Hace unos años, durante un desayuno informativo con el consejero delegado de Mediaset España, Paolo Vasile, éste nos contaba a algunos periodistas que, durante una reunión con una importante figura de un banco nacional hace ya algunos años, una de las primeras preguntas que le trasladó fue sobre Gran Hermano.
Nuestra cara de asombro fue instantánea. Sin embargo, el italiano nos siguió contando que en aquellos momentos de éxito del reality era algo más que habitual que le preguntaran por el programa.
Ónega cambió en junio los pasillos del Congreso por los de Mediaset
Y, ¿por qué les cuento esto? En los últimos tiempos he visto críticas a Ya es mediodía por haber abandonado en uno de sus tramos de la política para centrarse en temas de corazón o en realities porque les funciona mejor en audiencia.
Estas críticas también se han trasladado, obviamente, a su presentadora Sonsoles Ónega, que decidió dejar el periodismo parlamentario el pasado junio para ponerse al frente de esta tertulia política. Cambiaba los pasillos del Congreso por los de Mediaset.
Tampoco parece mucha la diferencia, pensarán algunos, teniendo en cuenta que algunos políticos han convertido el hemiciclo en un plató de televisión en el que todo tipo de descalificaciones, broncas o insultos tienen cabida.
Y he aquí donde tiene sentido la anécdota de Vasile. Pero, ¿de verdad tenemos que volver hablar de esa hipocresía instalada en la sociedad española de sentir vergüenza por admitir que se consumen determinados tipos de contenidos? ¿Echamos un vistazo a los temas más leídos de los diarios?
Hablando de realities o de corazón y, con esa sobresaliente actitud de profesional aplicada que quiere comprender y disfrutar como sus compañeros de mesa, Onega está precisamente ‘saliendo del armario’ de esa mojigatería y ayudando a la democratización del placer que produce sentarse a ver un reality. ¡Bravo!
Remar en la misma dirección
No hay nada de malo en ello. “Yo veo Salvados y también Sálvame… ¿Y qué?”, escribí una vez en este diario. Allí justamente explicaba que después de una dura jornada de trabajo, los jueves disfrutaba viendo los momentos de Ylenia en Gran Hermano VIP, que los viernes me gustaba sentarme a ver Tu cara me suena con una copa de vino o el domingo disfrutaba con Salvados, El Objetivo y Cachitos de hierro y cromo.
Eso, no obstante, no implicaba que no pudiera criticar las actitudes racistas que tuvieron Los Chunguitos en Gran Hermano VIP, o que ahora analice y juzgue el tratamiento excesivo que se le ha dado al caso Julen no sólo por parte de televisiones, sino también de diarios digitales y radios. Es la ventaja de ser independiente.
Los diarios de información especializada en televisión estamos aquí para remar en la misma dirección que las cadenas, para hacer una tele mejor. Lástima que a veces sólo tengan repercusión las críticas y no las alabanzas. Aún así, seguiremos trabajando en ello. Todos ganaremos. Cadenas, medios y, por supuesto, el lector.