En la última semana hemos vuelto a ver por televisión a Ania Iglesias, la finalista de la primera edición de Gran Hermano, que fue fichada por Sálvame para transformar a sus colaboradores en estrellas de la jet set marbellí de los años 90.
Una experiencia que no ha sido del todo gratificante, pues ha vivido duros enfrentamientos con Lydia Lozano. Todo empezó con desavenencias por el estilismo que Ania pretendía ponerle a la periodista, lo que sirvió como desencadenante de una guerra con comentarios de complejos físicos incluidos. "Me han hecho una encerrona de cuidado. Yo creo que todo esto lo tenían preparado. A mí me contrató dirección y yo cumplí sus órdenes a rajatabla" ha apuntado Ania a Jaleos al respecto..
Este resurgir televisivo de Ania podría ser el anticipo de una futura participación en Gran Hermano VIP, y si no es así, debería. Porque Ania sería un personaje muy interesante en el reality que le dio la fama hace ya casi dos décadas.
Ania Iglesias, la medalla de plata de la primera edición
Ania Iglesias llegó a Gran Hermano presentándose como modelo, aunque contaba que su paso por la casa de Soto del Real (el reality aún no se grababa en Guadalix de la Sierra) la quería usar como llave para convertirse en actriz.
A lo largo de los años hemos visto que Ania ha sabido reinventarse para que el trabajo no le falte. Ha protagonizado obras de teatro, ha presentado eventos, ha sido colaboradora televisiva, siguió vinculada al mundo de la moda (en la comunicación de varias firmas) así como en asuntos vinculados a la medicina estética.
Se ve que Ania es una mujer con cabeza, que nunca ha denunciado estar en la ruina, ni ha culpado a la televisión de todos sus males como han hecho otros. Aunque la procesión va por dentro, y ha tenido que lidiar con trastornos alimenticios y otros demonios interiores que dejaban marca en su salud. También superó un cáncer de útero.
Si regresase al concurso, el espectador tendría una agradable sensación de nostalgia, que recordaría la pureza de las primeras ediciones, en las que no se buscaba ser polémico sino más bien entrañable. Y es que Ania aportó una importante carga genética de lo que es el ADN de Gran Hermano.
Con su famoso traje de piel rojiza enamoró a un suplente Íñigo, que bebía los vientos por ella y la miraba con ternura. Se implicó con Silvia e Israel cuando quisieron romper el pacto (o “pazto”, como algunos pronunciaban) para que todos saliesen nominados, demostrando que no estaba dispuesta a ir a lo fácil en el concurso y que tenía sus principios. Lloró de tristeza en alguna ocasión en el confesionario, y compuso una sentida poesía a su progenitora en el día de la madre.
Además, ella fue una de las concursantes que más se implicaban en las labores domésticas, y así lo confirmó en una visita a ¡Qué tiempo tan feliz! “Para mí fueron unas vacaciones pagadas pero sí limpiaba el gallinero, el baño… no estaba tan tirada como Ismael” afirmaba, ante la presencia del ganador de su edición.
Ya pasó unos días en ‘Campamento de verano’
Un punto también a favor para que Ania entrase a Gran Hermano VIP es que no se ha expuesto demasiado en otros concursos o realities. La vimos como invitada en Campamento de verano, allá por 2013, haciendo uso de aquel ‘Bono VIP’ que permitía incorporar visitantes, pero poco más.
Sin embargo, no ha participado en Supervivientes, Acorralados, ni siquiera Ven a cenar conmigo, y resultaría interesante ver cómo se comporta ahora ante las cámaras, con todo lo que sabe. Además, ya intuimos que en Sálvame analizarían su concurso con lupa, por lo que el salseo estaría asegurado.