la gallina? ¿Se adaptaron los concursantes a su público o los espectadores al perfil de participantes?
Lo cierto es que GH 17 ha mantenido un 20,3% de cuota de pantalla durante sus cinco primeras galas. Su mujer resultado sigue siendo entre las mujeres, con un 25,6% de cuota, y cae estrepitosamente entre los hombres con un 14,3% de cuota media.
Si hace dieciséis años los jóvenes eran los que seguían el programa, ahora la cosa no ha cambiado mucho. Los jóvenes de aquel GH 1 han crecido y han desconectado de aquel formato de televisión que les atrajo en un primer momento. Por la contra, una nueva hornada de espectadores que no vieron las primeras ediciones ahora se han convertido en su nuevo público objetivo.
Este año, el programa triunfa entre los espectadores de 13 a 24 años, como en su primera edición, con un 33,1% de cuota de pantalla. Se mantiene por encima de la media entre los espectadores de 25 a 44 años, con un 23,6% de cuota. Su peor dato ya no es entre los mayores de 65 años, sino entre los adultos de 45 a 64 años, donde sólo marca un 16,6%.
Es en la clase donde el público de Gran Hermano ha cambiado de preferencias. Si la primera edición fue seguida por un público de clase media alta, años después el espectador medio de Gran Hermano es de clase media baja. GH 17 consigue un muy buen resultado entre la clase baja, con un 21,6% de cuota de pantalla. Su peor dato lo marca en la clase alta de la sociedad, con un 17,8% de cuota media.