Juan López / ICAL
El sector extractivo de rocas y minerales industriales está de moda en la Comunidad. No ha salido muy perjudicado durante la pandemia, en términos relativos, y lucha por obtener el sello de la Piedra Natural de Castilla y León, pendiente de su desarrollo, después de que las Cortes lo reconocieran, y que pondría aún más en el mapa estos productos. Se trata de una actividad primaria que ha crecido durante la pandemia, con recursos endógenos de “difícil deslocalización” en países emergentes, tal y como explica a Ical el gerente de la Asociación de Productores de Piedra Natural de Castilla y León (Pinacal), Aurelio de Grado.
Castilla y León contabiliza en la actualidad unas 400 canteras de rocas y minerales industriales, que superan los 4.000 empleos directos, aunque podrían ser medio millar más si se consideran la extracción y la primera elaboración, apunta De Grado, y una producción superior a los 15 millones de toneladas.
En el actual escenario global de crisis de materias primas, escasez de productos y encarecimiento del transporte marítimo, De Grado destaca que la Marca Piedra Natural de Castilla y León será un impulso para el producto “de aquí”. “Habría que tener en cuenta que la empresa que compra piedra de Villamayor ahorra emisiones de CO2 porque el transporte en barco se ha multiplicado por diez y ya no es rentable traerlo de China. Hay que poner el foco de nuevo en el mercado nacional, que antes era más caro pero mejor”. “Ahora es más barato y sigue siendo mejor”, insiste.
De Grado señaló que un sector que con el carbón “ha pagado el funeral más caro de la Historia de España”, ahora debe apostar por lo nacional y por Castilla y León. “Tengo una buena impresión de cómo ha evolucionado con la pandemia, pues al faltar producto importado muchos transformadores se han dado cuenta de la calidad y el reconocimiento local”, destacó.
Empresas líderes
En todo caso, y a pesar de la buena visión general del sector en pandemia, De Grado admite que los áridos y hormigones “han visto la otra cara de la moneda”, con una caída de la demanda del 50 por ciento. “Lo ha notado bastante”, expuso. En este sentido, subrayó que Castilla y León cuenta con empresas líderes en sus sectores, que exportan un gran porcentaje de sus ventas, que ha motivado unos resultados en general óptimos.
Todo ello, lamentó, a pesar de declaraciones “pseudoecologistas y comentarios fáciles” que ponen en riesgo proyectos para el medio rural de este tipo de minería de rocas. A su juicio, la Ley de Minas de España “ha funcionado muy bien en las últimas décadas” y afeó la posición, “desde la barrera”, de un “jubilado que quiere ir a la era donde trillaban sus abuelos y verlo igual, en lugar de una actividad económica con efecto arrastre y con recursos endógenos en la zona”.
La minería ocupa en 2021 el 0,1 por ciento de la superficie autonómica. “Somos más grandes que Portugal, con más de 2,4 millones de habitantes… Pueden convivir la actividad y el ecologismo. En Madrid también hay canteras y la gente sigue funcionando”, ejemplificó.
Por provincias, la actividad hoy en día alcanza las 121 canteras abiertas en Burgos (79 activas y el resto paralizadas), que dan empleo a más de 700 personas; otras 77 explotaciones en Segovia, con 400 trabajadores, que facturan unos 40 millones; Valladolid, con 52 (más otra veintena inactiva o detenida temporalmente) y dos centenares de empleos, muchos de ellos vinculados a Campaspero; León, con 50 canteras y más de 2.000 trabajadores, 1.800 de ellos del sector de la pizarra en La Cabrera; Zamora, con 42 y 320 empleados; Soria, con 38 y 150; y Salamanca, con 26 canteras y más de 250 trabajadores (una de ellas de wolframio, con 80 empleos y una producción de un millón de kilos). Cierran Palencia y Ávila, con 24 y 21 explotaciones y en el entorno del centenar de empleos en cada caso.
