Son las materias de las que depende el éxito de la arriesgada apuesta que ha hecho la UE y buena parte de los países occidentales por diseñar una economía sostenible. Sin ellas, no habrá transición energética. Y en este escenario Castilla y León es estratégica para la UE porque guarda un tesoro de valor incalculable en términos de impacto económico e industrial, pero poco se habla de ello.
Litio, cobalto, neodimio, tungsteno, cobre... elementos que en muchos casos verán triplicada su demanda de aquí a dos años y que inclinarán la balanza de la hegemonía económica hacia los países que, muchos años antes, hayan conseguido cerrar acuerdos a largo plazo para su extracción en otros Estados, o bien tengan la suerte de disponer de ellos en su propio territorio.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), formada por 28 países entre los que se encuentra España, se prevé escasez de litio ya en 2025 mientras crece de forma desorbitada la demanda. ¿Habrá litio para tanta batería y dispositivo necesario para la transición energética? Parece ser que no. Mientras, miles de investigadores en todo el mundo intentan contrarreloj encontrar soluciones innovadoras que puedan complementar la escasez de estos materiales.
Y detrás de todo ello, legislaciones dispares. Unas tendentes a explotar el máximo de los recursos disponibles, otras a hacerlo pero de forma sostenible y también las hay con reticencias a la explotación masiva de estas tierras raras y minerales.
Según la consultora de mercados Global Market Insights (GMI), el valor del mercado mundial de litio podría estar por encima de los 76.000 millones de dólares en 2026. China, Australia y Chile son las principales beneficiadas por una revolución industrial mundial a la que se suma EEUU tras anunciar el pasado mes de septiembre el hallazgo de la mayor reserva de litio del mundo.
Pero la transición energética sostenible no sólo necesita del litio para cumplir unos objetivos que ya desde la propia UE comienzan a considerar muy complicados (reducir las emisiones contaminantes en un 50% para 2030 en relación a las que se emitían en el año 1990), sino también muchos otros minerales y tierras raras que se convierten en estratégicas a medio y largo plazo.
¿En qué posición se encuentra Castilla y León en este escenario? ¿Qué esconden las tierras y minas de la Comunidad?
Poco se habla del tesoro que guarda la tierra de Castilla y León, como si pasara desapercibido. Sin embargo, este periódico ha hablado con Santiago Cuesta López, director general del ICAMCyL (Centro Internacional de Investigación en Materiales Avanzados y Materias Primas de Castilla y León) y del clúster ISMC (Clúster Ibérico de Minería Sostenible), físico nuclear con más de diez premios internacionales (entre ellos el reconocimiento nacional a la excelencia profesional del Colegio de Físicos), que lleva desde 2012 trabajando materias primas críticas y en tecnologías para su sustitución o su extracción sostenible.
Además de litio (sobre todo en Salamanca y en Zamora), "Castilla y León es súper rica en otros materiales estratégicos como el tungsteno, del cual disponemos del 10% de las reservas mundiales, y que es una materia prima imprescindible para la fabricación de máquinas de rayos X, blindajes, aleaciones que trabajan en alta temperatura para turbinas o para fabricar herramientas de corte basadas en carburos de tungsteno", indica Cuesta López.
En plena revolución por hallar la fórmula mágica para producir sin utilizar materias primas que si no son críticas se vuelven tales cuando se dispara su demanda, Cuesta López habla claro de la importancia de aplicar coherencia, sentido común y ciencia, a la hora de evaluar el impacto de las extracciones de determinados materiales.
"Hay veces que no se puede sustituir una tecnología por otra porque ese material es único y con características insustituibles para poder aplicarlo a esos procesos de producción, por lo que hay que tener claro que si se quiere producir determinados bienes para mejorar la salud del planeta será inevitable tener que extraer esas materias primas necesarias, y los científicos trabajar para reducir el impacto medioambiental de dicho proceso de extracción".
Por ejemplo, los molinos de viento o los motores de los coches eléctricos no pueden funcionar sin hierro y neodimio, metal este último de tierra rara del cual China acapara el 80% de su producción. "¿Queremos producir energía verde?"-pregunta Cuesta López-, "pues entonces necesitamos una alternativa sostenible productiva y/o extractiva a esos minerales que son muy escasos y que se encuentran en manos de países que ni cuidan los derechos humanos ni el medioambiente".
