Con Bran Stark empezó todo… y con Bran Stark ha terminado todo. Juego de tronos llegó esta madrugada a su final en un capítulo llenos de emociones y numerosos guiños a su capítulo piloto que no ha dejado indiferente a nadie por su trágico desenlace. Pero, vayamos, por partes cronológicamente.
El capítulo comenzaba con Tyrion Lannister deambulando por las calles de Desembarco del Rey horrorizado por la crueldad con la que Daenerys había masacrado a su pueblo. Después de ocho temporadas avisando de la maldición de la locura de la familia Targaryen, la Khaalesi había demostrado que ella no estaba exenta de tal enfermedad y no había tenido piedad con Desembarco a pesar de su rendición.
Entre sus víctimas, cómo no, sus hermanos Cersei y Jaime Lannister, a quienes encuentra bajo los escombros de la Fortaleza Roja y ante cuyos cuerpos inertes no puede evitar contener las lágrimas.
Tras esto, una Daenerys que ha cambiado el blanco por el negro, aparece en pantalla para arengar a sus tropas ante la estupefacción del propio Tyrion y Jon Nieve. Habrá más guerras para liberar a los pueblos que sigan esclavos.
La reina también decide encerrar y sentenciar a Tyrion por la traición de liberar a su hermano a Jaime. No obstante, antes de que esto suceda, sabe aprovechar bien la visita que le hace Jon para convencerle de que la única salida que le queda es matar a su amada ya que, como legítimo heredero al trono que es, no tendrá inconveniente en acabar con él.
Un mundo bueno
Llegamos así al clímax del capítulo con Daenerys alcanzando por fin el trono de hierro ante la mirada de Jon, que le pide clemencia. “No es fácil ver algo que antes jamás se había visto: un mundo bueno”, le dice la reina. “¿Y cómo sabes que será bueno?”, le pregunta Jon. “Porque sé lo que es bueno. Y tú también”, contesta Daenerys.
Unas palabras que poco antes había predecido Tyrion y que hacen que Jon cambie su opinión sobre su amada. “Ven conmigo, construyendo un nuevo mundo conmigo. Rompamos la rueda”, prosigue la reina. “Eres mi reina ahora y siempre”, le dice el joven Stark antes de besarla y acto seguido proceder a clavarle un puñal.
La muerte de la madre de dragones es rápidamente sentida por Drogon, que acude a comprobar que ha pasado con Daenerys. El dragón furioso, ante su imposibilidad de vengarse de un Targaryen, termina fundiendo con su fuego el trono de hierro.
Una bonita metáfora de lo que terminará sucediendo. Y es que, en una reunión entre los representantes de las grandes casas de los Siete Reinos, se decide que a partir de ahora ya no habrá herederos legítimos al trono sino que se hará un consejo entre todos para elegir al rey.
Sam propone una idea de la que todos se ríen: que en vez de elegir solo entre ellos al nuevo rey, sea el pueblo el que lo haga. Es decir, está proponiendo un sistema democrática. Una idea que da pie a las risas de los asistentes. “Tal vez deberíamos dar votos también a los perros”.
El círculo se cierra
Y es aquí donde Tyrion aporta su idea. Lo que une a todos los reinos es la historia y quién tiene la mejor historia es: Bran Stark. Uno a uno van aceptando la proposición salvo su hermana Sansa, que pide que Invernalia sea independiente con ella como reina. De ahí que Bran El Tullido sea coronado como rey de los Seis Reinos.
¿Y qué ocurre con Jon? Los Inmaculados piden su cabeza por haber matado a Daenerys, mientras que sus hermanas Arya y Sansa piden su liberación. Finalmente deciden condenarlo a cadena perpetua mandándolo a la Guardia de la Noche y bajo la prohibición de tener descendencia.
La serie finaliza cerrando el círculo para todos los Stark: Jon volviendo a la Guardia de la Noche, Bran como rey de los Seis Reinos, Sansa como reina del Norte, y Arya, fiel a su espíritu aventurero, embarcada en un viaje para descubrir nuevos mundos. Eso sí, siempre con su aguja. Una aguja completamente distinta a la que la veíamos en el primer capítulo cosiendo.
El capítulo se cierra abriéndose las mismas puertas que se abrieron en la primera secuencia del primer capítulo: las del muro. No obstante, esta vez ya sin el miedo a lo que se escondía en el bosque. El largo invierno ya ha pasado.