Los investigadores de España denuncian la situación que tiene su sector. Por ello han comenzado una campaña contra la precariedad que sufre el personal investigador Ramón y Cajal (RyC) que se ve obligado a reclamar las cuestiones laborales más básicas. Así, frente al abandono que están sufriendo desde las institucione, los investigadores del Programa Ramón y Cajal, con el apoyo de la Federación de Jóvenes Investigadores (FJI), han comenzado una campaña de firmas, que son ya casi un centenar, para solicitar a la Agencia Estatal de Investigación (AEI), así como a las Comunidades Autónomas y los centros de investigación como las universidades o el CSIC, que se propongan de una vez por todas atajar su estatus de segunda y las brechas salariales que sufren trabajando.
En esta federación forman parte la investigación Activa de la Universidad de Valladolid (INICIACTIVA), investigadores No Valorados de Salamanca (INNOVA) y la Asociación de Investigadores en Formación de la Universidad de León, que se encuentra en trámite de unión. “No se puede producir buena ciencia cuando el programa más competitivo para la promoción científica española, el Programa Ramón y Cajal, obliga a los y las investigadoras a vivir en precario hasta bien entrada la cuarentena. Mejor dicho: se puede hacer buena ciencia gracias al sacrificio y desgaste personal y profesional de los y las investigadoras, pero los resultados serán necesariamente muy inferiores a los que podríamos obtener si dichas investigadoras no tuvieran que utilizar gran parte de su energía en luchar a contracorriente en cada paso de su carrera laboral”, afirman en su comunicado Daniel Lumbreras, coordinador de Medios.
"En las últimas décadas, el sistema español ha insistido en que la excelencia pasaba por la internacionalización. Por ello, durante años, se instó a las personas investigadoras a emigrar con la promesa de establecer programas que permitieran el retorno del talento a España. El programa más importante y competitivo de retorno del talento es el llamado Ramón y Cajal. Sin embargo, incluso las pocas personas que alcanzan contratos Ramón y Cajal (hasta 2020 había menos de 200 plazas anuales en toda España para investigadores Ramón y Cajal), después de años en el extranjero, en centros punteros y desarrollando investigaciones de vanguardia, se encuentran una situación precaria a la vuelta a España", expresan en el comunicado que han hecho llegar a este medio.
"Hostilidad institucional"
"Tras años construyendo una carrera internacional y acumulando méritos, a su vuelta son vistas como intrusas o como competencia, a menudo se enfrentan a una especie de hostilidad institucional en sus centros de acogida. Se les excluye de una serie de tareas de responsabilidad, así como del acceso a complementos salariales que reconocen la antigüedad y el mérito investigador y docente, y que sí se aplican a otros miembros del Personal Docente e Investigador. No es que su experiencia previa en el extranjero no se valore de forma particular, es que en numerosas ocasiones se actúa como si no contase para nada. La situación llega muy a menudo al nivel de tener que luchar por cuestiones tan básicas como tener una mesa y un ordenador en las universidades y centros de investigación en los que trabajan.
A esto se le unen las dificultades para la estabilización y el acceso a puestos permanentes y/o funcionariales. La promoción de estos y estas investigadoras que rondan los 40, lejos de agilizarse, se dilata en el tiempo multiplicando las evaluaciones y los trámites, impidiéndoles de forma injustificada alcanzar puestos equivalentes a su experiencia y, con ellos, la necesaria estabilidad profesional y personal. Especialmente grave es cómo esta precariedad afecta a la posibilidad de formar una familia y perjudica particularmente a las investigadoras del programa en contra de los objetivos de igualdad de género, conciliación y lucha contra la brecha salarial de género que deberían guiar a nuestra ciencia.