Cambio de rumbo: asegurar la independencia de materiales críticos
Las principales compañías de la automoción que suponen un peso del 25% del PIB industrial en Castilla y León, han experimentado las consecuencias del incremento en el precio de las materias primas, de la dependencia de los contenedores que provenían de China y de la falta de chips para sus productos.
Esta industria, que lleva más de 20 años adaptando sus modelos de producción hacia otros más sostenibles económica y medioambientalmente, se enfrenta al hecho de que la UE ha comenzado más tarde a adoptar medidas para no depender tanto en materias primas críticas y energía de países poco fiables política y comercialmente hablando.
Así, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha presentado en la Cumbre Climática COP28, que comenzó el pasado 30 de noviembre y finalizará el 12 de diciembre en Abu Dabi (Emiratos Árabes), su intención de crear un 'Club de materias primas' que haga frente a la dependencia de China y proteja las golpeadas industrias de la UE.
"Lo que pretenden es lanzar esa alianza con países fiables productores de materias primas y con reservas estratégicas, tales como EEUU, Canadá o Australia para asegurar así el suministro a nuestras cadenas de valor industriales y no depender del dumping chino", explica el director del ICAMCyL. De hecho, China tiene una política de subvenciones que le permite, además, competir en vehículos eléctricos o placas solares con precios imposibles para la industria de la UE, además de disponer de grandes reservas de estos materiales críticos.
La idea es que, en situaciones de crisis o de escasez de determinados materiales estratégicos, "se puedan acelerar los permisos para que en dos años se pueda comenzar a explotar ese material crítico".
Sin embargo, Cuesta López ya avanza que todo apunta a que, al final, "quede en manos de cada país de la UE la última palabra en este sentido, y en España desde que comienzas a investigar un recurso minero hasta que obtienes los permisos para su explotación, se tarda 10 años, lo cual dificulta la atracción de inversiones que de media suelen ascender a los 500 millones de euros".
Un cambio de rumbo al que también parece ir sumándose el propio Gobierno de España, que ha indicado la necesidad de diseñar un nuevo modelo de crecimiento e inversión en el ámbito de las materias primas críticas, una vez comprobado el daño de la dependencia de mercados exteriores en materiales estratégicos para la economía del país.
Castilla y León, rica en materias primas estratégicas
La irrupción de la Covid-19 supuso un antes y un después en la toma de conciencia de la importancia de que la UE afrontara una transición energética y productiva con garantías de éxito.
Tras paralizarse durante meses buena parte de la industria, la apertura del mercado produjo un fatal cuello de botella en la llegada de suministros necesarios para este sector. Cayeron las ventas, se anunciaron expedientes de regulación temporal de empleo y las cuentas de resultados de algunas de las más importantes multinacionales que operan también en España y en Castilla y León, comenzaron a debilitarse. No llegaban los chips necesarios. No llegaban los materiales críticos imprescindibles para que las fábricas continuaran trabajando. Y ese exceso de demanda, sumado al interés de la UE por acelerar la transición ecológica, encareció los precios de estos materiales hasta en más de un 450%.
Por eso la UE se plantea ahora impulsar que los países de este entorno puedan explotar sus recuros de forma más ágil.
En este sentido, Castilla y León "tiene mucha riqueza en niobio y tántalo, que son materiales refractarios" (mantienen el calor y reducen el consumo energético), así como "hay proyectos en estudio actualmente para la extracción de litio en Salamanca".
[Anuncian una mina de litio en un pueblo de Salamanca]
Sin embargo, la riqueza y diversidad en materias primas clave que hay en Castilla y León "no terminan de generar el máximo impacto económico posible en la Comunidad dado que se extraen aquí, lo exportamos por ejemplo a Australia porque allí sí tienen la tecnología para refinarlas y ellos luego fabrican los componentes que posteriormente tenemos que comprarles pero a un precio cien veces mayor", lamenta.
Es el caballo de batalla, como en tantas otras ocasiones, de una Comunidad que sí dispone de la materia prima, pero no de la industria que la transforme, por lo que Cuesta López aboga por "generar los ecosistemas necesarios para que las empresas inviertan aquí y desde aquí podamos disponer de toda la cadena de valor". Una debilidad que "también se da en muchos otros países de la UE", añade.
Escombreras con altas concentraciones en minerales
Antiguamente, una mina explotaba el material que estaba buscando y dejaba sin aprovechar el resto de materiales y tierras raras que contenía. Ahora ya no tiene por qué seguir siendo así.
