Sin pudor. Sin complejos. Con total descaro. Sin importarle lo más mínimo que lo que está en juego es la imagen y la credibilidad de nuestra televisión pública y de todos sus trabajadores. José Antonio Sánchez, presidente de RTVE, no dudó este martes en defender su afinidad por el Partido Popular y su animadversión hacia la Izquierda Plural.

Sánchez mostró su desprecio hacia una parte de los espectadores

“Voto al PP y seguiré votando al PP. Desde luego a quien no he votado en mi vida ha sido a la Izquierda Plural, como hacen millones y millones de españoles”, dijo Sánchez con un tono bastante despectivo hacia una gran parte de la población española.

¿Acaso no le importan esos espectadores al señor Sánchez? ¿Sólo le importan los que tienen su misma ideología? ¿Es consciente este señor de que con sus palabras deja herida de muerte la ya de por sí cuestionada credibilidad de TVE?

¿Qué impide ahora a los espectadores pensar que los informativos de TVE favorecen al Partido Popular? ¿Qué impide ahora a la prensa a acusar a la cadena pública de manipulación? ¿Qué nos impide pensar que está en el cargo por ser votante de dicho partido y no por su profesionalidad?

¿Qué impide pensar que los informativos de TVE favorecen al PP?

Nadie cuestiona que Sánchez vote al Partido Popular o lo haga público. ¡Por supuesto que tiene ese derecho! Ese no es el debate. Ni mucho menos. Pero, además de este derecho, Sánchez tiene un deber ético como presidente de RTVE: el deber de velar porque la televisión que preside sea plural, imparcial, objetiva, independiente.

Y con sus palabras, lógicamente, la sombra de las sospechas sobre la manipulación en TVE es desmesurada. Una razón, unas razones, que deben llevar al Gobierno a la inmediata destitución de Sánchez de su cargo. De no ser así, el Ejecutivo de Mariano Rajoy estará aprobando que RTVE se dirija desde la más absoluta parcialidad.