Los supermercados de Castilla y León respaldan los argumentos del presidente de Mercadona, Juan Roig, tras los ataques provenientes del propio Gobierno nacional hacia los empresarios de este sector a cuenta de la escalada de precios de la cesta de la compra.
Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales, llegó a decir textualmente la semana pasada que "es indecente que Juan Roig se esté llenando los bolsillos siendo un capitalista despiadado" porque Mercadona ha ganado un 5% más en 2022 hasta los 718 millones de euros.
Un ataque frontal contra la empresa valenciana, que da empleo a 96.000 personas en toda España y que espera contratar 2.000 más en 2023, y que obligó al propio Roig a sacar la calculadora y explicar que la compañía tuvo que subir los precios de media un 10% "para evitar el desastre", mientras los costes para la empresa fueron del 12%. Dos puntos porcentuales de sobrecoste que asumió la propia firma.
Isabel del Amo, gerente de la Asociación de Supermercados de Castilla y León (Asucyl), asegura tajante que "las cadenas de distribución no nos forramos" y acompaña la afirmación aportando datos: "De cada cesta de la compra de 30 euros los supermercados ganamos 69 céntimos que además reinvertimos en abrir nuevas tiendas, mantener empleos e intentar aumentar la contratación".
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La entrada en vigor el pasado mes de enero de la rebaja del IVA de los alimentos (de los cuales el Ejecutivo decidió dejar fuera las carnes y el pescado), no ha servido para destensionar la escalada inflacionista de una cesta de la compra que cerró el pasado mes de febrero un 17,1% más cara en Castilla y León, por encima de la media nacional (16,6%).
Del Amo explica que la subida de costes energéticos y de materias primas, así como "los elevados impuestos que pagamos", están detrás de la brutal escalada de los precios.
Además, la Ley de Cadena Alimentaria "nos prohíbe pagar por debajo de costes al productor y esto repercute directamente en el precio final de los tomates, el embutido o las galletas, dado que detrás de estos precios está también el 90% de la subida de los fertilizantes o todos los costes energéticos de transporte y de transformación de cada alimento hasta que llega a los lineales". Es decir, que siempre será el consumidor quien pague ese encarecimiento "si las empresas quieren mantener los puestos de trabajo".
"Intentamos vender lo más barato posible"
Del Amo explica que "los supermercados siempre estamos pendientes de la competencia y buscamos vender lo más barato posible precisamente en crisis de poder adquisitivo como la actual, porque en años con inflación mucho más baja, la gente decide su compra en función de otras variables como cercanía o que te lleven la compra a casa, pero con una inflación del 6,5% y habiendo estado en el 11%, lo lógico es que el consumidor analice cada precio y cada céntimo a ver dónde está más barata la cesta de la compra".
Es precisamente la competencia la que permite "beneficiarse al consumidor, que puede decidir si comprar el aceite de oliva en un súper o en otro, dependiendo del precio". Del Amo insiste en que "con el actual escenario inflacionista sólo podemos competir en precio, por lo que estamos intentando vender lo más barato posible. Es falso que nos estemos forrando".
Comer era "demasiado barato"
Según la oficina europea de estadística (Eurostat), España ya no es más barata para comer que Italia, Bélgica o Francia, si bien la subida en los precios de la alimentación es común en los países del entorno (en Francia escalaron un 14,8% interanual el pasado mes de febrero).
La gerente de Asucyl indica que "en España nos habíamos acostumbrado a comer muy barato y en esto coinciden también los agricultores y ganaderos".
Los últimos datos del INE sitúan la renta per cápita española en casi 25.500 euros mientras la media de la Unión Europea es de 32.430 euros. La renta neta media en Castilla y León es de 12.656 euros anuales, de los cuales cerca del 22% se destina a compra en alimentación.
Sin embargo, Del Amo explica que "cuando el productor ha vendido los huevos de sus gallinas lo ha hecho con un sobrecoste del 98% mientras al consumidor le ha supuesto una subida del 28%".
Del mismo modo, detalla que "el coste de la leche ha supuesto un alza al ganadero del 58,7% en el último año, mientras el consumidor ha tenido que pagar un 33% más".
Por su parte, "el aceite de oliva ha reducido su cosecha un 50% en el último año con una sequía sin precedentes y todo esto encarece luego el precio final cuando llega al supermercado porque es la ley de la oferta y la demanda".
Tanto el ticket medio del comprador como el número de productos que se lleva a casa "están cayendo porque las familias reducen como nunca qué compran y dejan fuera de la cesta aquellos alimentos que no son estrictamente básicos y necesarios".
¿Cuándo acabará esta situación de asfixia para los consumidores? La gerente de Asucyl considera que "habrá que tomar medidas porque nadie quiere esta situación, pero la solución no puede estar nunca en topar los precios porque eso obligaría a incumplir directamente la obligación de no pagar por debajo de costes al productor".