Buitres de la política que surgen tras la tormenta
Vigésimo segunda semana de 2018, la del tormentón de agua que inundó calles de Salamanca como nunca se había visto desde hace décadas (por si alguien todavía duda de las consecuencias del cambio climático, volviendo los fenómenos atmosféricos más extremos); la de la festividad del Corpus Christi en media provincia, destacando la singularidad de los Hombres de Musgo de Béjar, los encierros a caballo de Sancti Spíritus, los espantos de Ledesma, los festejos taurinos de Vitigudino y La Fuente de San Esteban, y la tradición unida con juvenil juerga de Cabrerizos, Villares de la Reina y Carbajosa de la Sagrada, entre otros; y fue la semana del rodaje de la película de Alejandro Amenábar en la Plaza Mayor, donde se pudo ver en apenas unas horas la bandera republicana y al dictador Franco. Los nostálgicos de las dos Españas no desaprovecharon la ocasión para vomitar sus proclamas a través de las redes sociales. Algunos con tal afán de protagonismo que se inventan investigaciones y, claro, después reciben serios rapapolvos en los medios de comunicación de tirada nacional. Ahí están, siempre presentes, las dos Españas, impidiendo el avance de esta sociedad.
El ejemplo más claro lo encontramos en la histórica moción de censura en el Congreso de los Diputados, prosperando por primera vez en la historia para provocar un cambio de Gobierno sin pasar por las urnas. Para tormentón, el político. La lluvia, como siempre, la padeceremos los españoles. Mariano Rajoy se equivocó al no convocar elecciones anticipadas, una vez más sin escuchar el clamor popular. Rajoy continuó equivocándose al no dimitir cuando ya estaba claro que la moción de censura prosperaría. Consejos tengo que para mí no vendo, Don Tancredo, obligando a renunciar a otros mientras él permanecía. Mira que vio las barbas de los vecinos pelar, pero no puso la suya a remojar. Ahora se va por la puerta de atrás, con todos sus compañeros de promoción aznarista implicados en corrupción y con sus iniciales, MR, en los papeles de Bárcenas para recordárselo siempre.
Pero su sucesor, Pedro Sánchez, otro ególatra de la política, no ha estado más acertado. Sus ansias de lograr una pensión vitalicia como presidente del Gobierno le han llevado a aventurarse a gestionar el país hasta 2020 con socios nada recomendables. Craso error dar poder a Bildu y su cohorte de simpatizantes etarras y a los independentistas de Esquerra Replicana de Catalunya y Partido Demócrata Europeo Catalán (la mutada Convergencia i Unió tras los múltiples escándalos de corrupción). ¿O qué se piensa Pedro Sánchez, que va a sacar adelante leyes y presupuestos sin nada a cambio? Porque con la única suma de Podemos no le vale. Craso error no aprovechar la moción de censura para convocar elecciones y que sean los españoles quienes decidan el futuro del país con la nueva composición del Parlamento. Pero claro, las encuestas, y por tanto la corriente de opinión, no son favorables para las cúpulas de populares y socialistas, una vez más anteponiendo sus intereses partidistas a los intereses generales. Y una vez más perjudicando a populares y socialistas de base, que trabajan día a día por el bien de sus ciudades.
Los nubarrones que se avecinan salpicarán a PP y PSOE en Salamanca. En las filas populares están descolocados. Durante estos días he podido hablar con gaviotas de diferentes vuelos y todas se muestran con rumbo errático. Dicen que Rajoy seguirá como líder en la oposición, pero está claro que no repetirá como candidato en próximas elecciones, salvo suicidio político, que nunca se sabe. Ahora se abre una guerra por la sucesión entre dos bandos, el de la ex vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y la secretaria general del PP y ex ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. La familia popular tendrá que retratarse, cual polluelos entre la espada y la pared. ¿A quién quieres más, a mamá o papá? Y aquí no valdrá la respuesta salomónica, “a los dos”. No. Tal es así que se comenta que una renovación de la cúpula nacional del PP podría remover los cimientos de la política charra. ¿Se imaginan al presidente del Partido Popular de Castilla y León y alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, viendo cómo el candidato a presidente de la Junta es otra persona? ¿Se lo imaginan de nuevo como candidato a alcalde de Salamanca? ¿Se imaginan a todos sus aspirantes a sucesor de nuevo como concejales, o ni eso? Pues entre los propios populares charros ya temen esa posibilidad. Muy remota a día de hoy, bien es cierto, pero al fin y al cabo una posibilidad. Y ahora, más que nunca, la política cambia de un día para otro.
