Brotes verdes: irreductibles pueblos de Castilla y León se resisten a la pérdida de población
Ante el generalizado descenso del censo de la Comunidad en los últimos años, algunos municipios presumen de aumentar su número de vecinos
25 febrero, 2022 07:00La hemorragia continúa en la Comunidad. Por undécimo año consecutivo, Castilla y León pierde población, un dilema de difícil resolución para una región que en el plazo de una década ha visto como su censo ha descendido en 175.324 personas, de 2.558.463 (2011) a 2.383.139 (2021), lo que prácticamente es equivalente a la provincia de Zamora. La falta de oportunidades laborales o el saldo vegetativo negativo en una población muy envejecida, podrían ser parte de la explicación de este rompecabezas poblacional.
El descenso es preocupante ya no por lo alarmante de las cifras, sino porque el cambio de dinámica no parece posible a corto plazo. Los habitantes de la Comunidad son cada vez más mayores, en los últimos seis meses de 2021 murieron 8500 personas más de las que nacieron, y en el cómputo total anual para este año 13.000 vecinos abandonaron la autonomía convirtiendo a la región, según datos del INE, en la cuarta peor del país, solo por detrás de Aragón, Asturias y País Vasco.
Dentro de las buenas noticias, el saldo migratorio interior fue positivo, ya que llegaron más de 2000 personas de otras comunidades, cifras que sitúan a Castilla y León como la cuarta mejor por detrás de Comunidad Valenciana, Andalucía y Castilla la Mancha.
En el otro extremo, el saldo migratorio exterior. Se marcharon 755 vecinos más de los que llegaron, números de nuevo adversos que nos colocan a la cola de España.
Observando las cifras del INE, los motivos para la esperanza son escasos, y las perspectivas tampoco son halagüeñas, pero los brotes verdes existen. Hay pueblos por toda la región que resisten y que se resisten a perder vecinos, municipios que han sabido reinventarse para vencer la tendencia a la baja y ganar población.
San Pedro Manrique (Soria), Vegas del Condado (León) y Viana de Cega (Valladolid), son tres claros ejemplos.
San Pedro Manrique. Un oasis dentro de la provincia de Soria
¿Se imaginan crecer de manera continuada durante 20 años? Pues es la realidad de un pueblo a unos 40 kilómetros de Soria. El “milagro” en este caso se llama empresa cárnica, que actualmente busca incorporar a 30 trabajadores más a una plantilla que ya ronda los 105 miembros. Y todo en un pueblo con 650 vecinos empadronados, donde el 35% de su población es originaria de Marruecos, Bolivia, Bulgaria o República Dominicana. Además, la localidad cuenta con una residencia de personas mayores que suma 20 empleados, un taller de vehículos o tres bares. Entre los cuatro alcanzan los 8 trabajadores.
Julián Martínez regenta una empresa de construcción donde emplea a 3 personas. Compagina esta actividad con la de alcalde y su mayor problema es dónde ubicar a la gente. La iniciativa privada nos cuenta Martínez "no tiene ganas de construir” más vivienda donde alojar los nuevos pobladores, entre otras cosas porque muchos de ellos llegan a trabajar y se instalan en régimen de alquiler porque como confirma Julián “la gente viene con dudas a probar y elige el alquiler…después ya veremos”.
La Junta de Castilla y León lleva años construyendo casas en la villa, unas 100 con 6 todavía por adjudicar, mientras, el propio Consistorio local gestiona 13 pisos. Con este panorama la corporación municipal no sabe “dónde van a vivir o dónde van a ubicar” a esos 30 nuevos trabajadores de la empresa cárnica y a sus familias, porque, aunque algunos residen en pueblos circundantes, la gran mayoría de trabajadores del pueblo, residen en San Pedro Manrique.
De hecho, hay tantas familias con hijos, que existe una escuela de primaria con 60 niños y niñas, a lo que hay que añadir que 30 menores acuden diariamente a Soria a cursar ESO y Bachillerato. La cosa no queda ahí, su guardería municipal cuenta con 9 bebés de 0 a 3 años.
La época de desarrollo que ha vivido la localidad comenzó hace dos décadas y parece que tiene un buen futuro asegurado. “Tenemos muchos servicios. Han ido llegando familias con niños que se han criado aquí y muchos se quedan a trabajar en el pueblo” nos cuenta orgulloso Martínez.
Algo a lo que también ayuda que una buena cantidad de padres trabajen en la cárnica con horarios flexibles que les permiten pasar tiempo con sus hijos. El “milagro” de San Pedro Manrique, insiste su alcalde, está en que “somos un pueblo de 650 habitantes que ofrece servicios como si tuviésemos 1500”.
Vegas del Condado. La luz al final del túnel
El caso de Vegas del Condado es peculiar. Con un Ayuntamiento formado por 13 municipios, la comarca perdía población desde 1991. Ahora el declive parece que está a punto de revertir, ayudado por los 40 nuevos vecinos ganados durante el último año (han pasado de 1109 en 2020 a 1149 en 2021).
