Cristina Pardo está de moda. Aunque la periodista lleva ya mucho tiempo llamando la atención, parece que 2018 será su año profesional. Y es que laSexta no ha dudado a la hora de confiarle algunos nuevos proyectos tras convertirse en una de sus caras más reconocidas.
Este domingo regresa al prime time de laSexta con una nueva entrega de Malas compañías. En este caso hablará de los ERE de Andalucía. Se estrena unos días después de haber anunciado que abandona Al rojo vivo para ponerse al frente de nuevos proyectos en la cadena. Uno de esos proyectos es Liarla Pardo, un nuevo espacio más ligado al mundo del entretenimiento en el que Pardo mostrará una cara más desenfadada.
Pero Pardo seguirá ligada al área de informativos de laSexta. Y es que ella y su flequillo se han convertido en algo indispensable para la cadena más informativa. Pero parece que laSexta quiere más de Cristina Pardo y por eso empezará a pisar nuevos caminos.
¿Por qué Andalucía ahora? ¿Cómo es ese proceso de selección del caso que vais a tratar?
Cuando empezamos con el primer Malas compañías elegimos la Comunidad Valenciana porque la corrupción era muy estrambótica y muy pintoresca. Después surgió la posibilidad de hacer más y, lamentablemente, hay muchas opciones en nuestro país. Pero es verdad que hay algunos que están un poco verdes. A mí me gustaría hacer Madrid, pero es verdad que está todo tan abierto que cada 15 días hay una novedad y sería arriesgado ponerse a preparar un programa ahora. Por eso hemos ido eligiendo los que están ya más definidos o cerrados. Por eso elegimos Cataluña y Andalucía. Hay más comunidades, pero es verdad que estás tres comunidades son representativas.
En Andalucía lo que hemos descubierto es que es una corrupción un poco más sibilina
¿Qué va a descubrir de nuevo el espectador con este reportaje que no sabía hasta ahora? ¿Qué has descubierto tú que desconocías por completo de este caso?
Lo que he descubierto es que, aunque la corrupción tiene una base en todas partes, todo tiene sus matices. En la Comunidad Valenciana era todo muy chabacano, en Cataluña era menos ostentoso y se utilizaba para dar relevancia al independentismo. En Andalucía lo que hemos descubierto es que es una corrupción un poco más sibilina. Lo que se hace es utilizar dinero público para garantizar la paz social, para que la gente no proteste y esté tranquila. Se cometen irregularidades para que la gente esté tranquila y siga votando al PSOE.
Parece un caso de un Robin Hood corrupto…
Un poco de eso hay. Hemos hablado con el exdirector general de empleo, con Javier Guerrero, y te quedas con la sensación de que lo que hacía es hacer favores a gente de su pueblo, a sus amigos… Al final les iban metiendo en expedientes de regulación de empleo, aunque nunca hubieran trabajado en esa empresa, con tal de que pudieran recibir un dinero al mes. Eso a mí me parece gravísimo. Hemos hablado con gente para saber si realmente la empresa necesitaba un ERE o no y es que no era el último recurso. Allí estaban todos con una alegría…
¿Vas a reabrir viejas heridas que ya estaban cerradas?
Creo que el primero programa es muy duro para el PSOE. Sinceramente, lo creo. En el segundo programa, los tres cabecillas de la trama de los ERE quedan muy mal. Es lo que me parece. Y dan algún nombre, que eso es interesante.
¿Qué es lo que ha supuesto ‘Malas compañías’ en tu carrera? ¿Ha sido siempre tu programa soñado?
La posibilidad de trabajar con la productora con Jordi Évole, no diría nada nuevo si digo que todos los programas que hace son estéticamente y formalmente una maravilla. Todos querríamos trabajar en un programa que enseñe las cosas así.
Después, para mí ha supuesto hablar con alguien que no te diga que no sabe nada, que no vio nada o que no tiene ni idea de nada. A mí me gusta hablar con gente que sí sabe, que sí vio y que sí cuenta. Además, son protagonistas de lo que pasó. Los que cubrimos información política muchas veces no tenemos acceso a las personas que están en el meollo. Aquí, sí. Terminas de grabar el programa y te quedas alucinado porque te están diciendo a la cara que han robado.
Gracias al periodismo que se hace en laSexta, sus presentadores se han convertido en muchas ocasiones en los protagonistas de los titulares. ¿Eso es bueno?
Yo creo que no, pero creo que los titulares no los elegimos nosotros. Por poner un ejemplo, el día que fui a la Audiencia Nacional porque declaraba Bárcenas me eché una carrera detrás de él. Me parecía tan surrealista que le pregunté que con quién había aprendido a caminar, si con Mariano Rajoy. Es verdad que la pregunta iba con segundas porque le nombras a Rajoy y ves cómo reacciona. Se hizo noticia de eso y no la hice yo. No creo que debamos ser nosotros la noticia, pero no es algo que a mí me importe. Lo que la gente considere que es noticia, pues bien estará.