En las filas socialistas también se muestran preocupados. Las caras de euforia de cara al público contrastan con los mensajes que se intercambian sobre la incertidumbre que acarrea este gobierno de Pedro Sánchez. Por cierto, papelón para Fernando Pablos, secretario provincial del PSOE, que apoyó a Eduardo Madina frente a Pedro Sánchez, repitió apoyo sobre Susana Díaz frente a Sánchez (volvió a perder) y después presentó su candidatura a continuar como secretario provincial frente a los ‘sanchistas’ (ahí los barrió). "Él y sus colaboradores deben pensar si están siendo útiles o no al proyecto del Partido Socialista. Todos debemos pensar que más importante que cuestiones personales están proyectos colectivos”, decía Pablos en 2016 sobre el nuevo presidente del Gobierno. “La dignidad ha vuelto a la política española. Será un gran presidente”, decía días atrás. Papelón también el del subdelegado del Gobierno en Salamanca, Antonio Andrés Laso, esperando si es destituido o no en su puesto. Ya hay buitres socialistas merodeando entre las camarillas de Luis Tudanca, secretario autonómico, para postularse a ese jugoso sillón, para el que, por cierto, no vale cualquiera. “Será Fernando Vegas, que es la voz de Sánchez y Tudanca en Salamanca”, me decían ayer. No. Para ser subdelegado del Gobierno hay que ser antes funcionario de carrera de primer nivel. Y tal catalogación, a día de hoy, escasea entre el PSOE charro. Pero volviendo a las consecuencias de la moción de censura, la rosas salmantinas están a la espera de cómo afrontará el nuevo inquilino de La Moncloa cada negociación con partidos extremistas. En Salamanca son los votantes de centro quienes han inclinado la balanza hacia PP o PSOE para ocupar el sillón de la Alcaldía. Esa porción del electorado está ahora totalmente perdida para los socialistas. Confiaban en poder recuperarla antes de 2019. Ahora lo tendrán muy complicado. Tiempo al tiempo.
Complicado es también el papel para Ciudadanos. Albert Rivera ha cometido un gran error al votar contra la moción de censura. Hablando claro, la tenía a huevo después del apoyo del Partido Nacionalista Vasco (PNV) que garantizaba una mayoría de votos. Una abstención hubiera sido lo correcto. “Luego dirían que nunca nos mojamos”, me reconocía un alto cargo del partido naranja. No. En esta ocasión una abstención hubiera tenido un significado muy claro: no a Rajoy y no a Sánchez, sí a elecciones. Ahora se avecina una dura guerra entre PP y Ciudadanos por el electorado de centro derecha. Y no por ánimo de los segundos, que han aguantado estoicamente cada acometida popular durante los últimos meses. Dos no pelean si uno no quiere, excepto en política. Las palabras de Javier Iglesias o José Antonio Bermúdez de Castro, presidente provincial del PP y diputado nacional a su vez secretario general del Grupo Parlamentario Popular, acusando directamente a Rivera de la moción de censura, apenas unas horas después de que prosperara, son los fuegos de artificio del zafarrancho de combate, el preludio de la contienda. Una batalla que puede espantar a los votantes indecisos de centro e incluso a los suyos, quedándose en casa el día de los comicios. Así, movilizarán más a la izquierda y aumentarán la horquilla de respaldo de los partidos que conforman este bloque. Baste un ejemplo: Mañueco logró en 2011 el mejor resultado de la historia para el PP en el Ayuntamiento de Salamanca, 18-9 en concejales sobre el PSOE, con ochocientos votos menos que Julián Lanzarote en 2007, 16-11 en ediles. Las elecciones las gana el PP, sí, pero su mayoría absoluta la decide el PSOE y la motivación de los demás partidos de izquierdas.
¿Y en Podemos? Pues dan palmas con las orejas. Hace una semana estaban defenestrados, con una crisis de identidad sin precedentes tras la paradoja compra de un chalé de 600.000 euros en la Sierra por parte de sus dirigentes, Pablo Iglesias e Irene Montero. Otros de consejos tengo que para mí no vendo. Una semana después, vuelven a ser decisivos en la política de España y ya tienen coalición para las elecciones municipales y autonómicas junto con Izquierda Unida y Equo. Pero cuidado, sólo es un tupido velo que distrae la atención de lo que subyace en el fondo. Los reinos de taifas siguen posicionando peones y la marca Ganemos tendrá mucho que decir. ¿Mostrarán sus armas cuando llegue el momento de tocar a rebato? Lo veremos.
Son tiempos turbulentos, tiempos para los buitres de la política, en busca de saciar su hambre entre el cadáver del enemigo, pero también del ‘amigo’ caído. Tiempos tormentosos, inciertos, pero apasionantes. Y como las pasiones humanas también son parte de la política, resumiendo lo que ha acontecido durante la semana, ¿qué político es muy cinéfilo y movió hilos para poder formar parte del reparto de figurantes de la película de Amenábar pero se quedó con las ganas? ¿Lo habrá intentado también para el próximo rodaje de ‘Terminator 6’ en Aldeadávila, título de película que le viene como anillo al dedo? ¿Creerá también que está ‘terminator’ el político que se pasó varias horas en la barra de un bar entre copa y copa sin dejar de mirar el teléfono móvil, tal vez ahogando las penas en licor tras lo acontecido en el Congreso de los Diputados? Pero ya saben, se dice el pecado, no el pecador. La próxima semana les prometo más madera.