raul martin periodista

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Opinión

Lapas de la foto barata

17 junio, 2018 12:16

Vigésimo cuarta semana de 2018, la de las fiestas de San Juan de Sahagún, vividas por primera vez desde la distancia vacacional, que uno es muy charro y le cuesta alejarse de la capital del Tormes. Desde el epicentro de la corrupción del Partido Popular, entre aguas templadas y playas paelleras, con un sol radiante, llegaba el estruendo de la tormenta en Salamanca, ya cansada de tanta lluvia, pero sobre todo los truenos de un país desnortado. ¿Cómo se entiende que un personaje como Luis Rubiales decida anteponer su ataque de cuernos hacia el seleccionador Julen Lopetegui y con una decisión personalista cargarse las ilusiones de millones de personas con la posibilidad de ganar España el Mundial de Fútbol? ¿Cómo se entiende que el ladrón Iñaki Urdangarín sólo vaya a cumplir cinco años en prisión después de todo el dinero público que ha robado? Y hablando de decisiones personalistas incomprensibles, el nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya hizo de las suyas. Sólo desde la improvisación se entiende el nombramiento de Maxim Huerta como ministro en lugar del actual, José Guirao, desde el principio. Ya lo avisé y sólo tardó una semana en certificar los temores, que Sánchez no está preparado para ser presidente, que su gestión se basará en la improvisación diaria y que dejará en entredicho a más de un ministro, sacándole éste después las castañas del fuego. Tiempo al tiempo.

Llega el verano, meses de ferias y fiestas por doquier, eso sí, en meses atípicos, preelectorales, y por tanto de proliferar una de las especies más dañinas para el ecosistema social. Se trata de las lapas que buscan la foto barata, salir al lado de sus jefes para garantizarse un futuro de sueldo estable y calentito sin dar un palo al agua. Son los típicos correveidiles, en masculino y femenino, trepas de la política, palmeros y palmeras profesionales. Es fácil identificar a estas personas en los saraos.

Si este verano acuden a alguna de las numerosas ferias gastronómicas y ganaderas que se reparten por toda la geografía charra, demostrando la variada riqueza de una provincia única, podrán ver a dos tipos de políticos. Por un lado, quienes acuden en representación de su partido o de una institución pero verdaderamente se implican, preguntan a los expositores por sus problemas y demandas, intentan mediar con las autoridades para solucionar determinado entuerto o simplemente se mezclan entre los vecinos para conocer sus inquietudes. Por otro lado, más bien al lado del dirigente de turno, las lapas de la foto barata, quienes sólo acuden para arrimarse.

A esta especie pueden distinguirla porque siempre están junto a la máxima autoridad, a la que sólo se dirigen. Apenas hablan, a no ser para refrendar a su superior, cual loro que repite las palabras sin comprender lo que dice, pero siempre acertando en el momento de abrir la boca. Su movimiento principal es asentir con la cabeza, y mover mucho los ojos. En todas direcciones, buscando al fotógrafo. En cuanto perciben una cámara en movimiento, o un teléfono móvil en posición de disparo, dan los pasos justos para situarse en el encuadre adecuado y fuerzan una sonrisa pasajera. Si es menester, buscan la excusa perfecta para estar en el centro de atención.

Personajes así, trasnochados, sobran de la política actual. La sociedad actual no necesita palmeros y palmeras de duro fruto, casi improductivo, sino más bien robustos trabajadores al servicio del prójimo, que no buscan su flor particular, sino que sus ramas florezcan en frutos para la comunidad. Porque este tipo de lapas son además revanchistas, capaces de poner palos en la rueda de sus propios convecinos. Que se lo pregunten a los promotores de una reciente feria en un pueblo salmantino, que pudieron comprobar cómo una rival política aprovechaba su responsabilidad laboral privada para sabotear el normal desarrollo de la programación, retrasando la presencia de los protagonistas con su deliberado y ralentizado papeleo. Pero ya saben, se dice el pecado, no el pecador. La próxima semana, ya de regreso a la vorágine diaria, les prometo más madera.