La grandeza de un sobresaliente
Álvaro de la Calle, mostró la otra cara del toreo (y su dignidad y grandeza torera) por menos de 4.000 miserables euros
20 abril, 2022 09:14Hace ya diez días del grave percance del diestro Emilio de Justo en Las Ventas, y la “hazaña” de Álvaro de la Calle, en su calidad de sobresaliente. Una tarde en la que un anónimo matador de toros salmantino llenó de emoción y de incertidumbre el ruedo venteño ante más de veinte mil almas. Y todo por 3.942 euros de salario. ¡Qué injusto es el toreo!
Luego, Álvaro, de la mano de su hija Triana (8 años) y de su mujer, cruzó la calle de Alcalá, lleno de orgullo torero, para llegar al hotel Ibix (cercano a la plaza) y desvestirse de su terno pirita y oro, (del maestro Manzanares padre y comprado a Justo Algaba) con la ayuda de su hermano Juanvi.
Ambos, Álvaro y Juanvi, son hijos del gran Vicente de la Calle (†), un taurino de pro de su Salamanca querida que, entre otros, fue mozo de espadas del desaparecido José Falcón y de Luis Francisco Esplá. Al margen de ser hombre de confianza de la Casa Choperita durante muchos años.
Conozco a Álvaro desde sus tiempos de becerrista; no en vano llegó a torear con mi hijo Santi en julio de 1989 en Alcazarén (Valladolid), (ambos tenían 15 años) en un festejo sin caballos que organizó Jorge Luguillano, y a los que, a ambos, tras el festejo, les metió mil duros en el bolsillo. ¡Esto para unos bombones para vuestras madres!, les comentó disimuladamente el bueno de Jorge.
Álvaro de la Calle, un modesto matador de toros charro que tomó la alternativa en Ávila en 1999, en el día de la Santa, y que confirmaría siete años más tarde (julio de 2006) no se llevaba un pitón a la boca desde ese año en Muro (Baleares), donde por cierto no cobró y tuvo que recurrir a la asesoría jurídica de la Unión de Toreros para percibir lo que en justicia era suyo.
Durante estos años de sequía taurina (2006-2022), Álvaro ha ido llevando el jornal a casa con direcciones de lidia, escasas apariciones de sobresaliente y actuando de profesor en clases prácticas de aficionados que, aunque lo hacía desinteresadamente y por su afición innata, los alumnos de las clases lo tenían en consideración y siempre había una propina generosa.
Hablamos con él por teléfono desde Sevilla, donde se encontraba para ver la corrida de Resurrección. Nos confirmó que la empresa de Las Ventas le había dado las gracias por su actitud. Así mismo lo hizo Emilio de Justo desde el lecho del dolor cuando fue a visitarlo a la clínica.
Uno espera de la generosidad del toreo, y si no habido magnanimidad pecuniaria, al margen de su sueldo como sobresaliente, que debería haberla habido…, al menos que le ofrezcan algunos festejos que premien su hazaña. Porque salir tan airoso y con tanta dignidad torera del epicentro del toreo, (léase Las Ventas) tras estoquear cinco toros, es más que una hazaña. “Ha habido años que sólo hice un paseíllo”, comentaba en un diario. Y a nosotros nos relataba lo más inmediato:
“Voy a Alba de Tormes de sobresaliente el 24 de abril con Alejandro Marcos y Tomás Rufo. Matilla me ha puesto en la mixta de Valladolid de San Pedro Regalado, (Ventura, El Juli y Manzanares) en Córdoba también estoy anunciado en otra mixta del 20 de mayo (Ventura, Morante y Aguado) y al día siguiente, 21 de mayo, estaré en Las Ventas para la encerrona de Ureña”. Nos dice un Álvaro exultante, donde la vida le ha sonreído a sus 47 años.
Secundario en la plaza con sus actuaciones de sobresaliente, el diestro salmantino ha sido portada de diarios generalistas, revistas y teles taurinas durante toda la semana. Todos han reconocido su gesta y en uno de ellos (La Razón) finalizaba su redactor: “Con su actuación, el salmantino acabó con las voces que cuestionaban que un torero de 47 años se mereciese la oportunidad de relanzar su carrera como sobresaliente. La dignidad no entiende de ningún tipo de edad”.
Santos, nos decía Álvaro desde Sevilla: “Ha sido como un sueño, estaba preparado y con la ilusión de siempre”. Enhorabuena, torero. Y mucha suerte.
P.D. Tampoco hubo generosidad del palco... Aunque fue una vuelta al ruedo triunfal, Álvaro mereció esa oreja pedida desde la grada con el corazón. Al menos para recuerdo de su hija Triana. Pero ya se sabe que al pobre todo le cuesta el doble.