Un emblema del Real Valladolid dice adiós. Jordi Masip que llegó a Valladolid hace siete años sin hacer ruido deja de vestir la camiseta del Pucela. No ha habido acuerdo de renovación y el guardameta dice adiós por la puerta grande, con un ascenso, pero por la pequeña de no poder disfrutar de un año más y de despedirse de la afición. El catalán ha sido el portero titular durante los últimos siete años. Y eso que desde la dirección deportiva del Pucela siempre le han puesto palos en la rueda.

Cada año le traían un compañero para arrebatarle el puesto (Lunin, André Ferreira, John Víctor, Asenjo o Roberto) que nunca daba la talla y que siempre se quedaba por detrás de Masip. El guardameta, un ejemplo de trabajo, siempre ha cumplido tanto dentro como fuera del terreno de juego.

Por méritos, por años y por minutos, Jordi Masip ha entrado en el hall de la fama blanquivioleta. Siete temporadas, 227 partidos (226 como titular), 20.361 minutos de competición alumbran una trayectoria que hacen del portero catalán un pucelano de corazón más.

No ha sido el único, los caminos del Real Valladolid y Sergio Escudero se separan tras conseguir el objetivo de volver a Primera. El de Santovenia de Pisuerga, que regresó en el verano de 2022, finaliza su vinculación.

Masip ha querido mandar una carta de despedida.

Se me hace muy extraño tener que escribir estas líneas siete años después de mi llegada a Pucela. En aquel momento nunca imaginé que el Real Valladolid se iba a convertir en un club tan especial para mí y para mi familia. Me siento muy agradecido por haber podido defender tantas veces esta camiseta, por haber podido representar a una entidad histórica y por haberla dejado donde se merece: en la máxima categoría del fútbol español.

Desde mi llegada me inculcaron que el Pucela era especial y así lo he sentido. En todo momento, ya en condición de veterano y capitán, he tratado de transmitírselo a los nuevos compañeros y me voy satisfecho de haber cumplido con el lema que suena en uno de los himnos y que está grabado en el brazalete que he tenido el privilegio de lucir. “Recíbeme con orgullo, devuélveme con honor”. Una frase que ha cobrado mucho sentido en esta última parte de temporada y que siempre ha guiado mis pasos dentro y fuera del terreno de juego desde mi llegada a Valladolid.

Aquí han crecido mis dos hijos, aquí me he sentido como en casa, aquí (dejando a un lado lo malo) he podido sentir la felicidad de tantísima gente en tres ascensos. Por eso quiero que esta carta sirva para dar las GRACIAS a la afición blanquivioleta y a todas las personas que día a día se desviven para hacer al Real Valladolid aún más grande. Me he sentido parte importante del crecimiento institucional de este gran club que siempre llevaremos en el corazón.

Gracias a Carlos Suárez primero y a Ronaldo Nazário después por confiar a mí. Gracias a los directivos. Gracias a los cuerpos técnicos y a todos los miembros del staff (médicos, fisios, utilleros, empleados…) , una familia que vale oro y que he podido disfrutar cada día desde hace siete años. Gracias a todos y cada uno de mis compañeros durante estas temporadas. Ha sido un privilegio compartir el vestuario con vosotros.

Para mí ha sido un orgullo y un honor. Se despide un blanquivioleta más, siempre lo seré y siempre le desearé lo mejor al Real Valladolid.

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