1.732.000 espectadores se acercaron anoche a la gala dominical de La Casa Fuerte, conducida por Sonsoles Ónega. Por primera vez desde que abriera sus puertas el pasado jueves 11 de junio, el programa perdía el listón de los 2 millones de espectadores.
Son varios los motivos a los que podemos achacar esta pérdida de fieles de un programa que ha llegado a la parrilla de Telecinco para cubrir la ausencia de Supervivientes y la suspensión de la Eurocopa 2020.
Telecinco lleva encadenando realities desde septiembre de 2019
Por un lado, el hecho de que desde septiembre la principal cadena de Mediaset España haya emitido realities de forma ininterrumpida puede haber generado cierto cansancio en buena parte de los espectadores más acérrimos a los programas de telerrealidad.
GH VIP, El tiempo del descuento, La isla de las tentaciones, Supervivientes, La Casa Fuerte... Ni un sólo momento de descanso entre uno y otro desde que comenzara la temporada televisiva, que ha llevado a que muchos espectadores quizás hayan optado por descansar y no acercarse a este nuevo programa para así 'guardarse' las ganas para el próximo reality que llegué en otoño.
Por otro lado, un casting que ha pecado de ser demasiado joven. Si en Supervivientes o GH VIP siempre tenemos a alguien que conecta con un público más adulto e incluso ajeno a los realities, como Isabel Pantoja, Rocío Flores o Mila Ximénez, esta vez los personajes elegidos están enfocados a otro tipo de público.
En general, el grupo de famosos está formado por personajes de ese nicho que es el mundo Mediaset, que han pasado ya por multitud de realities y que son grandes reclamos para los fans acérrrimos del género, pero con los que resulta muy complicado atraer a otros espectadores más alejados del ecosistema del grupo.
Un reality que no ofrece nada nuevo
Pero, además, La Casa Fuerte no está ofreciendo nada original. Cuando se anunció el programa y su mecánica, muchos celebramos la existencia de un nuevo reality con una dinámica diferente, que se saliera de lo acostumbrado. Pero, unas semanas después, ya podemos decir que el programa se ha quedado a medio gas.
Una dinámica completamente desdibujada en la que no ocurre nada, que sigue la estela de los realities chilenos y con pruebas en muchos casos mal llevadas. Al no existir un objetivo claro, más allá de las broncas, el desarrollo del programa está dejando una sensación de repetición constante.
El público ha perdido en este programa el poder de expulsión
Al final, el único punto de interés reside en los conflictos entre los concursantes, llevados aquí hasta el límite. Es posible que, teniendo en cuenta la situación actual del país, en la que mucha gente necesita calma, algunos espectadores hayan optado por alejarse de este reality en el que la agresividad se ha convertido en su seña de identidad.
Otro aspecto importante es que el público esta vez pierde su gran poder: la expulsión. Ahora los espectadores sólo pueden decidir que parejas o concursantes habitan en la casa o fuera de ella, pero desaparece la emoción de saber quién sigue y quién no en la competición, puesto que los concursantes permanecerán en el concurso durante todo lo que dure.
Hay que señalar, claro, que la gala del domingo es tradicionalmente siempre menos competitiva que la de los jueves, aunque el programa ya estuvo también a punto de bajar de la barrera psicológica de los 2 millones el pasado 18 de junio, con 2.084.000 espectadores.
La Casa Fuerte es, en definitiva, un programa dedicado casi en exclusiva al público fiel de Telecinco, y aunque los datos no los podemos calificar de negativos en ningún caso, esta bajada sí puede ser una mala señal en el futuro de un programa que prometía más de lo que nos ha terminado dando.