Jesús Guzmán, el cartero Braulio de 'Crónicas de un pueblo'

Jesús Guzmán, el cartero Braulio de 'Crónicas de un pueblo'

Televisión

'Crónicas de un pueblo', el primer gran paso de Antonio Mercero en TVE

13 mayo, 2018 00:11

A lo largo y ancho de la historia de la televisión y en especial de sus series son muchos los nombres de los pueblos en los que han transcurrido las tramas y que con tan solo mentarlos nos hacen volver a recordarlas. Carson City (Bonanza), Drogheda (El pájaro espino), Springfield (Los Simpson), El valle de Tuscany (Falcon Crest), Medicine Bow (El Virginiano), Walton Mountain (Los Walton), Plum Creek o Walnut Grove (La casa de la pradera)...

Pero en la memoria televisiva de todos hay un pueblo que marcó un hito en la televisión en España. ¿Quién no recuerda Puebla Nueva del Rey Sancho? Era el escenario natural de Crónicas de un pueblo. Rodada totalmente en la localidad madrileña de San Torcaz, se trata de una de las primeras series emitidas por TVE.

'Crónicas de un pueblo' estuvo en antena entre 1971 y 1974

Estuvo en antena entre 1971 hasta 1974. Se estrenó un 18 de julio en plena Fiesta Nacional -en aquellos años- y finalizó sus emisiones un 14 de febrero (San Valentín) dejando descorazonados -no por su final- a sus seguidores. Eran los años de una sola cadena -eso sí desdoblada con el UHF- y la audiencia veía eso y no tenía otra opción, pero en esta ocasión Crónicas de un pueblo merecía ser vista.

En los periódicos de la época muy a menudo aparecían imágenes de los famosos "Teleclubes" de los pueblos en los que se arremolinaban frente a la pequeña pantalla (bolsa de pipas incluida) para ver el episodio la noche de emisión aquellos que no tenían la suerte de tener un televisor en casa.

El guiño de Antonio Mercero

Se trataba de una serie del género costumbrista en el que como decimos se narraba el día a día de un pueblo castellano. El guion era de Juan Farias, Miguel Picazo y Juan Alarcón. La dirección estaba bajo la mano maestra de Antonio Mercero, que incluso se permitió hacer un pequeño papel -o, como él mismo, dice "un guiño"- interpretando a don Feliciano, un cura bastante socarrón. Solo intervino en el segundo episodio, ya que a partir de los siguientes la sotana la llevaba don Marcelino papel interpretado por Francisco Vidal.

Crónicas de un pueblo fue una serie coral en la que todo su universo giraba en torno a don Pedro, el alcalde (Fernando Cebrián), el cura, el Guardia Civil Tomás (Juan Amigo) y don Antonio, el maestro (Emilio Rodríguez). A estos se unían otros personajes como Goyo, el alguacil (Antonio P. Costafreda), Braulio, el cartero (Jesús Guzmán), Dionisio, el conductor del autobús (Rafael Hernández) y Marta, la boticaria y concejala (María Nevado); así como los niños de la pequeña escuela de la localidad.

Mención especial especial para el actor Xan das Bolas en su papel de Camilo, pastor y barrendero, con una filosofía de la vida que dejaba poso. Sin olvidarnos de Goyo, el alguacil y pregonero, siempre con su traje de pana, su boina calada hasta las cejas, proclamando los bandos tras el toque de aviso con su cornetilla.

Paco Marsó interpretó al médico del pueblo

Para los amigos de las curiosidades, Paco Marsó, el que fuera marido de Concha Velasco, era don Francisco, el médico del pueblo durante bastantes episodios.

Las peleas entre Braulio y Dionisio

Crónicas de un pueblo tenía historias de todos los sabores, pero para los que tuvimos suerte de verla, aunque con ojos infantiles, no se nos olvidan esas "peleas" entre Braulio, el cartero con su bicicleta, y Dionisio, el conductor del destartalado autobús que conectaba a los habitantes del pueblo con la gran ciudad. Nunca llegaban a las manos; pero sus pugnas y discusiones eran puro sainete de Arniches... Una delicia.

Crónicas de un pueblo tuvo en su momento el reconocimiento no solo de la audiencia; sino también de la crítica especializada. En 1971 obtuvo una Antena de Oro y en 1972 recibió el Premio Ondas, así como un TP de Oro obtenido con los votos de la revista. Esta serie era pura sencillez y contaba más que muchas de las grandes superproducciones de hoy en día que se quedan en el cascarón.