Hay mucha confusión a la hora de hablar de los reality shows, ya que mucha gente cree que todo aquello que se emita bajo esta etiqueta es lo mismo, y nada más lejos de la realidad. Pekín Express y Top Chef son concursos, pero su parecido es prácticamente nulo, y mientras en España todo el mundo considera a Gran Hermano como el rey indiscutible del género, en Estados Unidos, las que reinan son las Kardashian.

Este tipo de programas en los que se sigue el día a día de una serie de personajes a modo de documental está de celebración en nuestro país. MTV ha anunciado que grabará una cuarta temporada de Alaska y Mario, y los Gipsy Kings han conseguido hacerse un hueco entre la audiencia, lo que les ha permitido renovar por una segunda tanda de capítulos.

En estos formatos no hay encierro voluntario, tampoco se nomina, y por no haber, no hay ni un premio final. Aquí las cámaras siguen a los protagonistas mientras hacen su vida cotidiana, por lo que depende únicamente de ellos que la audiencia se mantenga pegada al televisor.

Ahora bien, de momento el público no compra cualquier programa, y con este género (llamado docu-soap) somos todavía más selectivos que de costumbre: Tamara Falcó no logró engancharnos, y su aventura televisada pasó sin pena ni gloria. Las rutas veraniegas de Pocholo fueron demasiado innovadoras (cuando se emitieron, en 2006 y 2007, no se había hecho nada similar), y el público quizá no entendió qué veía.

Las cadenas españolas se han visto obligadas a buscar excusas para traer este tipo de programas

Quizá por ello las cadenas españolas se han visto obligadas a buscar excusas para traer este tipo de programas. Los Gipsy Kings se ha vendido como una evolución de la marca Palabra de gitano, aunque poco o nada tenga que ver, y Alaska y Mario tiene un hilo conductor para cada temporada (la preparación de la boda, la luna de miel o el 50 cumpleaños de Alaska).

En Estados Unidos no les hace falta inventarse motivos para crear una nueva temporada de Keeping up with the Kardashian, ¡y ya van 10! Tampoco fue necesario para contarnos como eran los Osbourne, la familia de Hulk Hogan o Paris Hilton y su amiga Nicole Richie. Estos programas nacen para ser placeres culpables, ese tipo de shows que disfrutas viendo a sabiendas de que no te van a aportar nada.

Mucha gente lo llamará telebasura. Pero si es basura, es basura de la buena. Nadie en su sano juicio puede creer que el día a día de estas celebrities es así, más que nada porque un equipo de cámaras y técnicos de sonido les acompañan allí donde van, y eso, inevitablemente, modifica la forma en la que cualquier persona se comporta. Dentro de la telerreralidad, es probablemente el tipo de programas menos real, pero aun así, uno de los más divertidos, por lo que yo ya estoy esperando a Alaska y Mario como agua de mayo.