Cada una de las regiones que conforman nuestro país tienen sus propias señas de identidad. Y no, no solo hablamos de cultura, gastronomía o patrimonio. También de lenguaje.
Dicen que Castilla y León es la cuna del español y la Comunidad Autónoma en la que mejor se habla el idioma. Sea como fuere, de lo que no cabe duda es de que Castilla y León ha acuñado ciertas palabras y expresiones a la hora de hablar que no pasan inadvertidas para los que visitan la Comunidad o, en su lugar, para aquellos forasteros que se juntan con un castellano y leonés ‘de pura cepa’.
Porque aunque apenas tengan acento, o por lo menos no tan marcado como puede ser el andaluz, el gallego, el valenciano o el catalán, con el paso del tiempo han logrado adoptar un vocabulario muy rico en el que todas y cada una de las provincias de la región han realizado su propia aportación con palabras que todo el mundo debería conocer, aunque sea para que los que visiten la Comunidad entiendan a los ciudadanos locales y no se extrañen a la hora de escuchar ciertos términos que si no se explican pueden resultar indescifrables.
Ahora bien, aunque muchas palabras son propias de las provincias y no de la Comunidad, sí es cierto que la región comparte una serie de términos inexistentes en el lenguaje cotidiano de personas de otros lugares de España, pero tan conocidos por los leoneses, vallisoletanos, salmantinos y zamoranos, como por los palentinos, burgaleses, sorianos, abulenses y segovianos.
Es bien sabido que la mayoría de los castellanos y leoneses son personas muy activas a las que les encanta hacer mucha vida social. Sin embargo, mientras a Madrid se le conoce por ser 'la ciudad que nuca duerme', en el caso de Castilla y León predominan más los planes diurnos. Pero ¿qué tipo de planes?
Uno de los que para muchos ya parece haberse convertido en una tradición es salir a tomar algo antes de comer. Pero ojo, que un castellano y leonés no sale a tomar el aperitivo, sino que sale a tomar el vermú, aunque sea otra la bebida que va a consumir, o incluso a tomar un chisme.
Para ello, tiene que trasladarse a un restaurante o bar, algo que, debido a las cortas distancias que representan a las diferentes provincias, se suele hacer andando, aunque con cuidado de no tropezarse con un banzo, lo que en otros lugares se conoce como bordillo o escalón, o con un aburaco, un agujero para los salmantinos, y de que no te salga una boja en los pies, o lo que es lo mismo, una ampolla.
Entonces, lo mejor será buscar el camino más corto, atrechando por las emblemáticas bocacalles, calles secundarias que salen de una principal, de cada una de sus ciudades. Porque sí, en la Comunidad no se ataja, sino que se atrecha.
Una vez llegados al bar en el que se desea tomar el vermú, lo normal es que junto a la bebida te pongan una tapa. En Castilla y León es muy común, es más, son muchas las personas que prefieren ir de tapas antes que sentarse a comer en una mesa. De todos modos, hay que tener cuidado con lo que en la Comunidad se denominan berretes, un término que hace referencia a cuando alguien se mancha la boca al comer, por ejemplo, un albérchigo, como en la región se refieren a los albaricoques, o incluso un regaliz rojo, lo que los zamoranos conocen como campeche.
Lo más probable es que a esas horas en los restaurantes de Valladolid la gente esté montando un estaribel, lo que para ellos es montar jaleo, lío o follón, y dando la tabarra o molestando a quienes prefieren un ambiente más calmado, lo que hace que estas personas se añusguen y no solo es que se atraganten, sino que también se amarguen.
Otra de las señas de identidad de Castilla y León son las heladas o pelonas, las lluvias y la niebla, mollina para los salmantinos, de sus gélidos inviernos, época del año en la que también es muy común que pintee que no que chispee. Durante estos meses, en Castilla y León, y sobre todo en la provincia de Segovia, las personas no tiemblan o tiritan, estas rilan por la rasca que hace, el frío que hace.
La región también alberga un sinfín de zonas rurales, pueblos a los que a muchos españoles les gusta trasladarse en sus vacaciones, y sobre todo a los niños, pues, por lo general, en estos lugares se sienten más libres y seguros para salir con sus amigos sin necesidad de tener a sus padres pegados a ellos.
Los pueblos de Castilla y León se llenan de niños en la época estival, periodo en el que, aunque no tengan colegio, sí tienen deberes que hacer. Por ello, no resulta extraño verles con su carpesán o archivador lleno de papeles en los que escriben con su lapicera o portaminas mientras sus padres o abuelos bichean lo que están haciendo, al mismo tiempo que hacen la comida con el mandil, que no delantal, y la rodilla o rodea, que no trapo de cocina, les lavan las playeras, es decir, las zapatillas de deporte, tienden la ropa con los pitos, las pinzas, o recogen los alamares o telares que han dejado por ahí, lo que quiere decir que recogen los trastos o enseres que han dejado tirados por algún lado, como puede ser el serillo de la piscina, lo que en la gran mayoría de las ciudades se conoce como capazo o bolsa de playa de mimbre.
Además, los castellanos y leoneses no estropean, amuelan y no dejan algo a alguien sino que se lo prestan. Tampoco tiran las cosas, las caen, ni llevan a una persona a algún lado, la acercan. Si se quedan sorprendidos se quedan pasmaos y alguien delgado es un jijas.
Y es que, hasta los insultos son particulares en Castilla y León. En Valladolid es muy común llamar a alguien pelele en vez de tonto o bobo, mientras que en Zamora lo normal es utilizar la palabra crica en lugar de quejica y en León cuzo para alguien indiscreto o fisgón.
Términos y expresiones que diferencian a las provincias
Existen muchas palabras que solo emplean los castellanos y leoneses, pero, como hemos visto anteriormente, también hay otras que se utilizan únicamente en lugares concretos. Son términos que permiten diferenciar a los habitantes de una provincia del resto al tener su propio lenguaje.
En Valladolid es muy habitual que una persona se refiera a otra como hijo/a o majo/a, y que alguien diga quedar cuando quiere hacer referencia a dejar u olvidar, o que sustituya el verbo caber por coger. 'Me he quedado el móvil en casa' o 'Esta camiseta no me coge en la maleta'.
Los zamoranos, por su parte, denominan mamola a la barbilla y farona a la pereza, utilizan entoñar para decir enterrar y dicen a peto cuando quieren decir ex profeso o a propósito. E incluso se han inventado palabras como pipelera, un recipiente o bolsa que sirve para tirar las cáscaras de las pipas.
Pero esto no es todo, porque en Salamanca hasta cuentan con un diccionario propio publicado por el Instituto de las Identidades, que lo más seguro es que solo entiendan los salmantinos. Porque para ellos un achiperre es una herramienta, una cachapa una costra y ciscar es mover, empujar o manosear.
Estas son solo algunas de las palabras que se utilizan en Castilla y León o en sus provincias. Sin embargo, existen muchas más, cientos de términos que con el paso de los años han permitido a la región disponer de una jerga propia, única y para muchos divertida e inmejorable.