Nada como una buena participación en un reality o un talent show para hacer que el público te adore, incluso si tiene prejuicios sobre tu figura. Para muchos, Cayetana Guillén Cuervo era una borde de cuidado (consecuencia de las imitaciones de HomoZapping) y Paz Vega una actriz con ínfulas de estrella hollywoodiense con menos trabajo del que deseaba. Y el público se enamoró de ambas al verlas dejarse la piel en MasterChef Celebrity (en ediciones diferentes, eso sí).

Ahora es Isabel Pantoja la que tiene que prepararse un buen juego de cara a su próxima participación en Supervivientes, si quiere que el público la adore como cuando ostentaba el título popular de viuda de España.

La carrera de Isabel Pantoja es extensa y admirable dentro de la industria musical, e incluso del cine (protagonizó un par de películas a inicios de los años 80), pero su imagen personal no brilla tanto como la profesional.

Sobre todo, desde que fuese imputada y condenada por el caso Malaya, que la llevó a prisión. Aunque hubo gente que le aplaudió al recibir la libertad, otros le echaron la cruz, y ella parece ser consciente de ello. 

Cuando GH DÚO llegaba a su final, se especuló si Isabel iría o no a plató a recibir a Kiko Rivera, y su hija Isa dijo que si eso ocurría “yo me alegraría y sería una forma de reconciliarse con la gente, de superar ese pánico escénico”. Es decir, que Isabel se preocupa mucho de su imagen, del qué dirán. Y tanto es así, que se reconciliará a lo grande: en Supervivientes.

"Soy buena ganadora... y muy buena perdedora. Yo sé perder", adelanta este miércoles, en una revista en ¡Hola!- "Yo no voy a deja de ser Isabel Pantoja en ningún momento, porque es mi nombre, pero es cierto que van a ver a la Isabel que, realmente, mucha gente no conoce", añade a ese mismo medio.

¿Cómo será Isabel Pantoja en Honduras?

La pregunta clave es cómo será Isabel Pantoja en Supervivientes, qué perfil nos irá a mostrar. Y es que el reality de Honduras muestra muchos prismas de los concursantes. Quién tiene mejor humor y quién busca bronca, quién se desvive por alimentar a los compañeros, quién se rasca la bartola en los Cayos Cochinos, quién tiene afán de superación para alzarse con la inmunidad.

De momento, Isabel anuncia que pescará de lo lindo, porque es una de sus aficiones, y explica que está aprendiendo a hacer fuego. Y ya es algo. Ahora le falta concienciarse de que pasará hambre y frío, que el sol picará, que lo mismo se queda una semana o un mes aislada en un palafito, charlando con las musarañas.

Vamos a ver a una Isabel muy divertida, pero también con roces porque ella tiene su carácter y supongo que lo sacará”, vaticinaba Raquel Bollo. Y es que efectivamente, Isabel puede ser simpática y gamberra, que la hemos visto así en muchas entrevistas.

Aunque por televisión también hemos conocido (en otros tiempos, eso sí) a una Isabel prepotente que enseña dientes, dientes. Que es capaz de acabar con la carrera de un comunicador si hablan de ella lo que no deben (en enero de 2015, Agustín Bravo explicó que su relación con Canal Sur acabó porque “hablar mal de Isabel Pantoja en Andalucía tiene su riesgo”). La que se cree tan grande como para decir que no hay ceros en Telecinco como para que ella se siente en un plató (aunque sí suficientes como para tirarse de un helicóptero).

Por qué necesita Isabel Pantoja ganarse al público

El contrato de Isabel Pantoja no es como Supervivientes, con la productora, tal como le ocurre a otros concursantes. Ella ha firmado con la cadena, con Telecinco, y necesita ganarse a la audiencia porque le esperan otros proyectos.

Posiblemente, participará como juez en Factor X o Idols, y la veremos en una serie sobre su vida, o quizá en un reality al estilo de Las Campos. Y por eso Isabel tiene que ganarnos en Honduras, tiene que hacer que queramos saber de ella, que la consideremos una más.

No se puede permitir perder los nervios y enzarzarse en una pelea de esas que acaban con los participantes tirándose de los pelos, como ocurrió el año pasado entre Saray Montoya y Romina Malaspina. Tampoco puede asumir un papel de víctima, de esas que lloran todo el día a lo María Jesús Ruiz, de las que creen que todos la quieren matar.

Tiene que ser luchadora y fuerte, simpática y buena compañera, pero también mojarse cuando haya peleas para que no la tilden de mueble. Que hable de sus miedos, de sus inquietudes, de sus hijos, de su paso por “ese lugar de cuyo nombre no quiero acordarme” (ese que según Mayte Zaldívar es menos duros que Supervivientes).

En definitiva, tiene un auténtico reto por delante para que, una vez acabe su paso por Honduras, queramos seguir viéndola en el talent de turno, en su propio reality, en una serie. O de nuevo en las Campanadas, por qué no.