Los investigadores del ICAMCyL han descubierto que muchas tierras raras estratégicas para la fabricación de chips están 'abandonadas' en las escombreras de las minas.
"Tenemos reservas en estas escombreras por lo que debemos invertir en tecnología de extracción y refinado altamente sostenibles que permitan su aprovechamiento para atraer y facilitar inversiones en Castilla y León potenciando la riqueza en materias primas estratégicas de la región al tiempo que restauramos el medioambiente", apunta Cuesta López. De hecho, "ya hay empresas que están interesadas en esto e investigando cómo poder aprovechar estos recursos", añade.
No se sabe exactamente qué cantidad de estas materias primas hay en las escombreras de las minas, pero "la geología de las explotaciones del pasado nos dice que cuando hay cierto tipo de materiales es porque hay otros concretos que los acompañan", explica el director del ICAMCyL.
A pesar de que se tiene constancia de qué minerales y tierras raras hay en Castilla y León, "no existe un mapa como tal a gran escala en la Comunidad que permita así atraer más inversiones, aunque la Junta de Castilla y León sí es sensible a esta realidad y financia estudios precisamente para conocer qué hay en estas escombreras, por lo que sabemos gracias a esto que sí hay material, que sí hay un valor".
De hecho, Castilla y León tiene en escombreras de explotaciones mineras "más del 20% de la riqueza total que tiene almacenada dentro de la tierra". Y aunque así dicho suena poco sostenible, Cuesta López recuerda que tras estas extracciones "imprescindibles" si queremos construir molinos de viento o baterías eléctricas, "se pueden emplear tecnologías para recuperar aún más minerales al tiempo que se reduce la basura almacenada, se restaura el suelo y se reforesta el entorno".
Por ello, Cuesta López considera "fundamental" que se potencie el estudio e investigación de la riqueza que guardan las tierras de Castilla y León "porque serán estratégicas para nuestra economía".
Respecto al objetivo de la sostenibilidad, este doctor en Física Molecular lanza un mensaje crítico con quienes "quieren electricidad verde pero desconocen que para fabricar esa tecnología que la produce es necesario emplear materias primas muy específicas y con propiedades claves que hacen que no se puedan sustituir por otras, siendo a fecha actual necesaria la explotación de recursos mineros".
En su opinión, es necesaria una "visión que apueste por la realidad tecnológica contemporánea pero con un correcto enfoque de la sostenibilidad para que se extienda en la mayor medida posible a toda la cadena de valor, desde su extracción hasta su reciclado".
Es en este último punto, el del reciclado, donde el director general del ICAMCyL hace hincapié en "la necesidad urgente de invertir en tecnologías que permitan recuperar las materias primas que ya han sido utilizadas previamente para fabricar productos complejos como baterías o móviles, contribuyendo de esta manera a la sostenibilidad global de las cadenas de valor y reduciendo las tensiones del suministro".
Vuelve el carbón... sostenible
A pesar de que desde el pasado 1 de enero de 2019 está prohibida la extracción de carbón en España con las consecuencias en materia de empleo y económicas que se derivaron de ello en las zonas más afectadas (Asturias y Castilla y León), la crisis energética "está impulsando a la UE a financiar e impulsar nuevas tecnologías que permitan su aprovechamiento", indica Cuesta López.
En concreto, el director general del ICAMCyL y del ISMC, apuesta por "aprovechar el carbón para otras tecnologías dado que las cenizas de este mineral concentran materiales estratégicos y en las escombreras de las térmicas de Castilla y León nos consta que hay concentraciones altas de estos minerales".
Por lo tanto, "cabría la posibilidad de aprovechar ese know how de los trabajadores que quedaron sin empleo en las minas del carbón, para traspasar su experiencia minera a la extracción de los recursos estratégicos y de los que hay en esas escombreras", apunta.
No se trata de quemar carbón sino de trabajar por aprovechar cada elemento que pueda servir para la transición ecológica, por lo que "se podría seguir aprovechando su extracción". Castilla y León cuenta, de hecho, con una de las reservas de carbón más importante de España.
Por otra parte, la minería del S.XXI es "de máxima precisión" por lo que se utiliza tecnología para "renovar y repara el suelo", de forma que se minimizaría la huella medioambiental. Además, "la tecnología de simbiosis industrial permite aprovechar al máximo el residuo que se genera".
Pero para ello "es necesario impulsar tecnologías que permitan la extracción de materias primas estratégicas de la manera más sostenible posible y con el mayor aprovechamiento posible", añade.
