Declarada BIC la Villa Romana del Prado
La Villa Romana del Prado constituye un valioso testimonio de las edificaciones culturales y los complejos residenciales aristocráticos en el ámbito rural del valle medio del Duero entre los siglos III y IV d.C. Es, además, un referente de gran importancia para la comprensión del fenómeno de las villas áulicas de la meseta norte, por ser una de las primeras que fueron conocidas y excavadas de forma sistemática en la provincia de Valladolid y, por ello, una fuente de conocimiento única en el panorama de las villas romanas en Castilla y León.
La Villa Romana del Prado se localiza al oeste de la ciudad de Valladolid, en la vega de la margen derecha del río Pisuerga, en un entorno paisajístico propio de la campiña arenosa del valle de este río, rodeado por las estructuras calizas de los Montes de Torozos. El yacimiento arqueológico, descubierto en 1952, ha sido objeto de sucesivas campañas de excavación en los años 1954, 1981-1982, 1989-1991 y 1993-1994, a través de las cuales se ha podido documentar su secuencia de uso y sus características estructurales. De ellas se deduce que la Villa Romana del Prado es una ocupación estable de carácter rural desde al menos el siglo III, hasta la primera mitad del siglo IV.
En este asentamiento romano se distinguen dos grandes etapas constructivas. En un primer momento se erigió un edificio aparentemente aislado, simétrico, de acceso porticado y con una exedra o sala absidiada, pavimentada con un mosaico polícromo cuyo motivo central representa a Diana cazadora rodeada por alegorías de las cuatro estaciones, en la actualidad expuesto en el Museo de Valladolid. Se trata de un espacio de representación cuya cronología, basada en el estudio de los mosaicos, se encuadraría entre siglos II y IV.
Una vez destruido este edificio, se construye el palacio campestre o villa. En esta segunda fase constructiva, se constituye un complejo residencial y productivo tardorromano de ámbito rural, y en uso hasta su abandono en el siglo V d.C. El conjunto de la Villa presenta una planta diseminada, compuesta por una parte residencial aristocrática, en torno a la que se dispondrían los edificios termales y las dependencias productivas.
A esta segunda fase constructiva, corresponden cuatro habitaciones abiertas hacia el lado norte del peristilo, cubiertas cada una de ellas por mosaicos polícromos. Entre ellos destaca, por sus dimensiones, el mosaico absidial, ubicado en la sala más grande; el mosaico de los Cantharus, el de las cráteras, o el conocido como el Crismón por el monograma que luce en uno de sus cuadrados. Todos ellos, como el mosaico de las estaciones o Diana cazadora, se encuentran depositados en el Museo de Valladolid, a excepción del Cantharus, que en la actualidad preside el hemiciclo de las Cortes de Castilla y León.
Al sureste del núcleo residencial, se dispone el sector termal. Se conocen cinco estancias completas que responden a la costumbre romana de tomar un baño, que se inicia en el vestuario para pasar por estancias fría, templada y caliente y retroceder en orden inverso y terminar con un baño de agua fría.
Por último, en el extremo suroriental del yacimiento se ubican las dependencias agropecuarias, con estructuras dispersas y adaptadas al relieve, probables almacenes o incluso estancias destinadas al alojamiento de los trabajadores. En las inmediaciones de este sector, en un relieve deprimido y marginal, se ubica un vertedero, muy rico en residuos procedentes de la Villa.
Asimismo son de destacar los restos arqueológicos de época moderna descubiertos al noroeste de la villa. Se trata de un arca o depósito de la que salen dos canales, uno de aliviadero y otro de abastecimiento, identificados como antiguas canalizaciones relacionadas con una obra de infraestructura hidráulica de finales del siglo XVII, la traída de aguas al Monasterio del Prado, que servía para canalizar agua potable a este Monasterio desde el Caño Morante.
Colaboración
Desde el descubrimiento de este enclave en 1952, han sido numerosas las campañas de excavación, las primeras dirigidas por Federico Wattenberg y Saturnino Rivera, a través de las cuales se ha podido documentar su secuencia de uso y sus características estructurales. Actualmente, el Museo Provincial de Valladolid alberga la mayoría de los restos arqueológicos encontrados en ese yacimiento.
La resolución definitiva de este expediente de la Villa Romana del Prado como Zona Arqueológica contribuirá a difundir la importancia de este enclave y supondrá un impulso para convertir este espacio en uno de los grandes atractivos patrimoniales de Valladolid. Para ello, la Consejería de Cultura y Turismo ha brindado su colaboración tanto técnica como económica, a las instituciones responsables de este bien, Ayuntamiento y Diputación de Valladolid. En este sentido, en los próximos días está previsto que se celebre una primera reunión para estudiar vías de colaboración entre las tres instituciones, con el objetivo de poner en valor esta zona arqueológica.
Con esta resolución definitiva de la declaración BIC de la Villa del Prado se finaliza un expediente incoado en 1980, delimitando un área de protección que atiende a la realidad actual del bien, un enclave plenamente urbanizado de la ciudad de Valladolid, por lo que la zona arqueológica se circunscribe a una superficie mínima que responde a la necesidad de proteger el espacio donde está comprobada la presencia de restos arqueológicos, integrando además un área mínima de protección de dichos restos.
Villa del Prado es un referente de trascendental importancia para la comprensión del fenómeno de las villas romanas de la meseta norte, por ser una de las primeras que fueron conocidas y excavadas de forma sistemática en la provincia de Valladolid. Por ello, es una fuente de conocimiento única, en el panorama de las villas romanas en Castilla y León. Otra de las características que la hace singular y excepcional, es la presencia de un Crismón en uno de los pavimentos musivos de la villa, único caso en Castilla y León, en el que se encuentra colocado este monograma en un mosaico, lo que podría dar lugar a distintas interpretaciones desde el punto de visto iconográfico que apuntan a una tradición cultural común. Por todo ello, la Villa romana del Prado, constituye también un valioso testimonio de las edificaciones cultuales y los complejos residenciales aristocráticos en el ámbito rural del valle medio del Duero entre los siglos III y IV d.C., insertos en un entramado territorial del que formarían parte los cercanos núcleos de asentamiento del conjunto histórico vallisoletano, de origen romano.