Ya me gustaría a mí que me atendiera Rajoy y no me ha atendido nunca
¿Ayuda ser Cristina Pardo, una vez ya te has hecho más conocida, a la hora de que te atiendan los políticos?
La verdad es que no. A mí me ha costado mucho trabajar en laSexta y seguir al PP. Al principio se quejaban mucho y como eras una televisión pequeña no te atienden. Después se va estableciendo cierta relación personal porque te ves casi todos los días. Eso también es importante y forma parte del tinglado de que luego te atiendan. Ya me gustaría a mí que me atendiera Rajoy y no me ha atendido nunca. No es para tanto.
La pasada semana anunciaste que dejabas ‘Al rojo vivo’ por nuevos proyectos. ¿Cómo y cuánto te costó tomar esa decisión?
Al rojo vivo para mí lo ha sido todo. No solamente por tener la oportunidad de trabajar con Ferreras, sino por la oportunidad laboral que supone sustituir al director del programa. A mí me dio mucha pena. El día que me iba sentía como si me estuvieran amputando una pierna, esa es la verdad. Yo lo dejé un viernes y el miércoles anterior fue cuando decidía que el lunes ya me tenía que centrar en otras cosas. Lo puse en el whatsapp de Al rojo vivo y avisé de que el lunes me tenía que marchar.
Estaba esperando a Granados en el Congreso y se me saltaron las lágrimas. Parecía la imputada era yo. Tuve la suerte de que se cortó la señal porque era un drama mi cara. Me da mucha pena, pero al final todo son ventajas. En este mundo te vas tú o te echan o se cancela. Pasan miles de cosas que te obligan a cambiar. Y tampoco me voy tan lejos, que voy a seguir vinculada a los informativos.
Voy a intentar hablar un poco menos de Puigdemont y pasármelo muy bien
Una de las razones por la que te vas es por ‘Liarla Pardo’, tu nuevo programa para laSexta. Dicen que vas a cambiar de registro, que vas a estar más desenfadada. ¿Qué vamos a encontrarnos en este nuevo programa?
Creo que va a haber cierto cambio de registro, pero tampoco muy radical. Al final yo soy lo que soy y no soy un circo. Va a ser un programa más desenfadado. Voy a intentar hablar un poco menos de Puigdemont y pasármelo muy bien. Y espero que la gente se lo pase muy bien también.
¿Se va a hablar de temas más banales?
No diría yo que son temas más banales porque al final todo es política. Lo que sí que se va a hacer es hablar de los temas de una manera un poco más desenfadada.
¿Y cómo te ves en ese nuevo ambiente?
Evidentemente, estoy asumiendo un riesgo. Estoy saliendo de mi zona de confort, pero a mí todos los retos me divierten y este también.
Tenemos un mando a distancia y cada uno puede elegir qué es lo que quiere ver
¿Cómo has visto que la televisión, todas las cadenas, se hayan rendido ante la cobertura del asesinato de Gabriel y que haya habido tantas horas de cobertura?
En estos casos hay que tener en cuenta qué es lo que quiere la familia que está pasando en esos momentos por el trance. A mí no me gusta ahondar especialmente en este tipo de tragedias. No me siento cómoda. También es verdad que para esto y para todo tenemos un mando a distancia y cada uno puede elegir qué es lo que quiere ver y qué es lo que no te está gustando. Allá cada cual con lo que decida.
Pero entonces al final parece que las teles le dan a los espectadores lo que piden las audiencias. ¿No es responsabilidad de las teles saber echar el freno?
Por eso digo que hay que saber qué es lo que quieren las personas que están pasando por ese trance y nunca ir más allá. A mí no me gusta. De todos modos, me lo preguntas a mí que trabajo en laSexta y yo creo que en esta tele no se hace todo por la audiencia. Nosotros hemos hecho durante mucho tiempo especiales de Cataluña, que es un tema muy farragoso. Creo que encontrar el equilibrio entre informar y darle a la gente lo que le interesa es muy complicado.
El nombre de actualidad es Cristina Cifuentes. ¿Cómo crees que va a terminar todo esto?
No sé lo que va a pasar con Cristina Cifuentes. Lo que sí sé es que ella ha tenido una reacción muy torpe y muy lenta cuando nos tiene acostumbrados a todo lo contrario. También sé que el Partido Popular ha defendido a Cifuentes con un entusiasmo relativo. En el PP hay quien le tiene muchas ganas. Y también sé que sus explicaciones son justitas por no decir insuficientes. Creo que no lo ha hecho bien.
¿Tenía una diana desde hace tiempo porque era la perfecta del PP?
No me gusta decir eso porque parece que la estamos presentando como víctima. Lo que sé es que en el PP hay quien la tenía muchas ganas por dos motivos: porque su nombre salía como posible sucesora de Rajoy en el futuro y porque ella, en su discurso de transparencia y del PP limpio, ha ido mucho más lejos de lo que era más necesario. Incluso llevándose por delante si es necesario a Génova. El hecho de que ella se presentara constantemente como el adalid de la limpieza no ha sentado muy bien en el PP y lógicamente te creas muchos enemigos.