Los efectos del cambio climático también son visibles en el comportamiento de las aves migratorias, especies que cada primavera descansan o anidan en diferentes entornos naturales de Castilla y León. Los animales también se ven expuestos a peligros como las electrocuciones en tendidos eléctricos, los atropellos o las depredaciones naturales. Hoy se celebra el Día Mundial de las Aves Migratorias, que este año se centra en la contaminación lumínica, a modo de concienciación de la amenaza que supone la luz artificial para las aves migratorias.
Castilla y León cuenta con tres Centros de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS), situados en Valladolid, Burgos y Segovia; y otros dos Centros de Recepción (CRF), en Salamanca y Zamora. Es precisamente en esta época del año cuando estos reciben un mayor número de aves, debido a la presencia de especies migratorias procedentes de África, ya sea una vez que ha terminado su migración o durante el trayecto.
En Valladolid "lo que más ingresa son polluelos con traumatismos indeterminados", apunta Nuria Foces, responsable del CRAS de la provincia, donde actualmente trabajan dos veterinarios y cuatro cuidadores. Pero no solo entran animales vivos, sino también muertos, sobre todo a causa de electrocuciones en tendidos eléctricos. Estos ejemplares son trasladados al centro por agentes forestales, que actualmente se encuentran en la búsqueda de una disminución de la cifra de aves que mueren por este motivo.
En los traslados a este tipo de centros, también colabora el Seprona, la Policía, los Bomberos o particulares. Pero cuando se trata de polluelos, no siempre es fácil sacarlos adelante, "por regla general, llegan con mucho estrés, lo que complica el proceso, que también requiere de material especializado y la dificultad aumenta cuando son animales de menor tamaño".
De todas las especies que ingresan en el centro de recuperación vallisoletano, la mayoría son "vencejos, aviones o golondrinas que caen del nido, sobre todo cuando hay momentos de mucho calor, porque se tiran o por abandono de los padres". La etapa de reproducción de estos animales coincide con el momento en el que más ejemplares llegan a los CRAS castellanoleoneses, "a partir de mayo y, sobre todo, llegado julio y hasta septiembre".
Concretamente, en el caso de los vencejos, "lo ideal es volverlos a colocar en el nido cuando caen, pero no siempre es posible. Por suerte, cada vez hay más gente concienciada que los lleva a centros de recuperación", señala el biólogo José Miguel San Román, de la Casa del Parque de Las Lagunas de Villafáfila.
Especies como las golondrinas también se encuentran con sus nidos destruidos por parte de personas que prefieren evitar las heces o el mal olor, quizá sin darse cuenta de que las aves probablemente volverán a anidar en el mismo lugar. Es lo que se conoce como 'filopatria' en términos zoológicos. Sin embargo, estos animales "se alimentan de insectos que pueden transmitir enfermedades, con lo que contribuyen a un equilibrio en la población de estos invertebrados", indica Foces, quien añade que "existen bandejas que se pueden colocar debajo de los nidos y recogen las heces".
El centro vallisoletano no pone limitaciones a la hora de acoger a diferentes aves, siempre que se trate de fauna silvestre protegida y no catalogada como invasora o doméstica. Una vez allí, los trabajadores y voluntarios se encargan de la crianza de los polluelos o ejemplares adultos de especies que ingresan.
Observación de aves
Castilla y León dispone de diversos espacios naturales en los que contemplar el espectáculo que ofrece la gran variedad de aves migratorias que habitan en la zona, de las cuales muchas llegan en este momento del año. En las Riberas de Castronuño (Valladolid), donde pueden verse más de dos centenares de especies diferentes de aves, "la principal es la garza imperial, muy sensible, que anida en el Carrizal, zona de máxima protección", explica Cristina Miranda, educadora ambiental de la Casa del Parque de la zona. También "puede verse el aguililla calzada, la oropéndola, cucos o milanos negros, la mayoría de ellas estivales".
Este fin de semana, el centro acoge la observación e identificación de diferentes aves con la colaboración de un educador ambiental en la Senda de los Almendros, donde "cualquier visitante podrá utilizar los telescopios". La cita será hoy y mañana de 10:00 a 14:00 horas.
Esta no es la única zona de Castilla y León donde la avifauna es uno de los principales atractivos. Este es también el caso de las Lagunas de Villafáfila (Zamora), cuya Casa del Parque ofrecerá rutas guiadas para la observación de aves con un experto los días 21 y 22 de este mes.
El enclave zamorano es hogar para ánsares comunes, azulones, fochas, porrones moñudos, cigüeñuelas, avocetas, archibebes, gaviotas reidoras, correlimos comunes y gordos, etc. Algunas de estas especies llegan desde África para reproducirse, mientras que otras solo están de paso. Este año, sin embargo, "aunque la variedad es la misma, la cantidad de aves presentes en la zona es menor, ya que no hay demasiada agua", comenta José Miguel San Román, biólogo de la Casa del Parque.
Las Lagunas de Villafáfila en esta primavera son, de esta manera, el lugar idóneo para amantes de la ornitología, aunque también lo es "desde noviembre hasta febrero, para observar otro tipo de aves, las invernantes del norte de Europa", indica.
Pero el cambio climático también está afectando al comportamiento de estos animales. "Las aves del norte cada vez vienen más tarde, en menos cantidad y se marchan antes. En el caso de los ánsares comunes, en el año 2.000 tuvimos a 40.000 invernando, y este año apenas ha habito 1.500, pues la mayoría ya no vienen, se quedan en otros países porque las condiciones son buenas y pueden aguantar el invierno", explica. Por el contrario, "las aves de África se quedan durante mucho más tiempo porque el clima acompaña. En Zamora se han visto, durante todo el invierno, golondrinas, algo antes impensable", añade el biólogo.
Otros entornos de la Comunidad, como la Sierra de Gredos (Ávila) también se llenan de especies de aves distintas cada primavera, las cuales habitan en zonas de riberas y ríos, pinares o robledales. El pechiazul es una de las más singulares en esta zona, donde también pueden observarse agateadores, herrerillos, carboneros o arrendajos.