16 Gran Hermano, 3 MasterChef, 5 Pekín Express, 4 GH VIP, 3 Top Chef… ¿Cuántos reality shows se han hecho ya en España? Nunca me he parado a calcularlos, ¿pero qué pensarías si te dijese que hay que sumar doce ediciones de un concurso de supervivencia que bate récords de audiencia y que, seguramente, no sabías ni que existía?
Hablo de El conquistador del fin del mundo, un programa de ETB2 que debería llegar a todos los hogares, y no sólo al País Vasco, ya que, y sin ningún género de dudas, es uno de los mejores concursos que se hacen actualmente.
Muchos explicarían el formato simplificándolo al máximo, señalando que es un Supervivientes vasco, pero la verdad es que poco (o nada) tiene que ver. Es cierto que las bases son similares, pues los concursantes deben sobrevivir en mitad de la nada, buscando su propia comida y compitiendo contra sus compañeros. Pero hasta ahí. No hay más similitudes entre ambos.
Las bases de 'El conquistador' son como las de 'Supervivientes', pero poco o nada tiene que ver
El programa se emite en diferido. Fue grabado hace meses y el ganador ya ha sido coronado. Es por ello que el público no tiene ni voz ni voto, dejando las expulsiones en manos de los propios concursantes que deben nominarse entre ellos, pero los elegidos para dejar el juego tienen una última oportunidad enfrentándose en un duelo entre todos los señalados. El perdedor hace las maletas y deja la aventura.
Estas pruebas eliminatorias, así como los desafíos de inmunidad a los que se enfrentan los equipos, son una de las piezas claves de El conquistador del fin del mundo. Pocas veces se han visto en televisión retos tan exigentes. A su lado, las pruebas de Supervivientes o Pekín Express son un juego de niños.
A su lado, las pruebas de Supervivientes o Pekín Express son un juego de niños
Pero si algo hace grande al reality show vasco por excelencia es su propia evolución. Si se echa la vista atrás para volver a ver la primera temporada parece que se tratase de un programa totalmente distinto. El formato se ha hecho grande con el paso de los años. No tiene miedo a cambiar y el público así lo acepta.
Un espectador de El conquistador del fin del mundo nunca entenderá las críticas que recibe Gran Hermano al cambiar el sistema de nominaciones, pues está acostumbrado a que ETB2 cambie cada año el devenir de la aventura, desde el principio.
Por ejemplo, la presencia de capitanes en los equipos (siendo Juanito Oiarzabal y Jose Luis Korta los rostros tradicionales y Peio Ruiz Cabestany y Patxi Salinas los elegidos en esta última edición) fue la gran novedad de la segunda edición, pero ahora nadie duda de su importancia en el espacio.
A lo largo de los años hemos visto cambios sustanciales que eran explicados sin demasiados redobles de tambor. El programa explica qué se va a hacer y lo hace, algo que quizá también pille desprevenidos a los seguidores de Gran Hermano, acostumbrados a la improvisación y el cambio de normas a mitad de gala.
Una temporada, los concursantes deben convivir con una tribu aborigen y adaptarse a sus costumbres, como si Perdidos en la tribu hubiese regresado de la tumba para reclamar su hueco en la parrilla. El jefe de la tribu llegaba a nominar a los concursantes, y a nadie le sorprendió, porque fue explicado.
Otro año las fases finales del concurso recorrían el curso de un río, con una larguísima carrera en la que los remos eran los protagonistas. Varias semanas a bordo de unas barcazas que recordaban más a una etapa de Pekín Express que a El conquistador del fin del mundo.
Comenzar el concurso sin equipos siendo todos los concursantes entrenados por un militar, o, por el contrario, empezar divididos en dos, tres o hasta en cuatro grupos. Hemos visto equipos formados íntegramente por hombres, mujeres, extranjeros que residen en el País Vasco, exconcursantes del programa o, como este año, exconcursantes de reality, como si de una nueva edición de El reencuentro se tratase.
Aitor de 'Pekín Express 4' y Ainhoa, una de las gemelas vascas de la primera edición, participan en 'El conquistador'
Cada edición se plantea con un mecanismo único, y el público espera esas novedades. Sólo así se puede entender que fichen como concursantes a Aitor (de la pareja de desconocidos de Pekín Express 4) y a Ainhoa (una de las gemelas vascas de Pekín Express 1) y a todos nos parezca lo más normal del mundo.
Quizá en próximas temporadas se recupere alguna de estas dinámicas, o quizá no. El programa está abierto a todo, y precisamente esa es la esencia del reality show. ¿Cómo es posible que un programa que cambie cada año no haya perdido su identidad?
La respuesta a esta pregunta es muy sencilla. La identidad de El conquistador del fin del mundo no reside en sus nominaciones, sino en la forma en la que el equipo lleva a cabo el programa.
Toda la producción es protagonista de la historia. Es habitual ver a los concursantes encarándose a cámaras o redactores. El presentador lidia con los jefes de equipo entre gritos e insultos. Julian Iantzi es clave en el funcionamiento del show, y lo sabe. Él no disimula su implicación en el juego, vive cada segundo de la aventura e impone su criterio hablando con los jugadores de tú a tú.
Estamos acostumbrados a ver a los concursantes de Supervivientes como si fueran los únicos habitantes de la isla. Sin embargo, al final de cada edición se nos muestra un vídeo homenajeando al equipo del reality que demuestra que las playas están atestadas de trabajadores. Por eso llama la atención ver a todo el equipo de El conquistador del fin del mundo desde el primer minuto en pantalla.
Saben que están haciendo un reality show y muestran al espectador todo el proceso de grabación. Si un redactor pilla a un concursante haciendo trampas se emitirá la escena íntegra, aunque para ello tengas que escuchar a los técnicos hablando con las supuestas estrellas del concurso. ¿No nos habían dicho siempre que los concursantes de estos juegos estaban incomunicados y no mantenían contacto con el equipo? Esto es El conquistador del fin del mundo, así que olvidad todo lo que sabíais sobre reality shows, porque este programa sí que es otra historia.