El agua no es un lujo
Hace unos meses, con el fin de la situación de sequía, hacía una alusión a la necesidad de tener un control más férreo, contundente, por parte del Estado a fin de permitir un acceso ecuánime, dije: Continuar con el esfuerzo pedagógico a todos los niveles, una educación dirigida al ahorro del agua potenciando un consumo y uso adecuado por parte de los particulares y sobre todo la industria como gran consumidora.
El I+D+i en la gestión de los recursos del agua debe ser primordial, entendiendo que la gestión es competencia del Estado pero que debe asegurar unas vías de acceso seguro para todos en igualdad a este bien cada día más preciado.
Llega el verano y me parece conveniente hacer de nuevo alusión al asunto por el maltrato que se da, a distintos niveles a los ciudadanos en lo que al servicio de agua potable se refiere, ya sea a nivel público por la falta de fuentes y a nivel privado por el servicio y abuso del agua que se hace en los establecimientos hosteleros de nuestra capital.
Salamanca es una ciudad monumental y el mayor cliente de esta ciudad es ese visitante que necesita para su descanso y reposición (para continuar con una visita de la ciudad con seguridad y saludable) un acceso al agua adecuado, correcto como dije en un artículo anterior y añado, barato por ser un elemento de primera necesidad.
La falta de fuentes de agua potable en nuestra capital es evidente, es una deficiencia de la obligación institucional en prestar un servicio vital para la salud.
La Carta Europea de los recursos de agua, adoptada en 2001 como una 'recomendación' por el Comité de Ministros del Consejo de Europa, declara que “toda persona tiene derecho a disponer de agua suficiente para satisfacer sus necesidades esenciales”. La Carta de los Derechos Fundamentales de la UE de 2000 no menciona este derecho, pero se entiende implícito en el de acceso a los servicios de interés económico general (art. 36), que son, según la Directiva de servicios (Directiva 2006/123/CE), los que se prestan en ejecución de una tarea especial de interés público confiada al prestador por el Estado miembro en cuestión. Entre ellos figuran, sin duda, los servicios de distribución y suministro de aguas y los de aguas residuales, aunque no les sea aplicable la libertad de prestación (art. 17.d).”
La instalación de fuentes de agua potable a lo largo de los recorridos turísticos no solo es una obligación institucional en la prestación de un servicio que implica la protección y salvaguarda de la salud de nuestros visitantes y ciudadanos, sino que serviría, como un elemento enriquecedor de la imagen de la ciudad. Una ciudad monumental que cuida y presta servicios añadidos es sin duda un elemento que aumenta el atractivo monumental y económico .
Por otro lado, los hosteleros deben olvidar de servir envases de menos de 0,50 l, los envases de menor tamaño no sacian, no cubren las necesidades básicas de un adulto y suponen un desembolso muy grande para las familias que seguro retornará ese ahorro en la adquisición de nuevos servicios prestados por los mismos hosteleros y también es una abuso de envases de plástico que implica más contaminación.
Otra posibilidad a la hora de prestar servicio sería colocar máquinas de vending bien ubicadas que al mismo tiempo que sirven un envase de agua recepciona el envase vacío como se hace en las culturas del norte de Europa reduciéndolo y preparándolo para su reciclaje.
Recuerdo de pequeño que se cobraba el casco de la botella de vino o gaseosa a fin de que retornara para su siguiente uso, era un reciclaje preventivo. Habría que volver a recuperar esa cultura.
Vamos a hacer de Salamanca una ciudad económicamente atractiva para hacerla más rica.