Mariano Rajoy cree que si en laSexta no hubiesen hablado de una forma tan cizañera de los casos de corrupción que han azotado a su partido la balanza hubiese caído de su lado. El presidente del Gobierno quiere corderos, zombis y zalameros a su lado. El resto, los que cuentan la verdad, son enemigos. Su granja, su The Walking Dead, está todo en TVE.
Así sí le gustan a Mariano Rajoy los informativos, pasados por un trituradora. Sin mierda. Pero, como pasa en toda depuradora, los desechos atufan a muchos kilómetros de distancia. Y las televisiones públicas a su medida desprenden mucha peste.
Tanta, que la audiencia ha preferido dejar de echarse encima litros de colonia y ambientador y pasarse a otro paisaje más fresco. La democracia del mando a distancia. Hace sólo cuatro años, en 2011, los informativos de TVE eran líderes de audiencia en los especiales electorales, doblando a sus principales competidores. Este año, estos mismos especiales se han quedado como abono para plantas.
Pero Mariano Rajoy sigue pensando que la gente se sigue tragando sus mentiras a través de la pequeña pantalla. Mariano Rajoy sigue pensando que pocos han escuchado que hace poco dijo que ya nadie hablaba de paro. Mariano Rajoy cree que la pobreza en España es un hecho aislado que nadie conoce. Él se preocupa por no hablar de Mortadelo y Filemón, por no protagonizar una tira cómica de José Mota.
Y como tanto monta, monta tanto, Esperanza Aguirre hizo lo mismo en Madrid, como Cospedal en Castilla la Mancha, Monago en Extremadura o Camps en Valencia. La ex Presidenta de la Comunidad de Madrid cogió el timón de Telemadrid con un 17,1% de cuota de pantalla en 2003. El pasado año cerró por debajo del 5% de audiencia y se llevó la banda a cadena autonómica menos vista de España.
Destrozada en términos de referencia informativa, Telemadrid ya es una cadena residual. Algo muy parecido pasa en su comunidad vecina, en Castilla la Mancha TV. La cadena, que se lanzó al mercado en 2001, llegó a ascender hasta un 12,1% de cuota de pantalla en apenas cuatro años. El PSOE dejó la televisión pública con un 10,3% de cuota de pantalla en 2011, un dato que Cospedal machacó hasta el 4,6% con el que cerró el pasado año. Un 55% de su audiencia se quedó por el camino en apenas cuatro años.
Un (nefasto) trabajo que recae en la manos de Ignacio Villa en cuanto Cospedal es nombrada presidente de Castilla la Mancha. Por su pantalla ha pasado una Yolanda Guirado que se frotaba la cara con un guante de latex para describir cómo se había infectado de ébola Teresa Romero. Una directora de informativos que insulta a su equipo y todavía no ha sido sancionada. En sus oficinas, una redacción paralela a la que ha querido hacer la dueña del cortijo de informativos para engañar a los espectadores.
Pero el espectador es demócrata. Y si para votar hace falta salir de casa y meter una papeleta en la urna, para cambiar de cadena sólo hay que pulsar un botón. Fácil, sencillo y para toda la familia. La manipulación causa rechazo. La manipulación causa repudio. Y los espectadores no son tontos, como quiere hacer ver y pensar Mariano Rajoy. Señor presidente, limítese a quitar la mierda de su partido y deje hacer televisión a quien sabe hacer televisión, no propaganda.