'Distopía', la 'Black Mirror' española que las televisiones no deben dejar escapar
El hartazgo del pueblo con la situación política del país es tal que algunos ciudadanos han decidido tomar cartas en el asunto. Dos hombres anónimos deciden raptar al corrupto ministro de Economía. ¿El objetivo? Que el pueblo decida democráticamente vía internet si merece vivir o morir.
Este es el punto de partida del primer capítulo de Distopía, una miniserie de seis capítulos autoconclusivos e independientes y dirigidos por seis directores diferentes en los que se lanza una pregunta incómoda al espectador, obligándole a tomar partido, llevando cada planteamiento hasta sus últimas consecuencias y las resoluciones más extremas.
Borja Cobeaga, Jorge Torregrossa o Alberto Rodríguez apoyan Distopía
Una Black Mirror española que busca una televisión o una plataforma de vídeo bajo demanda que apueste por ella para ver la luz. Una serie sobresaliente y diferente para todos aquellos espectadores que demandan otro tipo de ficción.
“Teníamos ganas de hacer algo diferente. Veníamos de trabajar en series y estábamos cansados de las historias que se contaban, la forma de rodarlas. Y también como espectadores estábamos porque consumíamos muchas series de fuera”, explica a Bluper Virginia Llera, una de las productoras ejecutivas de la ficción junto a Manuel Sánchez Ramos y Jesús Mancebón.
En el proyecto también participan directores como Koldo Serra (director del primer capítulo), Borja Cobeaga, Jorge Torregrossa, Alberto Rodríguez, Antonio Hernández y Gonzalo López-Gallego, y actores como Natalia Tena, Daniel Grao, Marina Salas, Llorenç González, María Valverde, Álex García, Joaquín Reyes, Aura Garrido, entre otros.
“La idea era crear seis historias, hablar del presente pero a través de los géneros y el tiempo. Crear realidades ficticias, indeseables, históricos que no han sucedido para hablar del presente a través de distintos géneros: la comedia, el western, el thriller. Por ejemplo hay un planteamiento por ejemplo en el que después de Franco vino otro dictador. Queríamos crear alegorías para hablar de nuestro presente”, añade.
Una serie adelantada
Una apuesta rompedora -sobre todo su primer capítulo- que de momento se ha encontrado con el no de las televisiones. “Sabíamos que iba a ser difícil. De hecho se está constatando. Hemos recibido buenos comentarios, pero siempre con la coletilla de que es un tema delicado. Otro productor nos dijo que nadie va a producir nada así en España. Éramos conscientes de que este capítulo podía inducir a la confusión, pero es un episodio muy potente e impactante. No es una serie política”.
Hemos recibido buenos comentarios, pero siempre con la coletilla de que es un tema delicado
Sin embargo, no pierden la esperanza. Continúan reuniéndose con productoras y cadenas de televisión y, de no conseguir el sí de alguna de ellas, lanzarán una campaña de crowfunding el próximo otoño para producir dos capítulos más. Éstos podrían ver la luz en internet o en formato película junto al primer capítulo al estilo de Relatos Salvajes.
“A lo mejor dentro de tres años es más fácil. No sé cómo evolucionará la ficción española, aunque es verdad que va por buen camino con series como El ministerio del tiempo, Vis a vis y Refugiados. Las cadenas se están dando cuenta de que el espectador está cambiando”, explica la productora.
“Por eso también nos queríamos revelar. Huir del formato televisivo de los 70 minutos, que hace que merme la calidad de las series. Internet permite una libertad de formato y Distopía es una serie que surgió para internet”.
Plataformas de vídeo bajo demanda
De hecho, también se han reunido con plataformas de vídeo bajo demanda. Sin embargo, éstas no tienen capacidad financiera para una aventura así. “Cuando la creamos yo trabajaba en Filmin y siempre he pensado que estas plataformas de bajo demanda tienen que crear contenido propio, buscar su hueco, huyendo de los anunciantes, tener un producto de nicho. Sin embargo, las plataformas que hay ahora mismo no tienen capacidad financiera. La gran esperanza es Movistar Series”.
“Sabíamos que es una serie que no se iba a rentabilizar. Pero en vez de invertir en una campaña de publicidad, ésta era una gran campaña de imagen. La serie de seis episodios costaría un millón de euros, que es un gasto mínimo. 200.000 euros cada episodio con el presupuesto ajustado”.
“Podíamos ser el Black Mirror española. Probablemente no ha funcionando en televisión, pero sí tiene un movimiento fan”, confiesa Llera. Razones para ello le sobran.