Aurelio de Grado remarcó que la minería en Castilla y León, tras el año de pandemia, es una “actividad económica del máximo interés”, pues fija población en el medio rural gracias al empleo directo e indirecto. “Es preciso que en el capitulo de rocas ornamentales se tenga una consideración especial con las piedras autóctonas para la realización de pavimentos urbanos, edificios oficiales financiados con los impuestos de todos los castellanos y leoneses y sobre todo dar una ayuda administrativa a las canteras en el marco de críticas negativas sin sustento técnico, científico ni administrativo”, explicó.
Algunas singularidades
Entre algunas de las singularidades que reseña Pinacal, cita a la provincia de Salamanca, de la que asegura que “fue un referente español en riqueza minera y regresa para serlo de nuevo”, gracias a elementos como el estaño o el wolframio. En los años 70 se cerraron explotaciones por competencia de países emergentes y ahora se reactiva “no solo por estos dos metales, sino por otros metales raros”, como los necesarios para atender la demanda europea de la industria de telecomunicaciones. De hecho, De Grado ensalzó que la Facultad de Ciencias – Geología de la Universidad de Salamanca tiene un “referente sobresaliente en conocimientos en sus archivos y en sus profesores”. También recordó la presencia del polémico uranio, “atacado por grupos de oposición”.
En la provincia, la facturación vendible anual de las explotaciones o canteras supera los 16 millones de euros. A ello aporta notablemente la roca ornamental más característica, la arenisca de Villamayor, con la cual “se ha construido todo el patrimonio histórico artístico de la capital”, y que tras 12 años de la crisis de construcción tan solo pervive una cantera activa. “Salamanca debe buscar un incentivo para que los canteros vuelvan a ser sus aliados en la defensa de este patrimonio reconocido por la UNESCO y que se olviden de traer la piedra de fuera, espetó”.
Por el momento, relata que la demanda de la ornamental como roca de calidad para la construcción, obra civil y restauración del patrimonio permite que sea estable. Además, la exportación completa las cifras de esta característica roca, incluso en pandemia.
En la provincia de Ávila, explicó, se ha pasado de mas de 25 explotaciones a principios del siglo XX, con cerca de 900 canteros censados, a tres exclusivamente de granito ornamental, con empleo directo para 21 personas. Las empresas Granical Marma SL y Granitos Cardeñosa extraen el conocido como ‘granito azul noche’, colocado en la pavimentación de París, y se sigue suministrando para diversas partes del mundo también para fachadas. Igualmente, el ‘gris Cardeñosa’ y el ‘rubio Cardeñosa’ son los “herederos” de los canteros históricos que construyeron las Murallas de Ávila. Su producción anual es superior a 16.000 toneladas y un valor vendible de más de dos millones de euros.
Esta roca ornamental ha servido desde hace siglos para construir el patrimonio histórico artístico de la capital abulense y los pueblos del sur, aunque ha sufrido un descenso “notable como consecuencia de la recesión ocasionada por la crisis de la construcción y la sustitución de este material por otros granitos de otras provincias”, lamentó De Grado.
El responsable de Pinacal llamó la atención de Burgos, una provincia con una facturación de unos 198 millones al año en el sector. Hizo hincapié en la glauberita de Belorado y Cerezo de Río Tirón, explotada por el grupo industrial Crimidesa desde 1954 y por Minera Santa Marta, que lo hace en otra concesión anexa. Se trata de sulfato sódico muy usado en detergentes en polvo y en la industria química, con lo que “ha registrado una fuerte demanda de entre un 10 y un 15 por ciento más durante la pandemia y principalmente en los confinamientos más estrictos”.
España es líder europeo y seis a nivel mundial, solo por detrás de China, en este tipo de extracción. “Son un ejemplo de aplicaciones tecnológicas y cuidado ambiental y social”, defendió De Grado, sobre un sector que exporta el 60 por ciento de su producción. “Son explotaciones únicas en España. Su desarrollo tecnológico de la extracción ha sido capaz de obtener el producto con precios y capacidades que ha obligado a sus competidores a cerrar”, sentencia.
Para concluir, De Grado subraya la peculiaridad de la pizarra de León, que da empleo a 1.800 personas solo en La Cabrera. “Si no tuvieran esta actividad esta comarca sería el Desierto del Sáhara”, advierte. Exporta el 95 por ciento de la producción. “Hay muy pocas actividades en la Comunidad que puede hablar de estas cifras”, concluyó.