Cuando en mayo de 2019 Atresmedia decidía realizar un viaje de prensa a Estambul para conocer de cerca la ficción turca y así poder entender el fenómeno que ésta estaba teniendo no sólo en España sino a nivel mundial, pocos podían presagiar que aquella serie de cuyo rodaje fuimos testigos iba a ser la revelación de 2020.
Se trataba de Mujer, Kadın en turco, y por aquel entonces estaban rodando los capítulos finales de la segunda temporada en un plató a las afueras de la capital turca. De ahí que desde las productoras Med Yapım y MF Yapım se pidiera que, por favor, no se revelara nada de la trama a nuestra vuelta a España, sobre todo que el marido de Bahar, Sarp, estaba vivo.
Hoy, dieciséis meses después de aquello, Mujer se ha convertido en un éxito de audiencias para Atresmedia. Y lo que empezó siendo un tímido estreno en Antena 3 a principios de julio, al final ha terminado copando hasta tres noches a la semana, plantando cara a Idol Kids y tumbando a La la land y al estreno de Madres. Amor y vida.
“¿Qué tiene la ficción turca que engancha tanto?”, preguntamos a su protagonista Özge Özpirinçci en los escasos diez minutos que pudimos hablar con ella. “Cuando viajé por España, vi que los españoles y los turcos se parecen mucho. Y es que, más allá de la parte religiosa, somos iguales. Las historias de las personas son universales, si las tratamos bien se puede ir a cualquier sitio del mundo”, explicaba la actriz, que se confesaba seguidora de La Casa de Papel.
“Nuestra serie es una adaptación de una serie de Corea del Sur. Por eso digo que una historia de aquí también se puede adaptar a cualquier cultura del mundo. El mundo está muy globalizado y sabemos lo que está pasando en todas partes. Tenemos muchísima información y naturalmente estamos adaptando comedia y drama porque se puede adaptar muy fácilmente series de otros países y, por eso mismo, también reciben las nuestras muy fácilmente”, comentaba por su parte Feyyaz Duman, Arif en la serie.
“En Turquía hay prohibiciones muy fuertes que nos limitan, es un país así. Las personas, bajo esta opresión, somos más creativos. Tenemos algunos obstáculos, además de los límites de tiempo (estamos rodando 140 minutos de serie en cinco días) pero, sin embargo, tenemos éxito. Eso significa que, a final del día, trabajamos muy bien con nuestro equipo”, añadía Özge, la más valiente en sus respuestas cuando se le preguntaba por los debates que estaba abriendo la ficción en Turquía.
“Las series no ayudan a desarrollar un país”, afirmaba tajante Hatice Sarikadi, quien interpreta a Bennu Yildirimlar, la madre de Bahar. “Aquí en Turquía son unas estrellas, Özge es como Penélope Cruz”, justificaba la traductora que no se posicionaran políticamente.
Y es que, según Duman, “en Turquía la televisión te da popularidad. No puedes ser una estrella haciendo cine, solamente apareciendo en televisión. Como muchos actores, yo también prejuzgué la televisión hasta que empecé a salir en una serie. Y entonces empecé a ver que si sales en la televisión turca obtienes una popularidad y puedes construir una carrera”.
Y apuntaba a Netflix. “Cuando llegó a Turquía, muchísimas estrellas querían participar en la plataforma porque era bueno para ellos. Siempre había pensado que la carrera se tenía que hacer en el cine, pero ahora no tengo ningún prejuicio”.
De hecho, la propia Özpirinçci iba a ser una de las protagonistas de If Only, una de las grandes apuestas de Netflix en el país otomano que terminó siendo cancelado después de presiones por parte del gobierno local para reescribir los guiones de la serie porque aparecía un personaje homosexual.
Sólo será cuestión de tiempo. Y es que a la vez que la ficción turca se convierte en un fenómeno mundial, la sociedad va dando pequeños pasos en derechos. Sin ir más lejos, Fatmagül hizo que aumentaran el número de denuncias por violación y la movilización social en Turquía con Saat a la cabeza, quien es una firme activista de los derechos de la mujer.