El motor económico de la zona es una empresa alemana dedicada al tratamiento de especies vegetales y hierbas naturales, que hoy en día da empleo a 100 personas, más de un 10% de las cuales son naturales de Vegas del Condado, mientras que el resto residen en su mayoría en alguna de las pedanías del Consistorio.
“Tiene que venir un alemán a recoger plantas y esas cosas, es algo increíble” nos dice Manuel Ferreras alcalde de la villa leonesa, ese “alemán” lleva más de 20 años expandiéndose en los alrededores del pueblo, instalado en una nave que sirvió de matadero años atrás y que ahora es un complejo clave para la zona.
El municipio tiene un colegió de primaria con 24 niños y una escuela infantil a donde asisten 5 niños. También hay alumnos de secundaria que se ven obligados a acudir a León. Una vez allí, tienen que conseguir plaza en algún instituto. Esto provoca que algunas familias abandonen el pueblo: “Tienen que buscar cole y si no están censados en León no pueden ir al colegio y se van. El autobús pasa por aquí, pero claro si no están censados no les admiten”. Cuenta Ferreras, situación que hace que algunas familias decidan dejar Vegas para residir en la capital leonesa.
La localidad tiene más ejes económicos como la residencia de ancianos, en la que trabajan 10 personas y está gestionada por el Ayuntamiento. Asimismo, existe un consultorio médico con un facultativo que acude a diario. En los últimos tiempos, ha mejorado la red de carreteras lo que ha facilitado las comunicaciones entre la comarca y entre esta y los alrededores, lo que, junto al despliegue de fibra óptica, ha hecho posible según Manuel Ferreras “que la gente quiera volver”.
Viana de Cega, más que un pueblo dormitorio
Situado a 15 km de Valladolid, durante los últimos años ha experimentado un crecimiento solo por detrás de poblaciones como Arroyo de la Encomienda o Aldeamayor de San Martín. Durante 2020 la villa ganó más de 100 habitantes y en 2021 aunque menores, esos números se acercan a los 70 vecinos. En términos generales, el municipio ha doblado su censo en apenas 3 décadas.
La pandemia explica en parte el crecimiento de los últimos dos años, ya que ha provocado que mucha gente haya utilizado su segunda vivienda convirtiéndola en la primera por comodidad, calidad de vida y debido a las menores restricciones sanitarias de Viana frente a Valladolid. En todo caso, como afirma Alberto Collantes, alcalde del municipio, una de las grandes ventajas es que, con todo, "sigue conservado su esencia de pueblo".
La realidad, por otro lado, es que Viana de Cega es un pueblo pequeño (unos 2000 vecinos) y por su cercanía muchos de sus habitantes trabajan en Valladolid, sin embargo, al contar con multitud de servicios la gente elige instalarse aquí. Collantes destaca que su equipo de gobierno impulsa “servicios de calidad para que el pueblo resulte atractivo y la gente se quede”. De ahí que la localidad cuente con un amplio catálogo de actividades para niños y adultos como zumba, gimnasia rítmica, tai chi, pistas de pádel, baloncesto, fútbol o balonmano. A lo que habría que sumar su zona de pinares con paseó y mirador incluidos.
A nivel municipal, el Consistorio gestiona el servicio de aguas ya que están conectados directamente a la conexión de Vega Duero, (una estación de tratamiento de agua potable) así como su depuración (fueron de los primeros pueblos pequeños en tener depuradora). El agua y la depuración, reconoce el regidor “no son baratas, pero son de calidad”.
Cerca de 100 vecinos trabajan en el pueblo. Entre bares, donde se emplean 21 de ellos, el pequeño comercio (con talleres de vehículos, ferreterías, supermercados), la residencia de la tercera edad (que actualmente emplea a 6 mujeres de Viana), el centro que ASPRONA tiene en el municipio, o empresas de construcción.
En cuanto a educación, y a pesar de la poca distancia a la capital, el colegio de primaria cuenta con un centenar de alumnos y la guardería, antes de gestión privada, acoge a 10 bebés, cifra que Collantes espera que aumente en los próximos meses. Esos datos dan idea de la cantidad de padres jóvenes que residen en la localidad, lo que asegura su futuro a medio plazo.
Pero no es oro todo lo que reluce, y Collantes nos habla acerca de los dos principales “problemas” que tiene el pueblo. El primero es la falta de vivienda para la gente joven que quiere quedarse ya que no hay mucho más suelo para poder construir. Tienen un parque de 1800 pisos, cuestión que se agrava debido a que las casas son “un poco caras”.
El otro problema son las comunicaciones, a pesar de contar con línea ferroviaria directa con el centro de la capital, las frecuencias no permiten flexibilidad a los vecinos que a las horas centrales del día se quedan en ocasiones sin opciones para volver a casa. Algo similar pasa con los autobuses, situación que el alcalde achaca a “que el pueblo no es rentable para las operadoras”.
En todo caso Viana de Cega, se ha consolidado como algo más que un “pueblo dormitorio”, y ha visto como su demografía ha ido en aumento por su tranquilidad, seguridad y calidad de vida.