A todo esto hay que sumarle el trabajo que los científicos como Cuesta López están desarrollando para "buscar alternativas a ciertas materias primas cuya demanda está convirtiéndolas en críticas o escasas".
En este sentido y en el proyecto Marie Curie MALTOSE (uno de los que supervisa actualmente), el investigador de excelencia Christopher Gaul está desde ICAMCyL explorando computacionalmente alternativas de materiales avanzados para fabricar paneles fotovoltaicos sin ciertos dopantes como el germanio o el galio, que son elementos de los que Europa carece.
Proyecto Batmass para el reciclaje de baterías eléctricas
Ante la dificultad de satisfacer toda la demanda de litio y otros minerales para la fabricación de baterías eléctricas, el ISMC (con sede en León) trabaja junto a la UE para diseñar un valle de reciclado de estas baterías que comprendería todo el sur de Europa y que incluiría al hub tecnológico e industrial de Castilla y León.
Un proyecto conocido como Batmass que arrancó hace apenas dos meses y que cuenta con una partida de casi 10 millones de euros de la UE, en el que tanto las empresas como los clústeres impulsen modelos tecnológicos que permitan reutilizar al máximo los componentes ya extraídos de la tierra y posteriormente utilizados en la fabricación de baterías eléctricas cuando éstas ya no sean operativas.
Si la previsión es que haya circulando por las carreteras de la UE casi 900 millones de coches eléctricos en el año 2040, la única vía posible de abastecimiento pasa por reaprovechar esos materiales en vez de ejercer mayor huella medioambiental sobre el planeta. El plazo fijado para poner en marcha este proyecto de economía circular que permita una mayor independencia a los países de la Unión, es de 30 meses.
"Cuando decidimos que se construyan 40 giga factorías de baterías, esto supone aceptar triplicar la producción de litio mundial, así que o triplicamos esa producción mundial, o no podrá haber tantas baterías para todos los coches eléctricos que se marcan estén activos para 2035", apunta Cuesta López. Algo que sosteniblemente sólo es viable apostando por la reutilización de esos materiales.
Pero no todo es tan sencillo: a día de hoy apenas se recupera en todo el mundo entre el 1 y el 3% del litio que ya se ha utilizado, por lo que además de pensar en una economía circular de reutilizar, reducir y reciclar, "será necesario invertir en nuevas tecnologías y procesos a través de un ecosistema interregional que permita desplegar las tecnologías verdes innovadoras", advierte.
Esta escasez en algunos elementos es en la mayoría de los casos directamente proporcional a la demanda, por lo que les comienza a ocurrir a otros como el níquel, una vez que el propio desarrollo tecnológico acelera su extracción.
Y detrás de todo esto, como suele suceder, existen fuertes intereses económicos y geoestratégicos, con empresas que cotizan en los principales parqués del mundo y accionistas que ven cómo sus participaciones en dichas compañías suben como la espuma: a mayor demanda de ese material para la fabricación del producto que sea, mayor cotización en el mercado.
Por eso es "tan importante que enfoquemos nuestros esfuerzos de forma especial en el reciclado de las materias que ya han sido extraídas y que se encuentran en productos que han agotado su vida útil", insiste.
Sin embargo, el director general del ICAMCyL advierte de que, lejos de la literatura, "el reciclado no es una solución universal porque requiere energía para llevarlo a cabo por lo que necesitamos una combinación entre rediseñar nuestras tecnologías, el reciclaje y la extracción de materias primas de forma sostenible y sensata".
Así, este reciclaje no sólo protegería la economía española de la dependencia de países de fuera de nuestro entorno, sino que, además, contribuiría notablemente a poner en marcha una verdadera transición energética sostenible o, al menos, que minimice la huella medioambiental.
Este proyecto europeo pretende crear un valle de reciclado de baterías eléctricas en el que ya trabaja tanto el clúster nacional de minería sostenible como "algunas empresas de Castilla y León".
Litio, estaño (con el 0,10% de la producción mundial), tungsteno, cobre (con el 8,42% del total mundial), magnesita, hierro, carbón, y yacimientos (entre otros), como los de Los Santos-Fuenterroble y el de Barruecopardo (Salamanca); el de Otero de Herreros (Segovia), Borobia (Soria) y Valtreixal (Zamora), hacen de Castilla y León una Comunidad clave para el desarrollo de la economía del futuro en España.