"Los muertos hablan si los escuchas", dice Michael Scottfield en la vuelta de Prison Break. Algo que parece que no ha sucedido con los productores de la serie. Y es que si hubieran escuchado a la propia ficción, ya muerta hace ocho años, esta probablemente les hubiera dicho que no hacía falta resucitarla. Y mucho menos con locas teorías.
¿Cuántos llegaron a ver aquel epílogo titulado The Final Break?
Prison Break se convirtió en un éxito rotundo en su primera temporada, incluso en España donde fue emitida por laSexta, llegando a convertirse en uno de los programas con más audiencia del canal. No era para menos, acostumbrados a series de médicos, abogados o policías, esta serie significó un auténtico soplo de aire fresco gracias a su trepidante acción y suspense.
Ya incluso cuando se decidió renovar por una segunda temporada, no fueron pocos los que se mostraron contrarios a la idea ya que sería difícil trasladar al espectador la adrenalina que se les había conseguido inocular con el brillante plan de fuga de Michael Scottfield. Sin embargo, esta nueva tanda de episodios estuvo a la altura con la trepidante persecución de los hermanos Scottfield por el increíble Alexander Mahone, uno de los mejores personajes de ficción de los últimos años.
Todo empezó a decaer en la tercera temporada, cuando la acción se trasladó a una cárcel de Panamá y parecía que estábamos viendo más de lo mismo. ¡Bendita huelga de guionistas que hizo que la temporada sólo tuviera trece capítulos! De la loca cuarta temporada con esa irrisoria resurrección de Sara, mejor ni hablar. ¿Cuántos llegaron a ver aquel epílogo titulado The Final Break?
Todo muy loco
Y tristemente esta nueva quinta temporada es una mezcla de las dos últimas temporadas de la serie. Por una parte, Scottfield vuelve estar encerrado en una cárcel, ahora en Yemen -¡oh, qué ingenioso!; mientras que, por otra, volvemos a las locas teorías conspiratorias de La Compañía.
Son como Los Mercenarios de la televisión, aunque con mucha menos acción
Pero, para más inri, ya no se respeta ni siquiera a uno de los grandes personajes de esta ficción: T-Bag. Y es que en esta espiral de locuras en las que se ahogaron sus creadores, ni siquiera este personaje se libra de que le hagan pasar por una inverosímil operación que le permite tener una mano biónica. Todo muy loco, sí.
Y así, la vuelta de Prison Break no deja de ser el reencuentro de una panda de cuarentones con nostalgia del pasado y a los que miras, no sin cierta ternura, por sus intentos de volver a repetir sus hazañas. Algo así como Los Mercenarios de la televisión, aunque con mucha menos acción y con cliffhangers que hubieran sorprendido hace diez años, pero que ahora tienen menos impacto que un final de capítulo de Bob Esponja.
Nueve capítulos pensados por y para aquellos espectadores que, a pesar de lo delirante de su última temporada, nunca llegaron a darle la espalda. Ahora probablemente tampoco lo hagan porque, como dice Fangoria, "la nostalgia es una droga dura y adictiva". Aunque no hubiera estado mal que sus productores hubiera seguido el dicho de que a "los muertos es mejor dejarles descansar".